De seguir las tendencias actuales, en cien años Colombia habrá talado
la totalidad de sus bosques. Lo dijo el viceministro de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial, Carlos Castaño, durante el debate
para la construcción de una Política Forestal Pública y el Foro
Replantémonos, organizado por Colciencias y la Universidad Nacional.
Castaño le explicó a su audiencia que las zonas más críticas son el
Cauca, Nariño, el piedemonte amazónico y la Serranía de San Lucas.
Afirmó que, de continuar así, los bosques de la región Caribe
desaparecerán en 15 años, y que la situación de La Guajira y la región
Andina es igual de dramática.
Según Castaño, el Gobierno está
trabajando en definir las “acciones que nos reorienten al manejo y la
conservación de los bosques en el marco imprescindible de la política de
biodiversidad, pero ante todo en el marco de un desarrollo económico
que sea soportable para los diferentes actores”.
El auditorio
tenía la esperanza de que el Gobierno, luego de ocho años de
desaparecido el Ministerio de Ambiente y la promesa actual de revivirlo,
tuviera un discurso más elaborado y coherente en las siguientes
intervenciones. Pero no fue así y los otros expositores no ocultaron su
desconcierto. El exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, aseguró que
“el discurso que hemos escuchado es anacrónico, vacío e insustancial en
términos de lo que el país requiere. No hay una concepción sobre el
papel de los bosques en el futuro del país en el largo plazo”.
Así
mismo, el investigador Pablo Leyva dijo estar sorprendido por “el nivel
de imprecisión de las presentaciones” oficiales, que se limitaron a
“opiniones y buenos deseos”. Y Alegría Fonseca, una de las decanas de
las políticas ambientales en el país, concluyó que “las locomotoras son
contradictorias al desarrollo social y ambiental de Colombia”.
En
los discursos del Gobierno no se habló sobre las decisiones que se
están tomando para enfrentar la problemática, y de eso se trataba el
debate, de discutir la política forestal en este, el Año Internacional
de los Bosques.
También se escucharon las voces de Hernando
Hernández, representante a la Cámara por la Circunscripción Especial
Indígena, quien insistió en que “la política forestal no debe estar
enfocada a plantar bosques con fines comerciales”, y del senador del
Movimiento AICO, Germán Carlosama, que aprovechó su espacio para
asegurar que le preocupaba que “el desarrollo está concebido desde un
punto eminentemente económico, y la Pachamama desde un punto de vista
neoliberal”.
Elkin Cuesta Mena, comisionado consultivo nacional,
expresó la visión de las comunidades afrodescendientes y dejó constancia
de que una política forestal sólo será viable en la medida en que
“fortalezca nuestra cultura, respete nuestra autonomía territorial
colectiva y propicie la productividad y el desarrollo comunitario”.
Los temas candentes
La
escasa inversión en el sector también fue debatida. Se argumentó que
los gobiernos no han tomado en serio el tema ambiental y forestal, lo
que se evidencia en los bajos presupuestos que se le han asignado. Es
más, en su mayoría se trata de contrapartidas nacionales exigidas por la
cooperación internacional.
La directora de la Fundación Natura,
Elsa Matilde Escobar, mostró su desacuerdo con que en el país “sólo se
hable de plantaciones comerciales”, desconociendo los esfuerzos de la
sociedad civil que vive en el bosque y se dedica a restaurarlo. Alegría
Fonseca compartió esa opinión: “El valor de la biodiversidad no está en
la planta sino en el conocimiento que las comunidades tradicionales
tienen de su territorio desde hace mucho tiempo”.
Una de las
conclusiones apuntó a la necesidad de reconocer que los recursos
forestales no son madera y servicios exclusivamente, sino ecosistemas
complejos donde la vida es fundamental. Se llegó también a un consenso
al advertir que Colombia tiene una de las tasas de deforestación más
altas del mundo (entre 300 mil y 500 mil hectáreas al año), que no se
compara con el ritmo de reforestación.
Cuando se planteó la
pregunta sobre cómo sería una política forestal eficaz, Julio Carrizosa,
coordinador del foro, propuso que “los bosques y las selvas tienen que
estar presentes en las discusiones sobre la ley de víctimas y la ley de
tierras”, argumentando que en los últimos 60 años se han destruido como
consecuencia, primero, de “la colonización de la ganadería extensiva
cuando se ofreció como alternativa a la reforma agraria, luego como
protección de los rebeldes y más tarde como el cordón de protección de
los cultivos ilícitos”. Si no comprendemos la historia, remató, nunca
podremos hacer la paz. Y sin paz no habrá política forestal que pueda
ser eficaz.
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