martes, 2 de octubre de 2012

La Gran Barrera de Australia ha perdido la mitad de sus corales

Fotografía cedida sin fechar del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS), que muestra coral blanquecino en la isla de Halfway en la Gran Barrera de Coral en Queensland, Australia, atacada por una especie de estrella de mar "corona de espinas" que mide más de 1 metro de diámetro y que pasa la mitad de su vida comiéndolo, según los científicos, lo que ha causado que la mayor atracción turística australiana haya perdido la mitad de su coral en los últimos 27 años. EFELa Gran Barrera de Coral de Australia, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1981, ha pedido más de la mitad de sus corales en los últimos 27 años, según un estudio difundido hoy.
La investigación realizada por expertos del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS, siglas en inglés) señala que la destrucción de los corales es causada en un 48 por ciento por las fuertes tormentas y en un 42 por ciento por la presencia de las corona de espinas (Acanthaster planci).
Otro de los factores determinantes de la destrucción de la Gran Barrera es el blanqueo de los corales, que es la decoloración de estos organismos a consecuencia del estrés generado por los cambios ambientales.
La investigación señala que si
se erradican las coronas de espinas, la tasa anual de recuperación de los corales podría aumentar en un 0,89 por ciento.
"No podemos parar las tormentas, pero quizás podemos detener a las coronas de espinas. Si lo podemos hacer, le daremos una mayor oportunidad a la Gran Barrera para que se adapte a los retos como el aumento de la temperatura de los mares y la acidificación de los océanos", dijo el director ejecutivo del AIMS en un comunicado.
El estudio indica que la Gran Barrera de Coral necesita entre 10 y 20 años para recuperarse, pero también advirtió de que si se mantiene la tendencia, la Gran Barrera podrá perder nuevamente la mitad de su biodiversidad para 2022.
La salud de la Gran Barrera, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez por la mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.

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