Aunque la principal característica del microorganismo almeriense es su elevado contenido en carotenoides, sobre todo luteína
ECOticias.
El estudio, desarrollado por la Universidad de Almería (UAL) y cuyo responsable es el catedrático de Biología Aplicada, Diego López Alonso, se está realizando con Scenedesmus almeriensis,
una nueva especie de alga descubierta de forma casual en 2005 por un
grupo de científicos de la Universidad de Almería y la estación
Experimental de Cajamar Las Palmerillas durante un proyecto de
investigación sobre producción de microalgas en biorreactores.
Aunque la principal característica del microorganismo almeriense es
su elevado contenido en carotenoides, sobre todo luteína (nutriente que
ha de ser ingerido con la dieta y que protege a la retina de los rayos
ultravioleta), presenta otras cualidades que lo hacen especialmente
indicado como microorganismo industrial: su resistencia a condiciones
extremas, su elevado ritmo de crecimiento y su alta productividad por
hectárea.
Así, Scenedesmus almeriensis soporta temperaturas superiores
a 37ºC; a partir de 42ºC empieza a morirse, cuando lo habitual en la
mayoría de microalgas es hacerlo al llegar a los 28-30ºC; y su momento
óptimo de crecimiento se sitúa en torno a los 30ºC.
“Con estos parámetros, la ventaja no sólo es su resistencia a las
condiciones climáticas de Almería sino que, a mayor temperatura, aumenta
la velocidad de crecimiento y de producción”, indica López Alonso.
Además, estos resultados son producto de las pruebas realizadas en la
planta industrial piloto de Las Palmerillas donde el alga ya se produce
masivamente. “No estamos hablando de ensayos de laboratorio a pequeña
escala donde todo está controlado. Hablamos de que el alga se reproduce a
gran escala –miles de litros- bajo condiciones variables como la luz
solar natural o temperatura según la climatología”, continúa el profesor
López Alonso.
Sin embargo, los expertos no sólo quieren aprovechar las cualidades propias del alga sino también mejorarla mediante su modificación genética con el objetivo de seleccionar las células transformadas que produzcan más aceite.
Sin embargo, los expertos no sólo quieren aprovechar las cualidades propias del alga sino también mejorarla mediante su modificación genética con el objetivo de seleccionar las células transformadas que produzcan más aceite.
Para ello, ligado al gen que interesa para producir biodiésel, se
introducirá en las células del alga un gen marcador de resistencia a un
antibiótico. Estas células se incubarán en presencia del antibiótico.
Sólo aquéllas que se reproduzcan en esas condiciones serán microalgas
transgénicas que habrán incorporado el gen de resistencia junto con el
gen que aumenta la producción de aceite.
Sin este proceso de selección, la identificación de las células
transgénicas sería una tarea difícil ya que sólo un porcentaje muy
pequeño –una entre varios miles de células- incorpora los genes
introducidos.
El uso de marcadores de resistencia a los antibióticos es una
herramienta habitual en ingeniería genética, sobre todo aplicada a
plantas. En algas se desconoce cuál es la concentración útil del
antibiótico por lo que los investigadores están determinando la dosis
selectiva para conseguir microalgas modificadas genéticamente.
“De las 40.000 especies de microalgas, sólo unas 15 se han manipulado
genéticamente. De éstas, sólo 3 ó 4 se han hecho con plena seguridad,
es decir, con procedimientos de transformación bien establecidos, bien
chequeados y sólidamente fundados. Podemos decir que no hay nada hecho.
Por eso dudamos en aspectos que, en otros microorganismos mucho más
desarrollados biotecnológicamente como bacterias o levaduras, están ya
resueltos”, aclara el investigador.
La productividades lo importante
La importancia del alga autóctona almeriense radica en su
productividad. Sin modificaciones genéticas, ésta sería de unos 20.0000
litros de aceite por hectárea de instalación de cultivo y año. A modo de
ejemplo comparativo, la planta oleaginosa más productiva es la palma
aceitera, que produce 6.000 litros por hectárea y año, mientras que la
colza –otra planta generadora de aceite que es la utilizada en Europa
para producir biodiésel- sólo llega a 1.300 litros.
No obstante, a pesar de estas expectativas, el cultivo de microalgas
para producir biodiésel es todavía un proceso inviable económicamente.
Si el coste de una tonelada de aceite de colza, soja o girasol es de
1.300 dólares, aproximadamente, la tonelada de aceite procedente de
microalga estaría en torno a los 20.000 dólares.
“El cultivo de Scenedesmus almeriensis puede suponer la
apertura a la explotación industrial de estos microorganismos. En la
actualidad, no hay una industria de microalgas para la producción
biodiésel porque muchos de los microorganismos que se están utilizando
crecen pobremente, excepto bajo condiciones exquisitas, o son muy
sensibles al ataque de patógenos. Por eso, el microorganismo almeriense
presenta unas características idóneas para la producción masiva más
económica”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario