Desde que se puso al servicio de la Armada en 1991, el buque de investigación oceanográfica Hespérides ha viajado 18 veces a la Antártida, ha explorado el Ártico y ha dado la vuelta al mundo realizando investigaciones multidisciplinares en unos laboratorios "que ya quisieran para sí muchas universidades e instituciones científicas".
Así se lo manifiestan a menudo al comandante Jaime Cervera, al
mando del Hespérides desde julio de 2011, los diversos equipos de
científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que
pasan por este "laboratorio flotante", el único en España con capacidad
para realizar investigaciones biológicas, oceanográficas, geológicas e
hidrográficas entre el hielo de los polos.
El buque regresó al
puerto de Cartagena de su última campaña en el Antártico el pasado 3 de
abril, pero no hay descanso para los 57 militares que componen su
dotación y que estos días trabajan para ponerlo a punto para su próxima
singladura de investigación.
En cambio, no están ahora en el barco
los investigadores, hasta un máximo de 37, que participan en cada
campaña, ni tampoco los equipos científicos que utilizan, y que han
dejado una docena de laboratorios, con cerca de 400 metros cuadrados de
superficie, totalmente vacíos.
Pero cuando el Hespérides zarpa
hacia la Antártida, donde pasa unos cuatro meses al año, nadie descansa:
"Tanto el personal científico como el militar trabaja las 24 horas,
siempre hay turnos de guardia porque la actividad, la toma de datos y
mediciones continúa durante la noche", asegura Cervera.
En la
campaña de este año, uno de los proyectos de investigación ha consistido
en realizar estudios hidrográficos para actualizar las cartas de
navegación y ajustar a la realidad el perfil del fondo marino.
Para
la oficial Elena Villar, una de las cuatro mujeres militares que viajan
a bordo del buque, este tipo de proyectos es uno de los más
emocionantes: "Uno se siente útil y realizado al saber que se está
haciendo un trabajo que dará seguridad a los navegantes. Es una
experiencia increíble", apunta.
El otro proyecto científico que se
ha desarrollado durante la campaña comenzó hace ya tres años y está
relacionado con la medición del impacto del turismo en la zona, explica
el investigador del departamento de Ecología de la Universidad Autónoma
de Madrid Javier Penalla.
Según detalla, la Antártida recibió en
2011 la visita de unas 36.000 personas que realizan rutas para ver los
glaciares y la fauna local, pingüinos, elefantes marinos y ballenas,
principalmente.
Penalla y su equipo han realizado estudios sobre
el impacto que las pisadas de estos turistas tienen sobre los musgos y
sobre su tiempo de recuperación para determinar si algunas de las rutas
deben dejar de usarse por un tiempo.
También tratan de determinar
el impacto biológico de ese turismo, que conlleva la llegada de especies
invasoras, que, en algunos casos, como ocurre con un tipo de gramínea
denominada poa, han logrado crecer en ese hábitat tan inhóspito.
Sobre
las dificultades de trabajar con temperaturas extremas y a miles de
kilómetros de casa, Cervera quita hierro al asunto. La meteorología ha
respetado esta campaña, asegura, y el sistema de comunicación por
satélite del barco, con conexión permanente a internet, ayuda a
mantenerse cerca de los seres queridos.
Los momentos más críticos
los vivieron al tener que repatriar a dos miembros de la dotación
militar por dolencias cardiacas, algo "muy complicado" en un entorno en
el que el único aeródromo cercano ofrece vuelos solo cuando el clima lo
permite, y sin embargo imprescindible, ya que la enfermería del
Hespérides cuenta únicamente con un equipo básico similar al de una
ambulancia, explica el teniente enfermero Antonio García Avilés.
La
campaña antártica de España de este año se cerrará de manera definitiva
el próximo martes con la llegada a Cartagena del buque de apoyo Las
Palmas, encargado de cerrar las dos bases españolas en el polo sur.
En
julio comenzarán los preparativos para el próximo viaje del Hespérides a
la Antártida, que regresará a esa zona a finales de año, coincidiendo
con el verano austral.
Entre tanto, el Hespérides ya tiene fecha
de partida para su próxima investigación: será el 23 de abril, rumbo a
la zona del golfo de Cádiz para llevar a cabo estudios geológicos,
porque el barco no para casi nunca y pasa una media de 240 días al año
en el mar, señala Cervera. EFEverde
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