Si como ocurre
en estos momentos, la renta de las familias es menor, esto provoca que
disminuyan el consumo de los bienes normales pero aumenten el de los
bienes inferiores.
Rocío Román.
Hagan la prueba y pregunten a un estudiante de economía si el autobús
urbano es un bien normal o inferior. El que un bien sea normal o
inferior no es una característica intrínseca del bien. Depende de quien
lo consuma. Un bien se califica como normal si su consumo disminuye
conforme disminuye la renta de las familias o viceversa. La mayor parte
de los bienes pueden calificarse como normales. Sin embargo, los bienes
inferiores son aquellos bienes que tienen un comportamiento atípico
respecto a la renta de las familias, atípico o no tan atípico. Se trata
de aquellos bienes que, cuando las familias tienen menos renta, elevan
su peso o porcentaje en la cesta de la compra de las familias, es decir,
su consumo se eleva.
Si como ocurre en estos momentos, la renta de las familias es menor,
esto provoca que disminuyan el consumo de los bienes normales pero
aumenten el de los bienes inferiores.
¿Por qué? Si las familias disponen de menos renta es lógico que
traten de buscar aquellos bienes de menor precio que les permita cubrir
sus necesidades sin tener que realizar un gran desembolso. Así se
califican por ejemplo al pan, las patatas y las legumbres. Son alimentos
relativamente baratos que permiten a las familias cubrir las
necesidades básicas de alimentación.
¿Qué ocurre con el transporte público? Que sólo nos acordamos de él o en el Día Europeo sin Coche como celebramos el día 22 de septiembre o cuando no tenemos más remedio.
El día mundial sin coche se celebra en torno a la Semana Europea de la Movilidad
(16-22 de septiembre) en la que la Asociación Internacional del
Transporte Público insiste en que la clave para liberar a las ciudades
de la congestión por transporte es apostar por impulsar el transporte
público. La promoción del transporte público pretende no sólo
aliviar a las ciudades de la aglomeración del transporte por carretera
privado sino que permite reducir el consumo de energía y los gases de
efecto invernadero, teniendo presente que alrededor del 80% de los europeos estarán viviendo en entornos urbanos en 2020.
El Instituto de Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) confirma que el 50% del consumo de energía del transporte por carretera en España es responsabilidad del vehículo privado. Para lograr mejorar esta situación ha elaborado una base de datos
con información detallada y comparativa sobre el consumo de carburante,
emisiones de CO2 y otras características de los coches nuevos para que
los futuros compradores consideren la eficiencia energética.
Asimismo, el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) en el último informe sobre Sostenibilidad en España de 2011 afirma que en el ámbito urbano, las
emisiones generadas por el transporte por carretera es el principal
agente responsable del deterioro de la calidad del aire, especialmente
en relación a los niveles de partículas en suspensión, dióxido de
nitrógeno (NO2) y ozono troposférico (O3). En concreto, se estima que entre un 40% y un 60% de la contaminación debida a partículas PM10 y PM2,5
en las ciudades españolas se debe al tráfico, aunque en el año 2009 se
confirma la tendencia descendente en las emisiones de partículas
iniciada en el año anterior.
La Asociación Internacional del Transporte Público ha publicado recientemente un informe (The future of urban mobility - seamless solutions that are transforming 21st century mobility)
con ejemplos de casos reales que muestran la posibilidad de hacer
compatible la movilidad urbana y el desarrollo sostenible. En definitiva
se trata de demostrar que el desarrollo del transporte público
urbano es compatible con la mejora de la calidad de vida, el desarrollo
urbano y la mejora del medio ambiente. Dos ciudades españolas
son reseñadas. Barcelona y Madrid. La primera por impulsar proyectos
urbanísticos que iban acompañados del desarrollo del transporte público y
la segunda; como ejemplo de cómo ha logrado facilitar el acceso de la
zona sur de la ciudad a las líneas de metro del centro urbano.
A pesar de estos esfuerzos inversores y de promoción del transporte
público en las ciudades, ¿quieren saber qué contestan los estudiantes?
Todos contestan, inferior, inferior. Es decir, todavía no se ha logrado
introducir el transporte urbano público entre los hábitos de consumo
"normales" de los ciudadanos. El día europeo sin coche puede contribuir a
ello.
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