Un equipo
internacional de investigadores propone tomar cuanto antes medidas como
eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles y aplicar una tasa
por emitir CO2 que reduciría un 30% las emisiones de EEUU en una década
Ahora, un amplio análisis elaborado por instituciones de todo el mundo que se publica en la revista PLoS One
proporciona algunos resultados alarmantes, pero también deja entrever
cierta esperanza si, por fin, la humanidad decide hacer algo. La parte
negativa es que, incluso si se cumpliesen los objetivos fijados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático
(IPCC, de sus siglas en inglés), que estima que con una emisión
acumulada de hasta 1.000 millones de toneladas de carbono desde mediados
del siglo XIX habría una probabilidad de más del 66% de mantenerse por
debajo de los 2 grados de incremento global de las temperaturas. Los
autores, sin embargo, comparando lo que sucedió en épocas pasadas con
incrementos de temperatura similares y ateniéndose a algunas evidencias
de los efectos actuales del calentamiento, creen que los daños serían
inaceptables.
Para empezar, indican que ya con un aumento de la
temperatura de 0,8% desde el inicio de la era industrial como el actual,
se están observando efectos nocivos. Según los autores, liderados por
James Hansen, del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia,
grandes olas de calor, como las de Europa en 2003, Moscú en 2010,
Groenlandia en 2012 o Australia en 2013 se han hecho más frecuentes y
cada vez hay más datos que las vinculan con el cambio climático. El
comportamiento de los animales, más sensibles a los cambios en sus
ecosistemas, es otra muestra de los efectos del calentamiento. Desde
1975, tres cuartas partes de las especies marinas han desplazado sus
hábitats hacia los polos hasta 1.000 kilómetros en busca de temperaturas
más bajas. Algo similar ha sucedido con las especies terrestres, que se
han desplazado hasta 600 kilómetros en dirección a los polos y han
buscado mayores elevaciones con una variación de hasta 400 metros.
Un calentamiento de 2 grados, aceptable para la ONU, provocó en el pasado subidas del nivel del mar de nueve metros
“Si el cambio climático no se detiene, muchas especies que
viven en zonas polares o de alta montaña serán expulsadas del planeta”,
afirman los autores del estudio. Además, algunos estudios incluidos en los informes del IPCC
sugieren que un calentamiento que supere los 1,6 grados centígrados
abocaría a la extinción a entre el 10% y el 30% de las especies, una
cifra que podría alcanzar a casi el 52% de ellas si se llega a los 2,9
grados.
Una atmósfera más caliente, incrementaría las
precipitaciones y las grandes inundaciones. Por otro lado, las elevadas
temperaturas incrementarían la evaporación que podría intensificar las
sequías en algunas regiones. Esto tendría efectos como los que se
observaron durante la ola de calor que afectó a Europa en 2003 y provocó
más de 70.000 muertes. Solo con dos grados más que en la actualidad,
hace unos 120.000 años, durante el periodo Eemiano, el nivel del mar
llegó a estar 9 metros por encima del actual. Con 3 grados más como los
que se alcanzaron en el Plioceno, los océanos llegaron a estar hasta 25
metros más elevados que hoy.
Los cálculos de los autores indican que si se alcanzan
emisiones acumuladas de 1.000 millones de toneladas de carbono, no solo
se alcanzarán los 2 grados de aumento de temperatura, sino que se
llegaría a 3 o 4 grados con consecuencias desastrosas. Con esas
emisiones, otros gases con efecto invernadero, como el metano o el óxido
nitroso, verían incrementados sus niveles que agravarían los efectos
del CO2. Además, la progresiva modificación de las zonas climáticas que
provoca el calentamiento dificultarían la labor de los bosques como
almacenes de dióxido de carbono y se añadirían a otros procesos que
irían agravando el cambio climático.
Los combustibles fósiles provocan, de manera directa o indirecta, un millón de muertos al año
El impacto cada vez más evidente de los cambios del clima,
mucho más intenso de lo previsto y cuando aún no se ha llegado a un
grado de incremento, debería hacer que la sociedad se replantee lo que
considera un nivel peligroso de calentamiento, advierten los autores.
Para detener el desastre, los científicos creen que es
necesario tomar medidas cuanto antes para no alejarse de los 500
millones de toneladas de carbono que ya se habían emitido en 2011. Para
lograrlo, creen que es necesario, en primer lugar, eliminar las grandes
subvenciones que obtienen los combustibles fósiles. Esta fuente de
energía solo es barata porque, además de recibir esas subvenciones de
manera directa e indirecta, no pagan los costes que cargan a la
sociedad. La contaminación del aire o el agua fruto de la extracción de
estos combustibles tiene unos costes que, según los autores, incluyen la
muerte de un millón de personas al año, y no se tienen en cuenta a la
hora de calcular su precio.
Un precio por emitir CO2
Respecto a la política básica que sería necesaria para
caminar hacia una economía sin carbón, los científicos recomiendan que
la emisión de CO2 tenga un precio que integre los costes que hasta ahora
no se tienen en cuenta dentro de lo que los usuarios pagan por la
energía. Además, los precios deberían incrementarse de una manera
predecible para permitir que los ciudadanos y los negocios se adapten a
las nuevas circunstancias. La propuesta de precio de los autores sería
de 15 dólares por tonelada con un incremento del precio de 10 dólares
por tonelada al año. Así, calculan, en diez años se podrían reducir en
un 30% las emisiones de CO2 en EEUU.
Noruega, un país muy concienciado contra el calentamiento, ha ampliado sus perforaciones petrolíferas en el Ártico
Además, proponen otras medidas, como la mejora de las centrales nucleares,
para poder incorporar este tipo de energía, baja en emisiones de
dióxido de carbono, con mayor seguridad y eficiencia que ahora. “La
mayoría de las centrales nucleares actuales tienen una tecnología de
hace 50 años con reactores de agua ligera”, explican los autores. Estas
plantas “utilizan menos de un 1% de la energía que contiene el
combustible nuclear, dejando el combustible sin utilizar como residuos
nucleares de larga duración que deberán ser almacenados durante
milenios”, añaden. Los reactores del futuro pueden utilizar el 99% del
combustible nuclear reduciendo al mínimo los residuos producidos.
Por si fuera poco, el artículo considera que la tasa sobre
la emisión de carbono y el cambio global del sistema energético
generaría una gran cantidad de puestos de trabajo ayudando a que muchos
países que aún sufren dificultades económicas tras la crisis encontrasen
una salida. La guerra contra el cambio climático tendría así un efecto
reactivador similar al que la Segunda Guerra Mundial tuvo sobre EEUU,
pero en este caso sin provocar millones de muertos.
Por último, los autores advierten de que si las soluciones
frente al cambio climático siguen basándose en la fijación de objetivos
nacionales para la reducción de emisiones y sistemas de comercio de
derechos de emisión como los propuestos tradicionalmente, el fracaso
estará “prácticamente garantizado”. El ejemplo, según ellos, es el caso
de Noruega. Este país, como el resto de los países nórdicos, es uno de
los más implicados en la reducción de emisiones, pero solo en parte. La
búsqueda de la eficiencia energética o de fomentar que sus industrias
produzcan menos CO2 no les ha impedido aprobar, a través de la compañía
estatal Statoil, un plan para ampliar sus perforaciones en búsqueda de
petróleo en el Ártico.
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