El jardín del futuro es una huerta. Útil y bella, a ser posible. ¿Qué
pasaría si hubiera plataneras en el centro de París? El equipo de
arquitectos del estudio SOA,
liderado por Pierre Sartoux y Augustin Rosenstiehl, proponen “una
iniciativa agrícola dentro del tejido urbano”. Su proyecto, denominado Urbanana,
es un jardín vertical, un fértil invernadero insertado entre los
edificios de una populosa ciudad. Entre los elegantes edificios
parisinos se podría ubicar, sin romper la elegancia ni la estética
solemne, una estructura verde de seis plantas, acristalada y
transparente, que incluiría una zona de cultivo, un área expositiva, un
restaurante y una tienda. Las plantas regalarían a los paseantes una
oportunidad de comer con los ojos, una sensación respirable entre la
grisura y contundencia del cemento y del asfalto; convivirían con las
personas y estas podrían comer como producto local una de sus frutas
preferidas, que viaja habitualmente a la metrópolis desde lugares
tropicales remotos.
Precisamente la relación entre las frutas tropicales y las ciudades
hambrientas de novedades que las consumen y que demandan la presencia en
los mercados de los productos exóticos es una de las reflexiones que
este colectivo francés de arquitectos quiere subrayar. Esa avidez del
mercado occidental por las exquisiteces de otros mundos hace que los
recolectores empaqueten un alimento que pierde por el camino la
sabrosura que tiene en su lugar de origen. Sabores, texturas, historias…
eso es lo que quieren servir estos arquitectos verdes con su Urbanana.
Lo rural no riñe con lo urbano, creen en SOA, que aparecieron en la
escena arquitectónica en 2001 y llevan desde 2005 planteando distintas
opciones de agricultura ciudadana, huertos verticales mimetizados con el
skyline parisino, por los que han recibido varios galardones.
En 2011 recibieron el premio Europa 40 que reconoce a los arquitectos y
diseñadores emergentes menores de 40 años.
Para romper la densidad arquitectónica de la capital francesa, los
profesionales de SOA plantan en sus proyectos de realidad virtual (que
pugna por ser real) antenas verdes, patios que germinan, rascacielos
como cactus… Interesados en la conservación medioambiental, el diseño,
la sociología y el arte, estos arquitectos no tienen reparo en reconocer
-como confiesan en su web- que les inspira "la poesía" y que quieren
hacer realidad sueños y utopías. La filosofía de SOA quiere sembrar por
las ciudades diseños “que simbolicen y propaguen el arte de vivir”.
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