sábado, 16 de febrero de 2013

Las abejas endulzan el futuro de zonas del interior y atraen a los turistas

La apicultura ecológica y las actividades turísticas relacionadas con el mundo de la miel se han convertido en un revulsivo para algunas zonas rurales, donde se multiplican los cursos de formación para jóvenes e incluso llegan los turistas para conocer esta práctica agroalimentaria milenaria.

En España hay más de 2,5 millones de colmenas, de las que sólo un 2 % están certificadas como ecológicas, explica a Efeagro el presidente de la Asociación de Apicultores Ecológicos Jaume Cambra.
Este colectivo, que reúne unas 800 colmenas de 30 apicultores jóvenes, nació a partir de un curso sobre apicultura ecológica -impartido por la Universidad de Barcelona y que ya prepara su séptima edición-, cuyos participantes decidieron unirse para seguir trabajando juntos.
"Hay mucha gente joven interesada, generalmente aficionados con la idea de empezar a producir en ecológico en breve", señala Cambra, aunque es necesario "al menos dos o tres años de aprendizaje".
Sus consejos para los apicultores que empiezan son claros: formación, tener claro qué se quiere hacer y cómo se va a vender el producto, ya que "encontrar los canales de comercialización correctos es una de las asignaturas pendientes".
Una de las opciones es unir esfuerzos con el turismo rural; es el caso de Aurelio González en cuyo alojamiento rural "además de un estancia pensada para tranquilidad, se ofrecen actividades paralelas como menús ecológicos, rutas "de la miel" por el campo o degustaciones de este producto.
También realizan cursos de apicultura ecológica para formar a gente joven, una actividad que puede ser "una alternativa para fijar población en el mundo rural", resalta González, ya que este tipo de producción solo se puede poner en práctica en el territorio rural, lejos de los insecticidas y tratamientos para la agricultura, que perjudican, a su juicio, el desarrollo de las abejas.
En Cantabria, Montserrat Santos produce y vende miel ecológica de brezo, que vende fundamentalmente como producto "gourmet" fuera de España, en Londres o China.
Ahora han abierto su pequeña explotación familiar a las visitas, sobre todo de excursiones de escolares y de personas de la tercera edad, e incluso de parejas que quieren descubrir cómo se cata la miel.
A los más pequeños les sorprende conocer de cerca "la casitas de las abejas", mientras que a los mayores lo que más les llama la atención es advertir que la miel se extrae en un estado mucho más líquido del que luego se consume, detalla Santos.
En el caso del Museo de la Miel de Colmenar, en la provincia de Málaga, y que abrió sus puertas en 2010, acude público escolar y cada vez más extranjeros, sobre todo británicos y alemanes, según su responsable, Fernando de Miguel.
Una abeja gigante, vídeos didácticos, un recorrido por colmenas antiguas y un paseo por el campo para conocer "in situ" el trabajo de las abejas componen este "viaje" por el mundo de la apicultura, que incluye también un taller para hacer velas.
La miel ha guiado la historia de algunas zonas de interior de España, como la Alcarria, un espacio comprendido entre la provincias de Guadalajara y Cuenca que concentra a unos 220 municipios, y es un productos amparado bajo su propia Denominación de Origen.
Ahora, para difundir aún más las bondades de este alimento y, al tiempo atraer al turista, cada año realizan actos como la feria regional apícola en Pastrana o el premio "Su peso en miel ", en Peñalver, en el que se regala a un famoso tantos kilos de miel como marque la báscula. EFE

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