El
boom del sector minero está permitiendo a Australia capear el mediocre
desempeño económico de los países más ricos, pero su impacto en el
medioambiente, y en particular en la Gran Barrera de coral, suscita cada
vez más críticas e inquietudes.
El puerto de Newcastle, a 160 km al norte de Sídney, ilustra bien
este esplendor minero. En él pueden verse los barcos destinados a Asia
esperando sus cargamentos, principalmente de carbón, que les llegan en
un ir y venir incesante de trenes procedentes del interior.
En 2020 o incluso antes, se preve que unos 7.000 barcos atraviesen
cada año la Gran Barrera de coral, situada al noreste de las costas
australianas. En 2010 eran 5.000, de los cuales un 20% transportaba el
carbón embarcado en Newcastle.
Las minas han agotado poco a poco la industria lechera, antaño
floreciente, y los lugareños temen que la agricultura se vea condenada
en la región, si las autoridades aprueban el proyecto de cuasi triplicar
las capacidades del puerto de Newcastle para darle vía al carbón.
Según sus propias estimaciones, el puerto de Newcastle exportará 139
millones de toneladas de carbón en el año fiscal en curso (junio
2012-junio 2013). Actualmente tiene el proyecto de incrementar sus
capacidades a 330 millones de toneladas, con un cuarto terminal.
Los defensores del medioambiente y los expertos en desarrollo
sostenible están perplejos, y afirman que ese proyecto atenta contra la
política gubernamental de reducción de las emisiones de gases de efecto
invernadero.
Australia es el país del G20 dotado de la tasa más elevada de
emisiones de carbono por habitante, y de aquí a 2020 se ha comprometido a
reducir sus emisiones en al menos un 5% respecto a los niveles del año
2000. A ese fin, el gobierno introdujo el 1 de julio una tasa carbono a
las empresas.
Mark Diesendorf, un científico que en el pasado asesoró al gobierno y
ahora trabaja en la Universidad de Nueva Gales del Sur, advierte del
empobrecimiento e incluso la pérdida de los mejores paisajes del país
que podría acarrear este boom minero.
El primero de esos parajes es la Gran Barrera de coral, un gran
reclamo turístico y una de las reservas de biodiversidad más importantes
del planeta, incluida en el patrimonio mundial de la UNESCO.
"Estamos aumentando enormemente la explotación y exportación de
carbón, la producción de gas de hulla y otras industrias que podrían
tener un fuerte impacto, no sólo en nuestro medioambiente, sino
finalmente en todo nuestro futuro económico", explica Diesendorf,
director adjunto del instituto de estudios medioambientales en la
Universidad de Nueva Gales del Sur.
La UNESCO advirtió en junio que la Gran Barrera podría ser incluida
en la lista de sitios en peligro si el desarrollo de la minería continúa
a un ritmo desenfrenado. La agencia de la ONU sugirió además que se
prohíba construir nuevos puertos en la zona hasta 2015.
Los puertos situados frente a la Gran Barrera de coral exportan
actualmente 156 millones de toneladas de carbón al año. Si se cumplen
los proyectos en curso, esa cantidad ascenderá a 953 millones anuales en
diez años.
El gobierno del Estado de Queensland (noreste) respondió
enérgicamente, advirtiendo de que no privilegiará el medioambiente en
detrimento del desarrollo económico.
El boom del sector minero está permitiendo a Australia capear el
mediocre desempeño económico de los países más ricos, pero su impacto en
el medioambiente, y en particular en la Gran Barrera de coral, suscita
cada vez más críticas e inquietudes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario