El
zoológico de Buenos Aires, catalogado como monumento histórico nacional
por sus pabellones victorianos, afronta un futuro incierto tras el
intento del Gobierno de la capital argentina de subastarlo al mejor
postor, frenado en el último momento por la oposición en los tribunales.
Ubicado en Palermo, uno de los barrios de moda de Buenos Aires,
el zoo, que abrió sus puertas en 1875, abarca 18 hectáreas en las que
alberga unos 2.000 animales de 73 especies.
Un recorrido por sus
instalaciones es como un viaje en el tiempo: tras las rejas de un
aviario de inspiración andaluza pueden verse primates, mientras los tres
elefantes entran y salen de su templo hindú y se pasean aburridos por
el pequeño espacio asignado.
Privatizado en la década de los 90,
bajo el Gobierno del expresidente Carlos Menem, en los últimos años la
institución se ha resentido por las críticas sobre la situación de los
animales y ahora es blanco de una batalla política por la decisión del
gobierno del alcalde, Mauricio Macri, de someter su gestión a subasta.
Un
informe de la Auditoría General de Buenos Aires denunció que entre 1990
y 2008 se perdieron 31 especies de mamíferos y 72 especies de ave, que
representaban el 23% y el 55%, respectivamente, de las colecciones del
zoológico.
El actual director del centro, el conservacionista
Claudio Bertonatti, que ocupa el cargo desde hace seis meses, admite los
datos, pero resta importancia a estas cifras.
"Mucha gente cree
que cuantas más especies haya en un zoo, mejor es, pero se trata de un
error. Nosotros podríamos aumentar el número de especies si aceptásemos
todos los animales que se recuperan en decomisos, pero no lo hacemos
porque llegan en muy mal estado y sería contraproducente", afirmó en
declaraciones a Efe.
Bertonatti sostuvo que, por el contrario, se
siente "orgulloso" de que en los últimos años se hayan podido "devolver a
la naturaleza" unos 400 animales, entre ellos "107 cóndores andinos que
ahora vuelan libres por varios países de Latinoamérica".
A su
juicio, el zoo debe transformarse "de un centro de entretenimiento a un
centro de conservación con cuatro objetivos: conservar, educar,
investigar y, por último, entretener".
Su modelo es el zoológico
del Bronx porque en Buenos Aires, como ocurre en la institución
neoyorquina, lo ideal sería que los animales vivieran en "condiciones de
semilibertad", aunque admitió que el primero goza de un espacio seis
veces superior a las 18 hectáreas "no ampliables" que ocupa el de Buenos
Aires.
Mientras los conservacionistas se preocupan por la mejora
del recinto y el bienestar de los animales, los políticos bonaerenses se
han enzarzado en una batalla legal sobre el futuro de la institución.
La
magistrada Elena Liberatori aceptó esta semana el amparo presentado por
el legislador opositor Adrián Camps y suspendió la subasta pública
impulsada por el Gobierno de la ciudad por la condición del recinto de
espacio verde y "la especial protección de rango constitucional y legal a
la que esta sujeto el predio".
La jueza sentenció que cualquier
futura concesión del zoológico debe ser aprobada por la Legislatura,
pero la titular de la Dirección General de Concesiones de Buenos Aires,
Silvia Imas, aseguró que apelarán la sentencia porque consideran que la
subasta "es la mejor opción para regularizar una concesión que ha
vencido y tener cinco años para repensar cómo será el zoológico del
futuro".
Camps, miembro del Partido Socialista Auténtico, acogió
con euforia el fallo y subrayó que "el zoo es una rareza mundial, porque
conserva los edificios victorianos originales, a diferencia del de
Londres, donde muchos fueron destruidos durante la Segunda Guerra
Mundial, y su gestión debe ser pública".
El legislador declaró a
Efe que espera que ahora "se abra un debate sobre el futuro del
zoológico y su concepción", ya que, en su opinión, la idea de recinto
"en el que exhibir animales en cautiverio, enjaulados, ya no es
aceptable".
Tanto el director del predio como el legislador Camps
lamentan que en el pliego de licitación se exija que el 85% de los
fondos se destinen a la restauración de los edificios históricos y sólo
el 15% a mejorar la oferta de conservación y educativa.
Imas niega
esos porcentajes, pero reconoce que es muy superior la exigencia para
la restauración "porque son edificios históricos y están muy
deteriorados".
A la espera de que la batalla política culmine, el
zoológico continúa su lenta transformación y el próximo martes se
inaugurará un aviario con aves recuperadas del tráfico de animales para
"para concienciar a los argentinos sobre este grave problema". EFE
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