El Congreso Mundial de Conservación
que se celebra en Jeju (Corea del Sur) ha dado un paso más para
proteger a las aves migratorias en el Mediterráneo, al aprobar por
unanimidad una moción promovida por SEO/Birdlife
que pretende frenar su caza ilegal o abusiva. La medida supone un
compromiso de gobiernos y ONG, aunque no conlleva ninguna implicación
legislativa. En España mueren al año unos cuatro millones de aves por
veneno y otros métodos de captura no permitidos, según datos de la
organización ornitológica.
Uno de los grandes problemas con el que se topan las especies migratorias al llegar a nuestras fronteras es el parany o barraca, un método de caza ilegal, que se practica sobre todo en la Comunidad Valenciana,
en la provincia de Castellón, y que cuenta con el apoyo del Gobierno
regional. En abril de este año la consejera de Infraestructuras,
Territorio y Medio Ambiente, Isabel Bonig, manifestó su apoyo total a
los paranyers, al considerar este sistema cinegético como una muestra de identidad de los valencianos.
El Generalitat valenciana está buscando una fórmula para compatibilizar el parany
con las directivas europeas. “Pero ahora está prohibido y se persigue”,
sostienen desde la Consejería de Medio Ambiente. Una postura que
Nicolás López, responsable de especies de SEO/Birdlife, considera “
increíble, porque se está intentando legalizar una práctica que
constituye un delito”.
El parany
consiste en insertar en un grupo de árboles seleccionados por su
situación un entramado de varas impregnadas con un pegamento (liga) en
el que se adhieren las aves. Para atraer a los ejemplares se utilizan
reclamos vivos o electrónicos. Cada año caen en estas trampas entre
medio millón y un millón de zorzales y varios miles de pequeñas aves
insectívoras como la curruca capirotada, el petirrojo, el mosquitero
común o el colirrojo tizón. Su objetivo principal son los zorzales, pero
“es un hecho comprobado que entre un 20 y un 45% de las capturas son de
otras especies protegidas", denuncian en SEO/Birdlife. “Después se les
rompe el cuello o se les aplasta el cráneo”, describe López. A pesar de
que su práctica está disminuyendo, solo el año pasado, SEO/Birdlife
interpuso 1.841 denuncias y se detectaron 800 instalaciones.
Otro de los métodos que se usan en España para atrapar aves y contra
el que también lucha la organización ecologista es el silvestrismo,
porque, a pesar de no estar prohibido, contraviene la normativa europea
ya que se cazan especies no cinegéticas. En este caso se persigue a
jilgueros, verderones, verdecillos, pinzones, canarios o pardillos para
su adiestramiento para el canto y cría. "Aunque muchos acaban en la
cazuela", aclara el ecologista.
López resalta la preocupación de la Comisión Europea, que este año ha
concedido un proyecto LIFE a varias organizaciones, entre ellas
SEO/Birdlife, para promover acciones de sensibilización contra la caza
ilegal de estas especies.
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