La “transición ecológica” es una de las promesas electorales de
François Hollande. Se trata de convertir la protección del medio
ambiente en una fuerza económica (e impositiva) y no en una traba. El
proyecto parecía dormir en un cajón ante las urgencias dictadas por la
crisis económica, pero el presidente francés ha resucitado hoy su
espíritu verde y ha reclamado a Europa un recorte más ambicioso de las
emisiones de gas de efecto invernadero. El presidente galo ha precisado
que el cierre de la central nuclear de Fessenheim, la más antigua del
país, será a finales 2016, y no en 2017 como se preveía, y ha cerrado la
puerta a la exploración de gas de esquisto en el país durante el
próximo lustro.
Hablando ante una conferencia ambiental de dos días que analiza el
futuro energético de Francia, Hollande ha desgranado y acelerado el
programa ecológico esbozado durante la campaña, y ante el entusiasmo de
sus aliados ecologistas ha confirmado que su Gobierno cerrará Fessenheim
(en el Alto Rin) antes de la fecha inicialmente indicada, y que lo hará
“recolocando a todos sus empleados”.
La planta, cercana a la frontera alemana, tiene 34 años de edad y ha
sido siempre polémica porque está en una zona de actividad sísmica.
Hollande ha señalado que el cierre de la central debe convertirse en
un “modelo de excelencia” y servir de ensayo para el progresivo apagado
de otros reactores obsoletos, tanto en Francia como fuera del país. El
objetivo de los socialistas es bajar la cuota atómica de la producción
de electricidad del actual 75% al 50% para el año 2025, aunque buena
parte del plazo fijado queda fuera de su mandato político.
Sobre el cambio climático, el presidente ha lanzado una iniciativa
para crear una “Comunidad Europea de la Energía”, y ha apelado a que la
Unión Europea reduzca sus emisiones de CO2 en un 40% antes de
2030 y en un 60% en 2040. La UE se comprometió hace cuatro años a
reducir la emisión de gases de efecto invernadero en un 20% en 2020,
respecto a lo que emitía en 1990, y a aumentar un 20% el uso de las
energías renovables.
Otros reveses
Tras Fukushima, muchos países han dado marcha atrás en sus planes atómicos.- Alemania. Antes del accidente nuclear de Japón, la canciller Angela Merkel anunció que quería alargar la vida de las centrales germanas. Tras el tsunami, decidió que las 17 plantas atómicas del país cierren como máximo en 2022.
- Italia. En junio de 2011, los italianos rechazaron en referéndum los planes de Berlusconi de construir reactores en el país.
- Suiza y Bélgica han decidido cerrar sus nucleares.
- Chile renunció a sus proyectos.
“Estoy preparado para ir más lejos”, ha enfatizado Hollande, que ha
advertido que si la UE no se pone de acuerdo sobre una agenda más
ambiciosa, Francia la aplicará en su territorio. El jefe del Estado ha
señalado que Francia, que es candidata a albergar la cumbre de las
Naciones Unidas sobre el clima en 2015, se compromete a buscar la firma
de un nuevo protocolo contra el cambio climático.
Hollande planea también promover la tasa carbono en las fronteras de
la UE para penalizar a los productos importados y luchar contra “el dumping ecológico”, y ha subrayado que recurrirá a una tasa ecológica para ampliar la financiación de la protección social.
Otro problema es el del gas de esquisto —un gas natural barato cuya
extracción los ecologistas consideran dañina para el medio ambiente—,
que la empresa francesa Total y la estadounidense Schuepbach desean
explorar en diferentes lugares del país desde hace años. El Gobierno
socialista se había mostrado dubitativo en los últimos tiempos, y
Hollande ha tratado de poner orden en ese pequeño caos y ha afirmado que
“la fractura hidráulica, única técnica conocida hoy, no está exenta de
riesgos graves para la salud y el ambiente”. El inquilino del Elíseo
considera además “legítima” la inquietud expresada por varias regiones
del país, y ha prometido que en sus cinco años de mandato “Francia no
explorará ni explotará hidrocarburos no convencionales”.
En EE UU, la explotación de este gas, barato y que se obtiene
rompiendo la roca del subsuelo y con el uso de disolventes, ha supuesto
una revolución.
Dependiente de la energía nuclear como ningún otro país, Francia debe
buscar alternativas rápidas si quiere cumplir la promesa de Hollande,
que ha anunciado nuevas plantas de energía solar y de viento en alta mar
para este mismo año. De momento, las renovables solo cubren el 13% del
consumo energético.
El anunciado cierre de Fessenheim no ha sido la única mala noticia del día para la energía nuclear. Japón ha anunciado que quiere renunciar a la energía nuclear durante la década de los años treinta
y triplicar el peso de las renovables. Hasta entonces, Tokio espera
vencer la resistencia social e ir poco a poco reiniciando sus reactores,
la mayoría de los cuales están parados como consecuencia del desastre
de Fukushima, en marzo de 2011.
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