El trabajo de Alejandro Martínez-Abraín y Daniel Oro, que se ha publicado recientemente en la revista Biological Conservation, examina los contenidos de 120 artículos publ
ECOticias.
Los investigadores del Grupo de Ecología de Poblaciones del
Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB) alertan
que algunas prácticas habituales en la gestión de la conservación
ambiental no responden a criterios científicos sino a ideas
preestablecidas y que, en consecuencia, pueden tener resultados
inesperados y suponer una gestión ineficaz de los limitados recursos
económicos que se destinan actualmente a la conservación.
El trabajo de Alejandro Martínez-Abraín y Daniel Oro, que se ha publicado recientemente en la revista Biological Conservation,
examina los contenidos de 120 artículos publicados en 20 de las
revistas científicas internacionales más importantes en el campo de la
biología de la conservación, con el objetivo de identificar los ámbitos
más vulnerables al desarrollo de dogmas que puedan afectar la gestión
ambiental y sugerir estrategias para prevenirlos.
Concretamente, los investigadores del IMEDEA se han centrado en dos
de los principales agentes que, de la mano de la actividad humana,
contribuyen al cambio global, como son la alteración, pérdida y
fragmentación del hábitat y la llegada de especies exóticas. En estos
dos ámbitos, los investigadores han identificado cuatro ideas
comúnmente extendidas a partir de las cuales se han implementado
prácticas conservacionistas que han dado lugar a resultados imprevistos y
que han sido recogidas en los artículos analizados.
Es el caso, por ejemplo, de la alimentación suplementaria, que se
percibe de manera generalizada como una práctica de gestión
recomendable para lograr la recuperación de poblaciones en peligro.
Ahora bien, los investigadores advierten que diferentes estudios ponen
de manifiesto que también puede generar problemas demográficos
inesperados con consecuencias no deseadas.
Especies invasoras, exóticas y predadores
Del mismo modo, los investigadores ponen en duda la efectividad
absoluta de las prácticas de control de predadores generalistas, ya sea
por fines de caza o de conservación, en el sentido que no es una
estrategia rentable. Los autores han detectado numerosos estudios en
los que se evidencia que tan pronto como se da por terminada la tarea
de control de los predadores se devuelve a la situación original, de
modo que la inversión hecha se pierde.
Otro aspecto que se pone en cuestión hace referencia a la extendida
idea de que las especies exóticas siempre son perjudiciales. En este
sentido, los investigadores apuntan que en determinadas circunstancias
pueden tener incluso efectos positivos. Es el caso, por ejemplo, de
aquellas especies que acaban ocupando un nicho ecológico similar al de
una especie extinta en el pasado y que se acaban convirtiendo en su
equivalente funcional, lo que puede acabar comportando efectos
positivos para el ecosistema.
Finalmente, se plantea también la necesidad de revisar la idea sobre
la viabilidad de la erradicación de las especies invasoras, desde el
punto de vista que esta eliminación puede acabar desencadenando unos
inesperados efectos secundarios no deseados a través de la predación,
la competencia, los cambios en el hábitat y en el comportamiento
alimentario de todo el ecosistema. Esto puede ocurrir, por ejemplo, en
aquellos casos en los que la erradicación de la especie invasora se
produce mucho tiempo después de su llegada.
Por todo ello, los científicos mantienen que, desde una perspectiva
general, "la mejor estrategia para prevenir la generación de dogmas en
la biología de la conservación pasa por replicar los experimentos tanto
como sea posible en el espacio y el tiempo en el que han evolucionado
las especies y publicar todos los resultados, tanto los positivos como
los negativos, para que estén a disposición de todo tipo de
profesionales de la conservación".
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