viernes, 15 de marzo de 2013

El movimiento 'Nucleares, No' renace en Asia con protesta en India

En el área rural que rodea el puerto de Jaitapur, en India, los campesinos apenas tienen para comer pero llevan cerca de ocho años rechazando compensaciones e impidiendo al Gobierno la construcción de la mayor planta atómica del mundo, en lo que supone el renacimiento en Asia del movimiento 'Nucleares, No'.

"Quién iba a hacer presagiar a la industria nuclear europea, y a los bancos que la apoyan que en su deslocalización hacia el Sudeste asiático se iban a encontrar con la oposición de los más pobres", explicó Vaishali Patil, líder del movimiento antinuclear en Jaipatur (India), en una entrevista con Efe.
Patil ha recorrido esta semana varios países europeos, entre ellos España, recabando apoyos para frenar este gigantesco complejo nuclear, de 9.900 megavatios, promovido por la Corporación India de Energía Nuclear (NPCIL) con tecnología francesa (reactores presurizados Areva de nueva generación) y financiación de bancos de toda Europa, entre ellos alguno español.
La activista, doctora en Sociología, de 42 años, asegura que la zona donde planean situar los seis reactores del complejo reúne "los mismos requisitos que Fukushima", la central accidentada en Japón en 2011, "al tener un altísimo riesgo sísmico y de tsunamis".
El área es además uno de "los vergeles de India y del mundo" por su riqueza agrícola y pesquera, "dos recursos de los que se alimentan miles de personas del estado indio de Maharashtra, que no tienen otra cosa para vivir".
"Los europeos deben saber que las empresas y bancos de sus países están mirando a países asiáticos como India, Indonesia o Camboya para desarrollar los planes que no pueden poner en marcha localmente", dijo, y pidió apoyo en esta batalla "porque el problema de los residuos nucleares o de un posible accidente nos afecta a todos".
A pesar de vivir en la más absoluta pobreza, "el 90% de los habitantes de la zona donde se proyecta construir la central han rechazado la compensación que les daba el Gobierno por expropiar sus tierras y el 10% que no lo ha hecho es porque es propietario pero no vive en la zona sino en la capital del estado, en Bombay", explicó la activista.
A la empresa pública encargada de construir la central le ha sido imposible trabajar desde el año 2005 por las protestas ciudadanas.
"No queremos esa planta en nuestras tierras porque no queremos riesgos innecesarios en un estado con tantas posibilidades para las energías renovables; porque no reducen nuestra dependencia energética en tanto que tendríamos que importar el uranio; y porque supone un coste elevadísimo", sostuvo.
Según Patil, el coste de los reactores presurizados de nueva generación de Areva previstos para Jaipur se ha multiplicado por cuatro respecto a lo inicialmente presupuestado en los países donde se están construyendo, como Finlandia, "lo que hace que el día que produzcan electricidad se tenga que vender a un precio elevadísimo".
"Y eso sin tener en cuenta el problema sin resolver de los residuos", alertó la activista, quien apunta a que si India, que cuenta con 20 reactores operativos en la actualidad, "pusiera en relación lo que ha invertido en energía nuclear y el beneficio que ha tenido, el balance, sin duda, sería negativo".
Patil denuncia el "oscurantismo" del Gobierno de India en este sentido, le acusa de ocultar durante años "pequeños grandes accidentes nucleares" y de impedir la participación ciudadana en este proyecto.
A pesar de las dificultades, la activista insiste en que ni ella ni sus conciudadanos se arrugan: "La lucha antinuclear es para nosotros, tras la de Gandhi, la segunda batalla por nuestra libertad". EFE

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