martes, 15 de noviembre de 2011

Una política laboral ecológica

Hoy día existe una norma profundamente arraigada en nuestras mentes y hábitos: trabajar de forma remunerada a tiempo completo. Por qué negarlo, la jornada completa, agitada frenéticamente como señuelo aún más en tiempos de crisis y de desempleo brutal, supondría para las masas trabajadoras la plena integración social así como un poder adquisitivo a la altura de sus hipotecas bancarias y de la avidez promocionada por la obsolescencia programada y la publicidad. De hecho, según la Encuesta de Población Activa, la mayoría de las personas que trabajan a tiempo parcial afirma que su situación laboral de media jornada no se debe a su propia elección, sino a las necesidades de la empresa o a la situación laboral general del país.
Florent Marcellesi
Es cierto que el discurso dominante de las élites políticas y económicas ha allanado el camino. A la conquista del poder en 2007, el presidente francés Nicolás Sarkozy proclamaba que era prioritario “trabajar más para ganar más”. Mientras tanto, Mariano Rajoy no quiso parecer menos en su carrera a la Moncloa y, en una entrevista en marzo pasado al periódico El Correo, inauguró un desacomplejado “trabajar más y ganar menos”. La crisis económica terminó de asentar esta idea: Portugal, una de las dianas favoritas de los mercados y de las políticas de austeridad, ha decidido aumentar en media hora al día la jornada laboral en su sector privado. Para alimentar el crecimiento económico continuo y la promesa del pleno empleo, no quedan dudas ni alternativas ante la recesión: trabajar más (y consumir más) es un deber patriótico de la ciudadanía moderna.
Sin embargo, ¿saben los exegetas de la economía del crecimiento infinito que para mantener el nivel de producción y consumo anual tan solo se requiere que las personas activas dediquen al trabajo remunerado en torno a 25 horas de media a la semana? ¿Les importan las desigualdades ante el empleo que hacen que en España más de un 21% de personas estén desempleadas, un 13% trabaje a tiempo parcial y un 66% a tiempo completo (sin hablar de las millones de personas trabajadoras pobres y precarias)? ¿Saben que, sumando su trabajo remunerado y no remunerado, las mujeres trabajan diariamente casi una hora más que los hombres? ¿Saben que España agotó su capital ecológico del año apenas llegado el 19 de abril (es decir, que este día su huella ecológica ya superaba su biocapacidad)? ¿Han pensado que si el 100% de la población activa trabajara a jornada completa en el modelo socio-económico actual, nuestro país produciría un 33% más, lo cual ni nos dejaría empezar el año siguiente con algún superávit ecológico?
Sean o no conscientes de ello, es indignante comprobar que están promoviendo políticas exactamente opuestas a los intereses de la gran mayoría de la ciudadanía y del planeta. En todo caso, no nos quedemos en la indignación: transformémosla en un compromiso positivo hacia una política laboral global y ambiciosa que sepa combinar justicia social y ambiental.

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