Estos deslizamientos, iniciados en las paredes del fiordo, provocaron unas cicatrices geológicas que son visibles aun hoy en día.
ECOticias.
El 21 de abril de 2007, un terremoto de magnitud 6,2 en la
escala de Richter provocó tsunamis que causaron víctimas mortales y
daños importantes en infraestructuras de la industria de la cría de
salmones en las costas chilenas. Investigadores de la Universidad de
Barcelona han iniciado una campaña oceanográfica para determinar sus
consecuencias en el fondo marino.
"Estos deslizamientos, iniciados en las paredes del fiordo,
provocaron unas cicatrices geológicas que son visibles aun hoy en día.
El estudio de estos deslizamientos, y de otros todavía más antiguos
que puedan ser identificados, permitirá interpretar su dinámica,
caracterizar su peligrosidad y modelizar la propagación de la onda
destructiva", explica el profesor Galderic Lastras, del Departamento de
Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la UB, que es
miembro del GRC Geociencias Marinas y director de esta campaña
oceanográfica.
En la campaña también participan Miquel Canals, jefe de
investigación del GRC Geociencias Marinas, y otros miembros de este
equipo científico, además de expertos del Servicio Geológico de Noruega
(NGU), el Centro de Geología Marina de la Universidad de Gante
(Bélgica), la Universidad de Malta y el Instituto de Física del Globus
de París, la Universidad de Chile y el Servicio Nacional de Geología y
Minería de Chile (SERNAGEOMIN).
Los investigadores llevan a cabo prospecciones geológicas mediante
técnicas acústicas para obtener cartografías de los fondos marinos de
muy alta resolución, con un nivel de detalle muy elevado (de hasta un
metro) y secciones sísmicas que muestran la disposición de las rocas
por debajo del fondo marino.
"El fiordo de Aysén es un modelo geológico altamente relevante para
comprender este tipo de procesos en otras masas de agua cerradas o
semicerradas como fiordos, lagos, embalses, etc. que puedan alojar
núcleos de población en riesgo", apunta el profesor Galderic Lastras.
"Por eso, este estudio es un ejemplo claro de cómo la investigación
científica puede actuar en beneficio directo de la sociedad, y más
concretamente, en relación con la ocurrencia, la investigación y la
mitigación de catástrofes naturales".
En esta expedición, la dotación del buque oceanográfico BIO
Hespérides está encabezada por el comandante Jaime Cervera y sus
oficiales, y en ella participan dos miembros del Instituto Hidrográfico
de la Marina, así como dos pilotos de la Armada chilena que aportan
sus valiosos conocimientos en la navegación por los canales
patagónicos.
La Unidad de Tecnología Marina (UTM-CSIC) proporciona apoyo técnico
al equipo científico, que navega por un área marina relativamente
cerrada y poco conocida pero de gran belleza natural. La campaña, que
acabará el 17 de marzo en Punta Arenas (Chile), forma parte de la
acción complementaria DETSUFA, financiada por el Ministerio de Economía
y Competitividad.
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