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En
Ecuador todo estaba listo para celebrar la Semana del Ambiente a
principios de junio. Pero irónicamanete, el último día de mayo le trajo
al ministerio del Ambiente un gran problema, nuevo y viejo conocido a la
vez: otro derrame de petróleo en uno de los principales oleoductos del
país, que vertió más de 11.400 barriles de crudo a orillas del río Coca,
en el noreste de Ecuador.
El vertido se convirtió en una extensa
mancha negra que se desplazó con el curso del río y llegó al río Napo,
que pasa junto al Parque Nacional Yasuní, uno de los de mayor
biodiversidad de la Tierra, antes de seguir hacia Perú y desembocar en
el Amazonas.
Fue así como el derrame terminó teniendo
consecuencias políticas y acaparando la atención del país vecino e
incluso la del de más allá, Brasil, que se declaró 'en alerta' el
domingo a la espera de que la mancha negra pudiera eventualmente llegar a
su territorio, algo que al parecer aún no ha pasado y tal vez nunca
llegue a ocurrir de manera visible.
Pero este derrame, causado por
un deslizamiento de tierra que arrastró un tramo del oleoducto conocido
como SOTE (Sistema de Oleoducto Transecuatoriano), es sólo el más
reciente de muchos en Ecuador.
Hace apenas dos meses que otro
accidente por un deslave causó un derrame en otro oleoducto, el de
Crudos Pesados (OCP), en el que más de 5.000 barriles de crudo
contaminaron un área agrícola y ganadera de la provincia costera de
Esmeraldas, en el noroeste del país.
'Ecuador es el mejor ejemplo
de por qué no se debe extraer petróleo en la Amazonía', le dijo a BBC
Mundo el biólogo e investigador Diego Mosquera, director de la Estación
de Biodiversidad de Tiputini, en el parque Nacional Yasuní.
'Ha
habido derrames muchísimas veces. En los últimos 30 años por las
operaciones petroleras en la Amazonía se han derramado algo así como 20
millones de galones de petróleo', dijo Mosquera, que lleva 15 años
trabajando en la zona.
Según datos del ministerio del Ambiente
ecuatoriano la media de accidentes entre 2000 y 2010 fue de casi 50 al
año. Y en 2011, según datos del ministerio citados por el diario Hoy, se
reportaron 60 derrames de hidrocarburos en el país.
'A veces cuando son derrames pequeños, en refinerías o por negligencia, ni siquiera aparecen en las noticias', asegura Mosquera.
La dificultad de medir los daños
'Se
sabe que la Amazonía es un hábitat muy frágil. Entonces cualquier
impacto, por mínimo que sea, tiene un efecto muy grande', dijo el
biólogo.
Los derrames pueden tener grandes repercusiones
ecológicas y económicas, que pueden afectar la fauna y a la flora, el
turismo y a las comunidades que viven en la Amazonía, que dependen de la
pesca y de los ríos como fuente de agua potable.
Los daños
causados dependen de la cantidad y el tipo de crudo derramado en cada
accidente, así como de las medidas tomadas para su contención y
limpieza. Pero en este caso, según Mosquera, es difícil valorar el
impacto ecológico.
'Como es una mancha de petróleo que se mueve por el río va dejando un impacto allá por donde pasa', explicó.
Eso
afecta también a comunidades que dependen del río para su subsistencia,
como la población de la ciudad de Coca, que se quedó sin acceso al
agua.
Algunos componentes del petróleo son solubles en el agua y
otros se evaporan. Algunos se depositan en el fondo de los ríos, parte
se queda varada en los meandros y parte por las riberas. Así que a
medida que la mancha avanza río abajo se va desvaneciendo.
Lo que queda visible son 'manchas de petróleo en las orillas' y 'aceite en el agua'.
'En la parte ecuatoriana, por ejemplo, ya no se ve mucho el impacto porque la mancha de petróleo ya se fue'.
Según
el biólogo, se puede predecir el impacto que el accidente tendrá sobre
la población de peces o aves, por ejemplo, pero para dar cifras hace
falta hacer estudios más complejos.
Entretanto, el ministerio del
Ambiente ecuatoriano informó el lunes en su página web que estaba
emprendiendo 'las acciones necesarias para garantizar que los daños
ocasionados por los derrames de petróleo producidos por diferentes
causas en Ecuador, sean reparados'.
¿Daños inevitables?
El
accidente que causó este último derrame en Ecuador fue aparentemente
fortuito: es difícil predecir un deslizamiento de tierra.
Pero
sólo un 1,5% de todos los derrames que tuvieron lugar entre 2000 y 2010
fueron por un 'desastre natural', según datos del ministerio del
Ambiente ecuatoriano.
Fue la 'corrosión' la que causó mayores
daños: un 28% del total de accidentes, seguido de 'atentados', con un
26% y de fallas mécanicas con un 17%.
Según le dijo a BBC Mundo
Alexandra Almeida, coordinadora de la línea de petróleo de Acción
Ecológica de Ecuador, el SOTE 'ya es un oleoducto viejo'.
'Ya sobrepasó su tiempo de vida óptima. Eso pudo haber contribuido a que esa ruptura fuera más fácil', añadió.
El
SOTE, que tiene unos 500 km de largo, con tramos bajo tierra y tramos
expuestos, fue construido en los años 70 para llevar el petróleo desde
la Amazonía hasta la costa, cruzando los Andes.
Este gran
oleoducto tiene cierta tecnología diseñada para tratar de evitar los
derrames, como bombas de presión que bombean el petróleo y cuyo
funcionamiento se puede detener para minimizar daños en caso de derrame.
Pero según Almeida ninguna tecnología es perfecta.
'Estos eventos no se pueden evitar. Cuando se hace actividad petrolera siempre hay riesgos de este tipo', dijo.
Según
Almeida estos derrames deben ser una señal de alerta frente a las
nuevas propuestas para ampliar la política de explotación petrolera en
Ecuador a otros lugares, como el centro-sur de la Amazonía, 'donde hay
unos bosques casi intocados'.
'Este tipo de eventos nos están
dando señales para que pensemos bien qué es lo que estamos haciendo para
el futuro del país', declaró.
Según la activista, en el telón de
fondo de este problema hay una dialéctica entre los intereses económicos
y la protección del medio ambiente.
'Siempre se prioriza el
ingreso económico de una actividad, como la petrolera o la minera, sobre
los daños ambientales que puede provocar', lamentó Almeida.
El
presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha defendido en numerosas
ocasiones la explotación petrolera como una fuente de ingresos clave
para la economía del país.
Pero desde la Estación de Biodiversidad
de Tiputini, en el parque Nacional Yasuní, el biólogo Diego Mosquera
asegura que desde hace décadas Ecuador es 'un precedente mundial' de
cómo no hacer las cosas.
'Si tú haces un tour por la parte sur de la Amazonía, donde estamos nosotros, ahí todavía ves fauna en estado silvestre', dijo.
'En
cambio en el norte se hace lo que llamamos un 'toxitour': un tour en el
que tú vas viendo todos los efectos directos e indirectos que la
explotación petrolera ha dejado en el medio ambiente', concluyó.
Entretanto,
las autoridades de Ecuador y Perú siguen sobrevolando el río Napo y
monitoreando las riveras en busca de la mancha de hidrocarburos.
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