La conocida
primatóloga Jane Goodall ha alertado de los daños que el ser humano está
provocando en la naturaleza, con acciones negativas como la expulsión
de sus territorios de "animales salvajes" que están "al borde de la
extinción". Dos años después de su primera visita a la Universidad
Nacional de Córdoba –oportunidad en la que fue distinguida con el título
de Doctora Honoris Causa–, la experta volvió a esta Institución
académica para difundir su programa Raíces y Brotes e incentivar a los
jóvenes universitarios, niños y adolescentes a unir esfuerzos para la
defensa del medio ambiente.
ECOticias.
En la Sala de las Américas, la misma que el 23 de octubre de
2009 la vio recibir el máximo grado académica que concede la Casa de
Trejo, Goodall disertó ante un auditorio sus ideas, anécdotas y
propuestas. En la apertura de su disertación, recordó que en 2010
celebró el 50 aniversario de investigación en Gombe. En 1960, impulsada
por el paleontólogo y antropólogo Louis Leakey, ella inició su estudio
sobre el comportamiento de los chimpancés en el Parque Nacional Gombe,
en Tanzania.
Explicó la relevancia que adquieren las nuevas técnicas de estudio
para su trabajo. Relató que están realizando análisis de ADN a muestras
de heces de los chimpancés para determinar las relaciones de
filiación. “Esto nos permitirá saber quién fue el padre de cada
infante. Podría ser que un padre reconozca a su hijo biológico, aunque
no creemos que existan vínculos de largo plazo; pero una vez que
podamos determinar la prole biológica de los machos podremos saber esto
con mayor seguridad”, explicó.
Para ejemplificar el impacto de las poblaciones humanas en las zonas
colindantes a los hábitat de los animales salvajes, rememoró un
recorrido aéreo sobre las 30 millas cuadradas que el Parque Nacional
Gombe tiene de superficie. “Me horrorizó que fuera de ese pequeño lugar
forestado hubieran desaparecido todos los árboles: las colinas estaban
desnudas. Fue un gran choque. Estamos haciendo desastres con el
ecosistema, estamos dañando las posibilidades de nuestros hijos y
nietos. La población humana está expulsando a los animales salvajes al
borde de su extinción. Me pregunté cómo podíamos salvar a la comunidad
de chimpancés, y la respuesta fue mejorar la vida de quienes viven
alrededor de Gombe”, señaló.
Formas de producir alimentos
En ese marco, enumeró una serie de acciones como la búsqueda de
mejores formas de producir alimentos, maneras de reutilizar la tierra
agrícola y abrir oportunidades de acceder a micro créditos y préstamos.
“En los lugares donde la gente está deforestando, nuestros equipos
ayudan a los aldeanos a encontrar formas de vivir sin destruir los
árboles”, acotó Goodall y mencionó la ayuda que reciben del programa
del gobierno noruego de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques.
En su relato también incluyó la situación de Córdoba. Comentó que
posee una foto de la provincia cuando todavía estaba cubierta de
bosques y reconoció estar al tanto de los esfuerzos implementados para
restaurar la vegetación nativa.
Alertó de que la situación en el mundo es realmente seria. De sus
viajes por distintos países, Goodall subraya que en todos los puntos
del planeta hay historias de desastres, desertificación y agotamiento
de las fuentes de agua dulce. “En ciertos lugres hay refugiados
ambientales, que ya no pueden vivir donde los hicieron sus padres y
abuelos”, argumentó.
Sobre el cambio climático, recordó su paso por Groenlandia, y los
desprendimientos de grandes bloques de hielo de un gran acantilado, algo
que no ocurría hace tres décadas. También mencionó la situación que
experimentan pobladores de unas pequeñas islas frente a las costas de
Panamá, para quienes se están pensando planes de evacuación por las
inundaciones durante la época de mareas altas. “Quizás el planeta esté
pasando por un ciclo natural de calentamiento pero, según lo que saben
los geólogos, nunca se había visto en la historia del planeta que el
proceso haya sido tan rápido. Es una pobre perspectiva para nuestros
nietos”, apuntó.
Defensa del medio ambiente
Sobre el compromiso con la defensa del medioambiente, Goodall remarcó: “Encuentro mucha gente que está horrorizada y shockeada por todo lo que pasa, pero cuando se trata de nuestra propia vida y nuestra contribución encontramos excusas para no actuar. Nos convencemos de que quizás el problema no sea tan serio o que no me afectará directamente a mí. Esto nos pinta de cuerpo entero”, se lamentó.
Entre los problemas urgentes, la especialista enumeró el número de
habitantes en el planeta, que recientemente llegó a la cifra de siete
mil millones. Si este crecimiento continúa con recursos naturales
finitos, llegará el momento en que no se pueda sostener a todos los
seres humanos. “Quizás haya formas muy inteligentes de alimentar a esta
población, pero ¿realmente queremos que nuestros bisnietos vivan sin
recursos naturales, ni hielo?”, se preguntó.
Para ella, otra de las grandes problemáticas es la pobreza. “Cuando
uno es pobre, aunque sepa que es malo cortar un árbol, lo hará para
alimentar a su familia. La pobreza es la gran destructora de los
bosques”, sintetizó.
Luego de considerar que los humanos son los seres más intelectuales
en la tierra, se preguntó cómo es posible que continúen destruyendo el
planeta. “Es el único hogar que tenemos”, enfatizó y completó: “Hemos
perdido la sabiduría de los pueblos indígenas. Antes de tomar
decisiones, ellos pensaban cómo éstas afectarían a las generaciones
venideras. Hoy, en cambio, nos preguntamos cómo nos afectará a
nosotros. En algún momento, ha habido una falta de conexión entre este
cerebro increíblemente inteligente y el corazón”, reflexionó.
A su criterio, la forma de avanzar hacia un equilibrio entre ambos
radica en el trabajo con los jóvenes. En ese marco, recordó que el
programa Raíces y Brotes comenzó hace 20 años, con estudiantes
que estaban furiosos con su gobierno porque no generaba leyes lo
suficientemente fuertes como para proteger a los animales, que eran su
herencia.
“Estaban ahí porque habían asistido a algunas de mis conferencias y
por primera vez estaban pensando en estas problemáticas. Los miré y les
dije: ‘Soy una extranjera y ustedes son jóvenes, quizás no afectemos
el gobierno ni el sistema escolar, pero por qué no se sientan y piensan
lo que pueden hacer en el futuro. Ellos se emocionaron, volvieron a
sus colegios y formaron grupos: usaron la increíble capacidad de
compartir conocimiento y dialogar sobre los temas que les preocuparan”,
relató.
Goodall recordó que en la primera etapa del programa los jóvenes se
preocuparon por la crueldad con los animales, la pobreza humana, los
niños sin hogar, el medioambiente y la desaparición de las fuentes de
agua dulce. “Actualmente, el programa Raíces y Brotes está
presente en 120 países, con más de 16.000 grupos de jóvenes, que hablan
sobre las problemáticas y están tratando de encontrar la forma de
solucionarlas”, compartió.
Problema ambiental
Al explicar el significado del programa, Goodall invitó a los
asistentes a la conferencia a que cada uno pensara en su árbol
favorito. “Piensen que empezó a crecer de una semilla, desarrollando
sus raíces y brotes. Parece tan pequeño e insignificante, pero aquí es
cuando se produce una magia: hay una fuerza en la semilla, tan
poderosa, que esas raíces pueden perforar las rocas para llegar al
agua; mientras que el brote puede pasar por grietas en la pared. Ahora
piensen en todos los problemas del planeta y que hay cientos de miles
de jóvenes que pueden reunirse y hacer que este mundo sea un hogar apto
para todos los seres vivos”, explicó.
Pese a los bosques destruidos y la reducción de la población de
chimpancés de dos millones a sólo 300.000, la primatóloga se reconoció
esperanzada. Las razones de su confianza son el “poder, la energía, el
compromiso y el coraje de la gente joven” que, cuando conoce los
problemas, están dispuestos a accionar. “Me han sorprendido
increíblemente las ideas de la gente joven, así como los esfuerzos que
realizan para corregir lo que consideran mal, y el efecto de sus
actitudes en sus padres, abuelos, maestros e incluso los políticos”,
aclaró.
Su segunda razón de esperanza es el intelecto humano, que le permite a
los individuos comenzar a entender que tienen la responsabilidad de
intentar dejar la huella ecológica lo más pequeña posible. También
mencionó la gran capacidad de supervivencia de la naturaleza: “Incluso
en lugares donde todo ha sido destruido, siempre vuelve a crecer”,
destacó.
Finalmente, Goodall rescató el espíritu humano indomable, gente que
no se rinde ante problemas que parecen insolucionables y que al
fracasar lo intentan nuevamente. “Hay problemas en todos lados, pero no
me he encontrado con ninguno que no tuviera un grupo de gente dedicada
que trabajar fuertemente para solucionarlo”, cerró.

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