Poner Fukushima en pie sin el estigma de la radiactividad es el objetivo de las autoridades de esta provincia nipona, que casi un año después del accidente nuclear trabaja para evitar el aislamiento y reforzar la comunicación entre organismos.
"Estamos en la fase de recuperación, pero todavía nos espera la
reconstrucción", explica Masami Watanabe, superintendente de la Policía
provincial y uno de los "héroes de Fukushima" que el pasado octubre
viajó a España para recoger el Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia.
Watanabe recibe a Efe en una sala donde cuelga una
fotografía en la que aparece con los Príncipes de Asturias -"me quedé
impresionado y agradecido por esta muestra de reconocimiento a Japón",
dice sobre el galardón-, mientras en las oficinas adyacentes hay un
vaivén de agentes que trabajan entre pilas de papeles.
En los
pasillos del edificio, en el centro de la ciudad de Fukushima, aún se
ven grietas a medio reparar abiertas por el terremoto de 9 grados que el
año pasado sacudió la zona y la convirtió en el epicentro de la peor
crisis nuclear desde Chernóbil.
La catástrofe obligó a la Policía a
asumir cometidos antes inimaginables en esta tranquila provincia
montañosa, como hacer mediciones de radiactividad, vigilar la central de
Daiichi para impedir "actos de terrorismo nuclear" o evitar robos en
las miles de casas abandonadas por los evacuados.
"Ahora tenemos
2.800 policías, contando con el apoyo de unos 520 agentes llegados de
otras provincias de Japón", detalla Watanabe, bajo cuyo mando se ha
creado un departamento especial de desastres para afrontar los problemas
derivados de la crisis.
Más de once meses después del devastador
tsunami, que solo en Fukushima dejó 1.605 muertos, los policías
mantienen todavía abierta la búsqueda de 216 desaparecidos para poder
devolver los restos a sus familiares.
También patrullan por los
181 barrios de casas provisionales en la zona para garantizar la
seguridad de unos 97.000 evacuados, señala el jefe de la Policía,
mientras enseña una revista con fotos de las gigantescas olas del 11 de
marzo que recuerdan, una vez más, la magnitud del desastre.
La
emergencia obligó a muchos, como el propio Watanabe -que entonces era
responsable de la Policía de Futaba, el pueblo a los pies de la central
nuclear-, a tomar decisiones cruciales en solitario ante la falta de
comunicaciones.
Ello, explica, evidenció la importancia de
establecer "mayor coordinación" entre diferentes cuerpos de rescate y
garantizar una red de comunicaciones sólida, algo en la que ya se
trabaja, con la adquisición de teléfonos vía satélite y el
establecimiento de nuevos protocolos de comunicación.
El peso de
tomar decisiones en soledad lo sintieron también responsables
municipales como Katsunobu Sakurai, alcalde de la ciudad de Minamisoma, a
25 kilómetros de la central nuclear y que quedó incomunicada durante
varios días tras el accidente.
"Lo importante era tomar decisiones
rápidamente con un criterio básico: sobrevivir", indica a Efe el
alcalde, que saltó a los medios internacionales gracias a un mensaje de
socorro que colgó a finales de marzo, en pleno pánico nuclear, en el
portal de vídeos YouTube.
En aquel llamamiento, que le valió un
puesto en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la
revista Time, Sakurai denunciaba con enfado el abandono del pueblo y la
escasa información recibida del Gobierno: "Ni siquiera sabíamos cómo
organizar la evacuación de la gente", recuerda ahora.
Por eso,
insiste a su vez en que una de las lecciones del terremoto es que se
necesita una buena red de comunicación ante emergencias, algo en lo que
se está trabajando.
"Lo más importante es saber qué esta
ocurriendo en cada momento en los lugares con problemas, y a partir de
ahí tomar decisiones rápidas", subraya este hombre de 56 años, que
define 2011 como "un año de constante sudor frío".
Ahora está en
estrecha comunicación con el Gobierno regional y la Policía, que vigila
el acceso a la vecina zona de exclusión en torno a la central, y es
consciente de que para evitar que Minamisoma se convierta en una ciudad
fantasma marcada por la radiactividad será necesaria mucha ayuda.
Los
proyectos para el municipio pasan por recuperar la industria "lo antes
posible" y, puesto que la agricultura está de momento paralizada por la
proximidad a la central nuclear, se estudian sectores como el de las
energías renovables, dice.
Además, entre sus planes está colgar un
nuevo vídeo en YouTube para intentar "que gente de todo el mundo venga a
la ciudad" sin temor a la radiactividad. Pese al lastre nuclear,
"Minamisoma saldrá sin duda adelante", concluye. EFE
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