martes, 9 de octubre de 2012

Los científicos disfrutan de su primer volcán en tiempo real

La erupción submarina que ha perturbado la vida en El Hierro ha sido, sin embargo, una experiencia única para los científicos, posiblemente los que más -si no los únicos- que han disfrutado de este fenómeno, pues muchos de ellos han podido asistir y estudiar en tiempo real, por primera vez en sus carreras, el nacimiento de un volcán.


El volcán submarino de La Restinga, en el sur de El Hierro, de cuya erupción se cumple un año mañana, 10 de octubre, tiene de nombre científico 1803-02, pero aún carece de nombre popular, pese a que es el primero en 40 años en Canarias y el segundo en duración registrado en el periodo histórico, con 146 días, tiempo se registraron más de 12.000 terremotos.
Los científicos observaron cómo en estos meses quedó prácticamente aniquilada la vida submarina y se asombraron de su rápida recuperación, midieron cómo se deformaba la isla (en centímetros, imperceptible para las personas) por efecto del proceso magmático y comprobaron cómo entre la lava surgían unas nuevas piedras volcánicas, las bautizadas como restingolitas, que resultaron estar entre las más radiactivas del mundo.
De los movimientos sísmicos al volcán: 5 fases

Relieve del fondo del mar en La Restinga (El Hierro- Canarias)  
La crisis sismovolcánica comenzó el 19 de julio de 2011 y durante la misma el Instituto Geográfico Nacional registró 12.503 movimientos sísmicos hasta el 5 de marzo de 2012 cuando se dio por finalizada tras emerger un volcán submarino que se quedó a unos 130 metros de profundidad.
Más de treinta investigadores y técnicos del grupo de volcanología del IGN estudiaron el fenómeno y concluyeron que hubo cinco fases en esta crisis en función de la sismicidad y la deformación de la isla.
En la primera fase se observaron pequeñas deformaciones que precedieron en unos días a la sismicidad, en la segunda, que duró hasta septiembre, se registraron pequeños terremotos y a partir de la tercera fase se observó una aparente migración de magma desde el norte hacia el sur de la isla, donde está La Restinga.
La cuarta fase comenzó el 27 de septiembre con el aumento importante de magnitud de los seísmos que empezaron a ser sentidos ampliamente por la población, y el 8 de octubre, concretamente a las 21.34 horas, comenzó la quinta fase con un terremoto de magnitud 4,3 en la escala Richter a 12 kilómetros de profundidad y al oeste de La Restinga.
 
Erupción marina 
 
Este terremoto es el que pudo desencadenar el ascenso de magma acompañado de una sismicidad superficial al sur del pueblo que concluyó con el inicio del tremor volcánico el 10 de octubre a las 5.10 horas, momento en que se fija el comienzo efectivo de la erupción submarina a 1,8 kilómetros de distancia de la costa, en la Reserva Marina del Mar de Las Calmas.
El seísmo de mayor intensidad se registró el 11 de noviembre de 2011 y alcanzó los 4,6 grados y cuando el comité científico del Plan de Protección Civil por Riesgo Volcánico (Pevolca) dio por finalizada la erupción volcánica el 5 de marzo de 2012 se estableció que la cima del volcán submarino estaba a 130 metros de profundidad.

Columna de vapor en el mar
En el mar, una mancha verdosa y un burbujeo constante delataban la erupción y el 5 de noviembre se produjo uno de los fenómenos más llamativos, observado desde cerca por los científicos a bordo del del buque "Ramón Margalef" del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Ese día, una súbita emisión volcánica levantó una columna de vapor de 15 metros en el Mar de las Calmas y obligó a evacuar por segunda vez La Restinga.
El fenómeno se produjo porque la temperatura del mar subió de golpe 10 grados, con una energía que hubiera calentado el aire 30.000 grados de haber ocurrido en la atmósfera, según el IEO.
Piedras blancas y negras
La piedras que volcánicas que flotaban en el mar como consecuencia de la erupción, con su color blanco en una parte y negro en la otra, llamaron la atención desde el principio.
Fondo del Mar de las Calmas antes de la erupción de 2011Fueron bautizadas como restingolitas porque el volcán nació junto al poblado pesquero de la Restinga, y tras estudiarlas el físico Antonio Darwich, del Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna, concluyó que se encuentran entre las más radiactivas del mundo.
Aunque tenga una elevada concentración de uranio, la piedra no es peligrosa porque las cantidades de ese elemento radiactivo no son significativas.
El fondo marino
Los biólogos estudiaron los efectos del volcán en el Mar de las Calmas, y comprobaron que algunas microalgas y bacterias sobrevivieron a la erupción submarina y fueron capaces de soportar un cambio climático extremo del agua, que aumentó su temperatura y acidez, mientras que descendió el oxígeno.
En concreto, la especie Prochlorococcus marinus, responsable del 51 por ciento de la tasa de fotosíntesis del planeta, fue el organismo que mejor resistió, cuando se pensaba que se produciría una extinción total de esta microalga por falta de oxígeno y luz, según Iván Alonso, científico del Banco Español de Algas.
También se encontraron bacterias que han presentado unas mejores tasas metabólicas dentro del agua del volcán que en aguas normales, debido a que supieron aprovecharse de los materiales expulsados, como el ácido sulfídrico.
Oxígeno,  CO2 y temperatura
Los estudios científicos en El Hierro también han servido para investigar cuáles serán los efectos sobre los ecosistemas marinos del cambio climático, al alterar drásticamente los mismos factores sobre los que inciden las emisiones de CO2.
En un trabajo de investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO), la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Instituto Geográfico Nacional (IGN), se describen los dramáticos cambios que la erupción produjo en el mar en parámetros como la temperatura, la acidez y la concentración de oxígeno en el agua.
Esos tres factores son los mismos sobre los que actúa en el mar el cambio climático provocado por el hombre con sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que hace de El Hierro "un laboratorio natural único" y a escala de lo que puede ocurrir en los océanos en el futuro, según Eugenio Fraile, del Centro Oceanográfico del IEO en Canarias.
En El Hierro, al cabo de tres meses de erupción, la temperatura del agua había subido 3 grados en un radio de 290 metros alrededor del cráter y casi 19 grados directamente encima.
El pH había caído 2,8 unidades debido a las emisiones de CO2 del volcán y la presencia de oxígeno en el agua había disminuido de forma drástica, hasta ser prácticamente nula entre 75 y 125 metros de profundidad.
Biodiversidad submarina
Estas anomalías tuvieron gran impacto en las comunidades pelágicas, hasta el punto de que los equipos de sónar no detectaban ningún banco de peces en el área afectada por el volcán, mientras los fondos marinos quedaron cubiertos por un nuevo sustrato de lava y cenizas.
La flora y la fauna fue aniquilada en la práctica, pero siempre hubo vida en torno al volcán por la presencia de las bacterias y las microalgas que forman en plancton.
Sólo unos días después del fin de la erupción, un robot submarino fletado por la ULPGC ya pudo comprobar que habían vuelto algunos bancos de peces cerca del volcán.
Antonio González, miembro de la División de Robótica y Oceanografía Computacional de la ULPGC, mostró su sorpresa por lo rápido que regresa la vida al entorno del volcán, pese a que hubo momentos en los que la erupción dejó casi sin oxígeno esas aguas.
Tan pronto como en abril de 2012, un mes después del fin de la erupción, el fondo marino de El Hierro ya estaba preparado para acoger vida.
Aunque el cono volcánico seguía vertiendo cantidades significativas de CO2, había dejado de expulsar el azufre que provocaba la característica mancha verde que se veía en la superficie del mar y que impedía la repoblación de la zona.
Un estudio de Eugenio Fraile determinó que ya había oxígeno en el área de 500 metros alrededor del cráter, en donde empezaron a observarse pequeños alevines.
Aunque la erupción se dio por concluida en marzo de 2012, la realidad es que el volcán submarino no está dormido, y todavía en julio y septiembre de este año se volvieron a registrar nuevos movimientos sísmicos y deformaciones del terreno que confirmaban una reactivación magmática. EFEverde

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