Peter Klimmek ha pasado toda su carrera en una planta
nuclear en Alemania. El año que viene se jubilará, sólo unos meses antes
de que lo haga su lugar de trabajo.
La planta nuclear en un pequeño y remoto pueblo de
Würgassen, a medio camino entre Fráncfort y Hamburgo, ha sido la pasión
de Klimmek durante los últimos 37 años.
Pero en 2014 casi no quedará nada de el que fue el
primer reactor de agua en ebullición comercial de Alemania. La decisión
alemana de cerrar todas las centrales nucleares en 2022, provocada por
el desastre de Fukushima ocurrido el año pasado en Japón, es un hecho.
"Te marca para siempre ver como esta planta se
desmantelada", dice Klimmek, de 63 años, a sólo unos pasos del inmenso
agujero en el suelo donde se encontraba la vasija del reactor.
El desmantelamiento de las centrales supone
principalmente retirar y deshacerse del material contaminado así como el
desmantelamiento de las propias plantas mientras se vigila que no haya
fugas radiactivas.
Gastar el combustible de los reactores requiere que sea
recubierto y después transportado a vertederos seguros, mientras que
las torres de refrigeración, a menudo consideradas un atentado contra el
paisaje, deben ser demolidas.
"Todo lo que quedará son fotos y vídeos, pero por lo
demás, sólo manos vacías", añadió rodeado por trabajadores vestidos con
uniformes naranjas que se emplean a fondo en la retirada de partes de la
central".
Klimmek llegó a la planta nuclear en el pequeño pueblo
de Würgassen en 1975, cuando la resistencia pública contra la energía
nuclear tan sólo estaba comenzando a tener presencia en Alemania.
Hoy en día, los cuatro operadores de plantas nucleares
en Alemania, E.ON, RWE, EnBW y Vattenfall, han hecho unas provisiones
totales de más de 30.000 millones de euros para desmantelar las plantas y
la deposición de residuos nucleares.
La segunda empresa de Alemania, RWE, estima que
desmantelar sus dos reactores en Biblis costará 1.500 millones de euros,
sin contar costes de almacenamiento para los residuos nucleares.
E.ON, la mayor empresa eléctrica del país, calcula
costos de 1.100 millones de euros por planta en el desmantelamiento y
retirada del material radiactivo de cada una.
PERSONAL TRABAJANDO
Pero las estimaciones de los costes totales del
desmantelamiento de todas las plantas nucleares de Alemania difiere
mucho debido a la compleja naturaleza del proceso. Greenpeace espera al
menos 44.000 millones de euros, mientras que la consultora Arthur D.
Little ha situado el gasto total en una cifra nunca inferior a los
18.000 millones de euros.
No obstante, un año después del accidente de Fukushima,
50 países continúan con centrales operativas y otras en construcción,
pero las medidas adicionales de control de los riesgos impuestas a raíz
del desastre están aumentando su coste operativo.
La Asociación Nuclear Mundial estimó en marzo que los
operadores estadounidense calculaban un gasto de 1 millón de dólares
(815.000 euros) por reactor para adaptarlos a las medidas de seguridad
adicional post-Fukushima.
Tras el accidente, Alemania, Suiza y Bélgica decidieron
deshacerse de sus plantas nucleares conjuntamente para relanzar en
contraposición las economías renovables.
En aquellos países que han elegido abandonar sus
programas nucleares, las operadoras no podrán hacer todo el trabajo de
desmantelamiento por sí solas, así que actores especializados podrán
estar mejor posicionados para hacerse con los beneficios del desarme, un
proceso cuya duración se estima que durará décadas.
"Tenemos claro que habrá más trabajo en el mercado",
dijo Ulf Kutscher, jefe ejecutivo de Nukem Technologies, parte de la
empresa nuclear estatal rusa Rosatom.
La empresa está especializada en la deposición de
residuos nucleares además de en el desmantelamiento de plantas nucleares
y tiene experiencia en varios países europeos, incluido Francia, donde
está ayudando con el desarme de la central nuclear de Brennilis.
"Pero no sabemos cuando trabajo se hará finalmente por
parte de las propias operadoras. Me puedo imaginar que harán un buen
negocio con el desmantelamiento", dijo Kutscher.
Entre otras tareas, la alemana Energiewerke Nord GmbH
(REA) planea y lleva a cabo grandes proyectos de desmantelamiento,
incluyendo la retirada a distancia de las fuertemente contaminadas, como
la vasija del reactor.
"Mientras los combustibles nucleares permanezcan en las
plantas, el proceso de desmantelamiento no se puede iniciar", dijo el
director gerente de la REDA, Juergen Ramthun, y agregó que podría durar
entre 5 y 7 que todos los elementos combustibles se eliminasen y la
planta estuviera lista para su desguace.
Fuera del enorme bloque de cemento, los pájaros cantan y
las flores están en su punto álgido. Pocos imaginarían que aquí había
un central nuclear.
Unos meses después de la jubilación de Klimmek la última parte de la central será retirada.
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