El
alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, declaró hoy la guerra al
poliestireno, material cuyo uso está generalizado en el embalaje de
comida, por el "destructivo" impacto que tiene en el medioambiente.
"Es biodegradable virtualmente imposible de reciclar, y no solo
terrible para el medioambiente, también para los contribuyentes, porque
encarece el coste de reciclar en 20 dólares por tonelada", dijo
Bloomberg en el debate sobre el Estado de la Ciudad.
El alcalde
anunció que trabajará con la presidenta del Concejo Municipal, Christine
Quinn, para adoptar una nueva legislación que prohíba el uso de
poliestireno en las bandejas de comida tan extendidas en tiendas,
restaurantes y "delys" (de delicatessen, restaurantes que tienen también
productos de venta directa al público) de la Gran Manzana.
"Algo
que sabemos que es destructivo, que cuesta un montón de dinero a los
contribuyentes y encima es fácil de reemplazar, es algo de lo que
podemos prescindir", dijo Bloomberg, quien bromeó diciendo que
"sobrevivirán" los vasos de café y los "doggie bag" (bolsas en las que
se lleva el resto de la comida del restaurante a casa).
El
poliestireno, un derivado del petróleo muy expandido por todo el mundo
aunque comercializado bajo distintos nombres, se utiliza de manera
masiva para fabricar platos, vasos y bandejas para alimentos en
restaurantes de comida rápida y genera gran cantidad de residuos.
La
guerra contra el poliestireno es el último frente abierto por el
alcalde, conocido como la "niñera Bloomberg" por sus múltiples
regulaciones para mejorar la salud de los neoyorquinos, como las grasas
saturadas, el tabaco, los refrescos gigantes o la sal.
En esta
ocasión parece contar ya con el apoyo de destacadas figuras políticas de
la ciudad, como la "speaker" Quinn, que aseguró al periódico The New York Times que el poliestireno "vive para siempre" y es "peor que las cucarachas".
De
los cerca de 1,2 millones de toneladas de residuos de comida que se
producen en Nueva York al año, unas 200.000 toneladas son de este
material, según la oficina del alcalde, que planea poner en marcha
también un centro de compostaje con desechos orgánicos.
No es la
primera vez que Nueva York declara la guerra a este material, ya que en
los años ochenta el entonces alcalde Ed Koch, recientemente fallecido,
lanzó una campaña para pedir a los restaurantes de comida rápida que
redujeran el uso. EFEverde
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