El textil
convencional provoca graves consecuencias medioambientales, sociales y
de salud pública. La respuesta es el algodón ecológico y otras prendas
igualmente sostenibles en todos los aspectos.
ECOticias.
El textil convencional es desgarradoramente agresivo. Por un
lado, para la tierra y las aguas, pues se utilizan miles de toneladas de
pesticidas en su cultivo y, además, el crecimiento del algodón
modificado genéticamente no para de subir, especialmente las
exportaciones desde países como China o Estados Unidos. Pero, visto el
problema desde una visión holística, las consecuencias del cultivo
masivo del algodón distan mucho de ser exclusivamente medioambientales.
Este disparate se manifiesta también en el terreno social: obreros sin
derechos “currando” en maquilas de sol a sol, niños manufacturando
prendas textiles trabajando en lo que podríamos llamar semiesclavitud,
concentración del poder político y económico en pocas manos, campesinos
esquilmados, grandes empresas del textil que hacen lo que quieren porque
dominan la gran distribución… Por si fuera poco, la salud del
consumidor tampoco se salva, pues son prendas confeccionadas con agentes
químicos que dañan a la larga a todos los ciudadanos y, a la corta, a
las personas con pieles más sensibles y a enfermos de patologías como el
Síndrome Químico Múltiple.
PLANTANDO CARA
Está claro que el engranaje maquiavélico en el que se enmarca toda esta aberración no es únicamente textil, sino que forma parte de un sistema mucho más enorme que engloba todos los ámbitos del aparato de poder, desde lo legislativo a lo político, desde lo económico a lo energético, desde lo social a las tendencias, como la moda, los medios de masas y la publicidad; y desde lo estatal a lo global. Ahora bien, que el monstruo sea enorme no debe sumirnos en la congoja o en las inercias negativas. Se le puede plantar cara y, es más, es una obligación moral el hacerlo. Claro que cada persona no puede cambiar el mundo, pero sí puede transformar lo que hay a su alrededor. Y, además, el trabajo de mucha gente individual tiene una incidencia, tarde o temprano, en la colectividad. Hay otras formas de vivir y son viables, factibles, posibles, aquí y ahora. Pero hay que plantar cara a la inercia que nos quiere transformar en seres pasivos.
Está claro que el engranaje maquiavélico en el que se enmarca toda esta aberración no es únicamente textil, sino que forma parte de un sistema mucho más enorme que engloba todos los ámbitos del aparato de poder, desde lo legislativo a lo político, desde lo económico a lo energético, desde lo social a las tendencias, como la moda, los medios de masas y la publicidad; y desde lo estatal a lo global. Ahora bien, que el monstruo sea enorme no debe sumirnos en la congoja o en las inercias negativas. Se le puede plantar cara y, es más, es una obligación moral el hacerlo. Claro que cada persona no puede cambiar el mundo, pero sí puede transformar lo que hay a su alrededor. Y, además, el trabajo de mucha gente individual tiene una incidencia, tarde o temprano, en la colectividad. Hay otras formas de vivir y son viables, factibles, posibles, aquí y ahora. Pero hay que plantar cara a la inercia que nos quiere transformar en seres pasivos.
TEXTIL ORGÁNICO
La alimentación biológica no cesa de crecer a pesar de la crisis y de las coyunturas coercitivas, pero ahora debemos empezar a fijarnos no sólo en nuestra nutrición, sino también en otros ámbitos tan necesarios como importantes. Y el textil es uno de ellos. No se trata de que, de la noche a la mañana, todos quememos toda la ropa convencional que tenemos en los armarios y la cambiemos por prendas orgánicas, pero sí de que vayamos sustituyendo, poco a poco, unas prendas contaminantes y manchadas de sangre con otras absolutamente limpias y orgánicas en un sentido no sólo biológico, sino también filosófico o, mejor aún, ecosófico. Porque, si bien el textil convencional tiene un sinnúmero de consecuencias negativas en el medio y en la sociedad, justo lo contrario pasa con su alternativa, el textil ecológico, del que el algodón es la prenda más conocida, aunque hay otras, como la lana, el bambú, el lino y/o el cáñamo.
La alimentación biológica no cesa de crecer a pesar de la crisis y de las coyunturas coercitivas, pero ahora debemos empezar a fijarnos no sólo en nuestra nutrición, sino también en otros ámbitos tan necesarios como importantes. Y el textil es uno de ellos. No se trata de que, de la noche a la mañana, todos quememos toda la ropa convencional que tenemos en los armarios y la cambiemos por prendas orgánicas, pero sí de que vayamos sustituyendo, poco a poco, unas prendas contaminantes y manchadas de sangre con otras absolutamente limpias y orgánicas en un sentido no sólo biológico, sino también filosófico o, mejor aún, ecosófico. Porque, si bien el textil convencional tiene un sinnúmero de consecuencias negativas en el medio y en la sociedad, justo lo contrario pasa con su alternativa, el textil ecológico, del que el algodón es la prenda más conocida, aunque hay otras, como la lana, el bambú, el lino y/o el cáñamo.
MUCHAS OPCIONES
Hace unos años, era difícil encontrar en el mercado español prendas completamente orgánicas. Pero ahora es mucho más fácil y hay muchas opciones. Está la gente de Fox Fibre, los de Verding, Bichos y Bichejos… Las grandes también se apuntan al pastel: H&M, Decathlon, Calvin Klein… Y no es verdad que la ropa ecológica no sea tan moderna y/o atractiva como la convencional. Hay cientos, miles de diseños… en ropa de calle, ropa íntima, toallas y albornoces, etc. Busque y compare. No encontrará nada mejor.
Hace unos años, era difícil encontrar en el mercado español prendas completamente orgánicas. Pero ahora es mucho más fácil y hay muchas opciones. Está la gente de Fox Fibre, los de Verding, Bichos y Bichejos… Las grandes también se apuntan al pastel: H&M, Decathlon, Calvin Klein… Y no es verdad que la ropa ecológica no sea tan moderna y/o atractiva como la convencional. Hay cientos, miles de diseños… en ropa de calle, ropa íntima, toallas y albornoces, etc. Busque y compare. No encontrará nada mejor.
Santi Alburquerque
ALGODÓN Y USURA
LOS SUICIDIOS DE INDIA
En los últimos años, como han denunciado Vandana Shiva y muchos otros ecoactivistas de prestigio internacional, los suicidios de han multiplicado en las poblaciones rurales de India. ¿La razón? A los campesinos les vendieron los comerciales de las multinacionales que con las semillas transgénicas de algodón se iban a hacer de oro. Pero el algodón MG funciona mal con condiciones climáticas adversas. Los campesinos se vendieron a los usureros para comprar unas semillas que son caras, no se reproducen, necesitan más insumos externos y no producen como prometían los “cantos de sirena” de Monsanto y otras. ¿El resultado? Los campesinos indios, hipotecados hasta los dientes, se suicidan ingiriendo los propios herbicidas que Monsanto y otras les han vendido. Miles miles, y miles de suicidios se han producidos en las zonas rurales en los últimos años. El tándem modificación genética/usura es absolutamente luzbélico.
LOS SUICIDIOS DE INDIA
En los últimos años, como han denunciado Vandana Shiva y muchos otros ecoactivistas de prestigio internacional, los suicidios de han multiplicado en las poblaciones rurales de India. ¿La razón? A los campesinos les vendieron los comerciales de las multinacionales que con las semillas transgénicas de algodón se iban a hacer de oro. Pero el algodón MG funciona mal con condiciones climáticas adversas. Los campesinos se vendieron a los usureros para comprar unas semillas que son caras, no se reproducen, necesitan más insumos externos y no producen como prometían los “cantos de sirena” de Monsanto y otras. ¿El resultado? Los campesinos indios, hipotecados hasta los dientes, se suicidan ingiriendo los propios herbicidas que Monsanto y otras les han vendido. Miles miles, y miles de suicidios se han producidos en las zonas rurales en los últimos años. El tándem modificación genética/usura es absolutamente luzbélico.
S. A.
GRAN PARTE DEL ALGODÓN ES TRANSGÉNICO
OJO CON LO QUE VISTES
Cada vez queda menos algodón convencional en el mercado. La mayoría del algodón que se cultiva y que se produce es algodón transgénico. ¿Por qué crece el algodón transgénico en el mundo? Hay varios factores. Uno de los más importantes, no obstante, es que el flujo de algodón modificado genéticamente aumenta en el mercado global a medida que aumentan las exportaciones de países obstinadamente dedicados a los cultivos MG, como Estados Unidos, Canadá y China. En la actualidad, las exportaciones de estos países ya están en la mitad del algodón transgénico total. No tenemos datos tan recientes, pero diversas instituciones ya señalaban hace un par de años que, después de 2011, el algodón transgénico cultivado en el mundo ya habría llegado a la mitad de todo el algodón producido en el planeta. China es especialmente un país volcado en la modificación genética con respecto al algodón. Entre China y Oceanía se reparten el 65% de la producción global de algodón. Y casi el 60% de la producción en estos países es de algodón transgénico. No es raro constatar, pues, que las variedades transgénicas sean las que mueven la industria textil global.
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