Son un valor medioambiental, económico e industrial que, hasta ahora y
en su gran mayoría, se echa a perder frente a la costa gallega. Por
eso, el Ayuntamiento de Baiona, con un proyecto elaborado por la
sociedad cooperativa gallega Trespés y financiado desde Europa a través
del Grupo de Acción Costeira (GAC) 17 Ría de Vigo-A Guarda, quiere promover el aprovechamiento sostenible de un recurso que vale su peso en oro.
Según recoge el documento, “las algas cotizan al alza y están de moda
tanto por su valor gastronómico como por su imagen ecológica”.
De hecho, se usan para casi todo, son fundamentales en la vida
cotidiana de las personas, pero para mucha gente pasa desapercibido que
se utilizan constantemente en la industria alimentaria, en la cosmética y
farmacéutica o en agricultura y ganadería. Están presentes hasta en los
chuches de los niños.
Pero es que, además, muchas de ellas se pueden comer. Para la gran
mayoría de europeos esto puede resultar una novedad, pero en Japón, el
mayor productor y exportador de estas joyas marinas en el mundo, llegan a
suponer el 25% de la dieta. Aquí las cosas van un poco más lentas,
y en 1995, en la costa gallega, una de las mayores huertas submarinas
de Europa con más de 600 especies de algas presentes, solamente existía
una sola cofradía que aprovechara este recurso. En 2010, ya había 18, y
cinco empresas gallegas ya tenían autorización de la Xunta para
extraerlas. Antonio Garrido, concejal de Pesca y Marisqueo de Baiona,
lamenta que este sea “un tema que aún está en pañales”. Varias de las
cofradías, a pesar de tener planes de explotación, “no están sacando las
algas”, asegura Tania Martínez, bióloga marina y responsable técnica de
Trespés en el proyecto. “Desde la cooperativa estamos realizando un
estudio aproximativo sobre sus posibilidades potenciales y los
resultados se harán públicos a mediados de septiembre, en unas jornadas
técnicas en Baiona que contarán con la presencia de empresas y
universidades”.
Tras varios muestreos, Martínez ya ha diferenciado “cerca de 40
especies de algas diferentes, de las que varias son comestibles como la
lechuga de mar o el wakame”. Esta última especie, por cierto, está
incluida en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas
del mundo, por su capacidad de colonización de espacios costeros. “Una
razón más para sacarla del agua”, declara Garrido. La recolección de las
algas por parte de estas cofradías y empresas no llega a las 500
toneladas, en una industria que procesa aproximadamente unas 6.000 al
año, lo que supone que Galicia importa el 90% de las que la industria
necesita. Y todo eso, cuando las verduras del mar crecen, se reproducen y
mueren delante de la costa gallega, sin necesidad de sembrarlas,
trasplantarlas, abonarlas y mucho menos regarlas.
La idea de sacar partido de todas las que se pudren en los 40
kilómetros del litoral de Baiona y los ayuntamientos colindantes (Nigrán
por el norte y Oia por el sur) nació en una pequeña cooperativa
afincada en Redondela. La sociedad Trespés, una solución laboral para tres jóvenes a través del autoempleo y el trabajo asociado, presentó el proyecto Oucas de Baiona. Os recursos propios como factor de desenvolvemento,
para el aprovechamiento integral de las algas, que, además de las
visitas guiadas divulgativas que comienzan hoy, contempla varias
acciones coordinadas encaminadas a dinamizar el sector y abrir nuevas
vías de empleo en la zona. La iniciativa, que arrancó en abril, busca
involucrar a los marineros y mariscadores de las cofradías, con cursos
de formación que impartirá la propia Martínez a mediados de agosto,
“para que se habiliten en la extracción de las algas y sepan cuáles son
las especies que se pueden aprovechar, cómo se recogen y cuáles son sus
usos”.
El otro gran objetivo de la propuesta es introducir las algas dentro
de nuestros hábitos alimentarios. “Tienen de todo, son ricas en sales,
combaten enfermedades y alguna contiene más hierro que las lentejas”, se
emociona Garrido, como nuevo descubridor de sus propiedades nutritivas.
En eso coincide con Paco Caneda, un cocinero grovense que ya las ha
incorporado a sus platos (al igual que Arzak o Ferrán Adriá) y que, a
finales de septiembre, impartirá un curso para que otros restauradores
de la zona “le pierdan el miedo” a utilizarlas. Elaborarán cuatro o
cinco recetas todos los días, que ofrezcan “las ideas básicas que luego
se puedan desarrollar”. El curso es gratuito, con la condición de que
los cocineros muestren los conocimientos adquiridos en las jornadas de
degustación que comenzarán el 28 de septiembre.
La gente “caerá en la tentación”, cree Garrido. “A lo mejor, la
primera vez que uno las pruebe no le acaban de gustar, y posiblemente
tampoco la segunda, pero a la tercera seguro que se acostumbra al
sabor”.
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