En cuanto al
objetivo de conservar setas de interés comercial, este interés está
justificado debido a la recolección masiva que se está produciendo en
los últimos años y que podría derivar en la desaparición
ECOticias.
"Nos interesan los hongos comestibles y los hongos que tengan
propiedades medicinales", explica en declaraciones a DiCYT el
coordinador del Banco de Germoplasma, José Sánchez Sánchez. En este
segundo aspecto, el equipo de investigación está interesado en un hongo
al que se le atribuyen propiedades anticancerígenas, 'Ganoderma lucidum',
que vulgarmente se denomina pipa. En la actualidad, los científicos ya
tienen material recolectado y están en contacto con un equipo de la
Universidad de Zaragoza que trabaja en este campo.
En cuanto al objetivo de conservar setas de interés comercial, este
interés está justificado debido a la recolección masiva que se está
produciendo en los últimos años y que podría derivar en la desaparición
de algunas especies determinadas zonas. En particular, el Banco de
Germoplasma ya tiene material de dos de las setas más apreciadas de cara
al consumo: el boleto o 'Boletus edulis' y la seta de cardo o 'Pleurotus eryngii'.
Aunque el estudio de los hongos en general es terreno de la
Microbiología, los botánicos están interesados en los macromicetos, es
decir, los que desarrollan cuerpos fructíferos visibles, las setas. La
clave de este trabajo de recolección en el Banco de Germoplasma está en
conservar el micelio, el conjunto de elementos filamentosos llamados
hifas a partir de los cuales se forma una nueva seta y que se encuentra
en el suelo. Al igual que en el caso de las plantas se guardan las
semillas para que en un futuro pudieran servir para formar un nuevo
ejemplar, conservar el micelio en buenas condiciones permitiría formar
la nueva seta.
"Tener el micelio ya es un primer paso, ahora hay que analizar si
dicho micelio tiene o no tiene las mismas propiedades que presenta el
cuerpo fructífero, es decir, la seta", indica José Sánchez. En cualquier
caso, resulta "mucho más fácil obtener micelio y replicarlo en placa,
porque crece bien, que obtener el cuerpo fructífero".
Retos de la conservación
La idea de conservar hongos de la misma forma que un banco de
germoplasma tradicional conserva plantas supone importantes retos. "En
el caso de los hongos, estamos acostumbrados a ver sólo el cuerpo
fructífero, es como si un manzano estuviese enterrado bajo tierra y sólo
asomaran las manzanas", comenta el experto. Incluso en algunos hongos
las estructuras reproductoras no salen al exterior, como en el caso de
las trufas.
En definitiva, el hongo sería como un árbol que no se deja ver y las
setas serían sus frutos visibles. Además las esporas son las células
reproductoras de los hongos y son más difíciles de conservar que las
semillas, con el añadido de que es necesaria una compatibilidad genética
adecuada para que se produzca la reproducción sexual y formar los
cuerpos fructíferos.
Por el momento, 'Boletus edulis', 'Pleurotus eryngii' y 'Ganoderma lucidum' son
las tres únicas setas que conserva el banco siguiendo los criterios de
interés gastronómico e interés medicinal. En el caso de las plantas, el
grado de amenaza es la característica más determinante para su
conservación en estas instalaciones, pero actualmente no hay un criterio
científico establecido para determinar dicha amenaza en el caso de los
hongos.
En algunos países existe una lista roja de hongos amenazados, pero en
este aspecto “estamos un poco retrasados”, asegura el científico,
aunque no es fácil elaborarla. "Una lista de hongos amenazados siempre
será más discutible que una de plantas, porque las plantas se pueden
observar a primera vista, pero en el caso de los hongos vas al campo y
no lo ves aunque el micelio siga allí. La seta sólo aparece en un
determinado momento del año e incluso hay años en los que no forman
estructuras reproductoras porque no se dan las condiciones adecuadas,
así que aún discutimos los datos que deben primar para que un hongo esté
en la lista", comenta.
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