Desde un principio, el proyecto Amsterdam Smart City se ha basado en la colaboración entre empresas, organismos públicos, institutos de investigación y los residentes de la ciudad
Anna Boluda
Hace ya dos décadas que los habitantes de Ámsterdam votaron
reducir el tráfico de coches en el centro de la ciudad. Medidas como
esta hicieron de la capital holandesa uno de los referentes de las ciudades sostenibles. Desde 2009, sin embargo, han ido un paso más allá: ahora el objetivo es convertirse en una Smart City,
dónde la combinación de nuevas tecnologías y participación ciudadana
consiga reducir el consumo de energía y hacer la ciudad aún más
habitable para todos. Es lo que llaman 'transición energética', y que
pretende, entre otras cosas, reducir las emisiones de CO2 un 40% para el año 2020.
Desde un principio, el proyecto Amsterdam Smart City
se ha basado en la colaboración entre empresas, organismos públicos,
institutos de investigación y los residentes de la ciudad, porque los
cuatro colectivos son necesarios para que las iniciativas funcionen de
verdad: así como la tecnología que las haga posibles, el empuje para
poner en marcha el proyecto y las personas que quieran formar parte de
este gran experimento.
El área metropolitana de Ámsterdam se ha convertido así un gran
laboratorio para nuevas ideas. La mayoría de proyectos comienzan como
prueba piloto. Las que se muestren efectivas intentarán implementarse a
gran escala. En Ámsterdam y en otros lugares, porque son muchas las
ciudades de todo el mundo que siguen de cerca lo que están haciendo. En
parte, porque más allá de los beneficios ambientales, existe un ahorro
energético que va directo al bolsillo.
Los proyectos de Amsterdam Smart City se engloban en cuatro
grandes áreas: vivienda, trabajo, movilidad y espacios públicos. En este
reportaje os ofrecemos una muestra de los más destacados.
El consumo doméstico de energía, con el máximo detalleLas más de 400.000 viviendas de Ámsterdam son responsables de un tercio de las emisiones de CO2 de la ciudad, pero un buen conocimiento del consumo energético puede permitir reducir de manera sencilla hasta un 30%.
Para ello se han instalado de manera experimental varios lectores
inteligentes que permiten conocer el consumo al momento, tanto con una
pantalla que recibe los datos por wifi, como haciendo una consulta online. Y esto se acompaña con campañas de información para que participen todos los miembros de la familia, y también bloques para compartir ideas. Uno de los proyectos permite que los residentes puedan marcarse objetivos de ahorro energético, y comprobar en tiempo real si los están cumpliendo.
Para rizar más el rizo, en el barrio de Haarlem, 140 viviendas han
usado durante cuatro meses el llamado Plugwise, un sistema de pequeños
medidores en cada enchufe que permite saber qué consume cada aparato por separado. Los resultados que más han impactado han sido saber lo que gasta el stand-by
de televisores u ordenadores y descubrir que la habitación de la casa
con el consumo más alto suele ser la de los hijos adolescentes. Buena
parte de los participantes han conseguido reducir el consumo un 25%
simplemente haciendo un uso más eficiente y apagando lo que no se está
usando.
Once Energie (literalmente,
'nuestra energía') va todavía un paso más lejos. Se trata de una especie
de cooperativa que pretende financiar de manera colectiva hasta siete
molinos de generación eólica. Una parte de la inversión vendría de las
empresas de comercialización de energía, y otra de las personas que
quieran asociarse por sólo 50 euros. El objetivo es ‘reclutar' un total
de 8.000 familias, y calculan que con las 1.200 primeras ya podrán
construir el primer molino.
El potencial de ahorro energético en los espacios de trabajoUno de los logros de Amsterdam Smart City
es descubrir cosas en las que quizá antes no se había pensado. Por
ejemplo, que en los edificios de oficinas de Ámsterdam en muchos casos
el coste de la energía y la calefacción van incluidos en el precio del
alquiler. Y esto hace que las empresas tengan poca motivación para
cambiar su manera de consumir energía: si el ahorro se lo llevará el
propietario del edificio y no la compañía, el interés es bajo.
Y cambiar esto sería interesante, porque en un experimento realizado en la torre ITO,
un gran edificio de oficinas, han aplicado también el sistema de los
contadores en cada enchufe, y sólo apagando todos los aparatos
innecesarios fuera de las horas de oficina han conseguido reducir el
consumo un 18%. La torre ITO es una de las construcciones insignia del
distrito de Zuidas, que se podría definir como el equivalente de
Ámsterdam el 22@ de Barcelona, y dónde se prevé instalar 3.000 paneles
solares en las azoteas de los nuevos edificios, uno por cada diez
personas que trabajan o viven en ese barrio.
Además de hacer los edificios más sostenibles, también se buscan
alternativas al puesto de trabajo convencional, más allá del teletrabajo
desde casa, que no siempre termina de convencer. Para ello se han
proyectado los 'Smart Work Centers', el primero de ellos en el barrio de IJburg.
Es una zona nueva de la ciudad, construida a finales de los 90, con
mayoría de familias jóvenes y la instalación de fibra óptica para
internet más rápida del mundo: hasta 500 megas por segundo. El barrio es
en realidad una isla que hace muy evidente los atascos de coches para
entrar o salir en las horas punta. Este centro, que viene a ser una gran
oficina compartida, puede evitar desplazamientos ofreciendo un espacio
para trabajar con un sistema de conexión que permite videoconferencias
de la más alta calidad. Se está estudiando la manera de financiar las
instalaciones por parte de las empresas de los trabajadores que las
utilicen.
Combustible a través del enchufeAunque cuando
pensamos en movilidad en Ámsterdam visualizamos tranvías y bicicletas,
el transporte -incluyendo también camiones de mercancías y buques-causa
un tercio del CO2 del área metropolitana. Uno de los máximos
emisores es el puerto, dónde atracan desde pequeñas embarcaciones
particulares a los cruceros que hacen la ruta por el río para los
turistas, y que tradicionalmente se abastecen con electricidad
proveniente de generadores diesel que causan contaminación acústica y
atmosférica. Ahora se han instalado los primeros puntos de conexión de
energía limpia, proveniente de fuentes renovables. Estos nuevos enchufes
se activan mediante un código por teléfono móvil, y se factura
exactamente la energía utilizada en la cuenta bancaria. El objetivo es
que este sistema sustituya por completo los generadores diesel.
Otro proyecto pone a prueba unos cargadores para las baterías de
coches eléctricos en casa y la oficina, con un limitador que permite la
conexión sin afectar el funcionamiento del resto de aparatos que se
utilizan en ese momento. Es decir, este enchufe sabe qué proporción de
energía puede usar en la recarga, y además calcula cuánta energía ha
destinado exactamente a la batería.
Desde un principio, el proyecto Amsterdam Smart City
se ha basado en la colaboración entre empresas, organismos públicos,
institutos de investigación y los residentes de la ciudad, porque los
cuatro colectivos son necesarios para que las iniciativas funcionen de
verdad: así como la tecnología que las haga posibles, el empuje para
poner en marcha el proyecto y las personas que quieran formar parte de
este gran experimento.
El área metropolitana de Ámsterdam se ha convertido así un gran
laboratorio para nuevas ideas. La mayoría de proyectos comienzan como
prueba piloto. Las que se muestren efectivas intentarán implementarse a
gran escala. En Ámsterdam y en otros lugares, porque son muchas las
ciudades de todo el mundo que siguen de cerca lo que están haciendo. En
parte, porque más allá de los beneficios ambientales, existe un ahorro
energético que va directo al bolsillo.
Los proyectos de Amsterdam Smart City se engloban en cuatro
grandes áreas: vivienda, trabajo, movilidad y espacios públicos. En este
reportaje os ofrecemos una muestra de los más destacados.
El consumo doméstico de energía, con el máximo detalleLas más de 400.000 viviendas de Ámsterdam son responsables de un tercio de las emisiones de CO2 de la ciudad, pero un buen conocimiento del consumo energético puede permitir reducir de manera sencilla hasta un 30%.
Para ello se han instalado de manera experimental varios lectores
inteligentes que permiten conocer el consumo al momento, tanto con una
pantalla que recibe los datos por wifi, como haciendo una consulta online. Y esto se acompaña con campañas de información para que participen todos los miembros de la familia, y también bloques para compartir ideas. Uno de los proyectos permite que los residentes puedan marcarse objetivos de ahorro energético, y comprobar en tiempo real si los están cumpliendo.
Para rizar más el rizo, en el barrio de Haarlem, 140 viviendas han
usado durante cuatro meses el llamado Plugwise, un sistema de pequeños
medidores en cada enchufe que permite saber qué consume cada aparato por separado. Los resultados que más han impactado han sido saber lo que gasta el stand-by
de televisores u ordenadores y descubrir que la habitación de la casa
con el consumo más alto suele ser la de los hijos adolescentes. Buena
parte de los participantes han conseguido reducir el consumo un 25%
simplemente haciendo un uso más eficiente y apagando lo que no se está
usando.
Once Energie (literalmente,
'nuestra energía') va todavía un paso más lejos. Se trata de una especie
de cooperativa que pretende financiar de manera colectiva hasta siete
molinos de generación eólica. Una parte de la inversión vendría de las
empresas de comercialización de energía, y otra de las personas que
quieran asociarse por sólo 50 euros. El objetivo es ‘reclutar' un total
de 8.000 familias, y calculan que con las 1.200 primeras ya podrán
construir el primer molino.
El potencial de ahorro energético en los espacios de trabajoUno de los logros de Amsterdam Smart City
es descubrir cosas en las que quizá antes no se había pensado. Por
ejemplo, que en los edificios de oficinas de Ámsterdam en muchos casos
el coste de la energía y la calefacción van incluidos en el precio del
alquiler. Y esto hace que las empresas tengan poca motivación para
cambiar su manera de consumir energía: si el ahorro se lo llevará el
propietario del edificio y no la compañía, el interés es bajo.
Y cambiar esto sería interesante, porque en un experimento realizado en la torre ITO,
un gran edificio de oficinas, han aplicado también el sistema de los
contadores en cada enchufe, y sólo apagando todos los aparatos
innecesarios fuera de las horas de oficina han conseguido reducir el
consumo un 18%. La torre ITO es una de las construcciones insignia del
distrito de Zuidas, que se podría definir como el equivalente de
Ámsterdam el 22@ de Barcelona, y dónde se prevé instalar 3.000 paneles
solares en las azoteas de los nuevos edificios, uno por cada diez
personas que trabajan o viven en ese barrio.
Además de hacer los edificios más sostenibles, también se buscan
alternativas al puesto de trabajo convencional, más allá del teletrabajo
desde casa, que no siempre termina de convencer. Para ello se han
proyectado los 'Smart Work Centers', el primero de ellos en el barrio de IJburg.
Es una zona nueva de la ciudad, construida a finales de los 90, con
mayoría de familias jóvenes y la instalación de fibra óptica para
internet más rápida del mundo: hasta 500 megas por segundo. El barrio es
en realidad una isla que hace muy evidente los atascos de coches para
entrar o salir en las horas punta. Este centro, que viene a ser una gran
oficina compartida, puede evitar desplazamientos ofreciendo un espacio
para trabajar con un sistema de conexión que permite videoconferencias
de la más alta calidad. Se está estudiando la manera de financiar las
instalaciones por parte de las empresas de los trabajadores que las
utilicen.
Combustible a través del enchufeAunque cuando
pensamos en movilidad en Ámsterdam visualizamos tranvías y bicicletas,
el transporte -incluyendo también camiones de mercancías y buques-causa
un tercio del CO2 del
área metropolitana. Uno de los máximos emisores es el puerto, dónde
atracan desde pequeñas embarcaciones particulares a los cruceros que
hacen la ruta por el río para los turistas, y que tradicionalmente se
abastecen con electricidad proveniente de generadores diesel que causan
contaminación acústica y atmosférica. Ahora se han instalado los
primeros puntos de conexión de energía limpia, proveniente de fuentes
renovables. Estos nuevos enchufes se activan mediante un código por
teléfono móvil, y se factura exactamente la energía utilizada en la
cuenta bancaria. El objetivo es que este sistema sustituya por completo
los generadores diesel.
Otro proyecto pone a prueba unos cargadores para las baterías de
coches eléctricos en casa y la oficina, con un limitador que permite la
conexión sin afectar el funcionamiento del resto de aparatos que se
utilizan en ese momento. Es decir, este enchufe sabe qué proporción de
energía puede usar en la recarga, y además calcula cuánta energía ha
destinado exactamente a la batería.
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