xpertos del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica
(IPICyT) y de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en
colaboración con la empresa Proagua del Potosí, evalúan la calidad de
los lodos que se generan en una planta de tratamiento de aguas
residuales municipales en la capital del estado, con el fin de
emplearlos como mejoradores de suelos degradados en los agostaderos
(sitios donde pasta el ganado) del Altiplano Potosino.
De acuerdo con el doctor Felipe Alatriste Mondragón, investigador del IPICyT, el objetivo es aprovechar el nitrógeno, fósforo, potasio, micronutrientes y la materia orgánica presentes en los lodos para adicionarlos a los suelos.
Señaló que estos terrenos son una matriz donde la materia orgánica es inexistente, o mínima, por cuestiones de erosión o mal manejo. Al agregar los lodos esos terrenos podrán recuperarse y ser cultivables nuevamente.
El especialista de este Centro Público de Investigación Conacyt indicó que los materiales son obtenidos de una pequeña planta de tratamiento que procesa 100 litros de agua por segundo en la ciudad de San Luis Potosí.
Sin embargo, el doctor Alatriste explicó que la Norma Oficial Mexicana NOM-004-Semarnat-2002 establece que los lodos activados obtenidos durante el tratamiento de aguas residuales deben cumplir con cierta calidad con respecto a los niveles de metales pesados y contenido de patógenos o parásitos.
Los metales que mide la norma son: arsénico, cadmio, cromo, cobre, mercurio, níquel, plomo y zinc, mientras que los indicadores de patógenos y parásitos son los coliformes fecales, huevos de helminto y Salmonella spp.
Cabe señalar que en función de los niveles indicadores de patógenos y parásitos, los lodos se dividen en clases A, B o C; por su parte, el contenido de metales se clasifican en dos calidades: buenos y excelentes. La clase y calidad de los lodos determinan el uso que se les dará a estos materiales biosólidos.
La clase A es para usos urbanos y es permitido el contacto directo con el público durante su aplicación, a diferencia de la B que puede emplearse de la misma manera, pero lejos de la gente. Por su parte, la clase C tendrá usos forestales, agrícolas y para mejoramiento de suelos. En los tres casos, los biosólidos deberán tener 85 por ciento de humedad y cumplir con una calidad de buena a excelente.
Alatriste Mondragón indicó que los lodos producidos por la planta de tratamiento son clase C y calidad excelente, por lo que es normativamente posible usarlos como mejoradores de suelos.
Alatriste Mondragón aseguró que además de medir la calidad de los lodos, en la investigación también evaluarán si los metales pesados permanecerán en los biosólidos, serán transferidos a alguna de las capas de los suelos o se dispondrán en las plantas nativas del lugar.
Medir el impacto de los lodos en la vegetación, agregó, corresponde al doctor José Luis Flores, de la UASLP, quien realiza su investigación a partir de las aplicaciones que han realizado en un terreno ubicado a 50 kilómetros de San Luis Potosí, y que fue prestado por los ejidatarios de la zona.
De acuerdo con el doctor Felipe Alatriste Mondragón, investigador del IPICyT, el objetivo es aprovechar el nitrógeno, fósforo, potasio, micronutrientes y la materia orgánica presentes en los lodos para adicionarlos a los suelos.
Señaló que estos terrenos son una matriz donde la materia orgánica es inexistente, o mínima, por cuestiones de erosión o mal manejo. Al agregar los lodos esos terrenos podrán recuperarse y ser cultivables nuevamente.
El especialista de este Centro Público de Investigación Conacyt indicó que los materiales son obtenidos de una pequeña planta de tratamiento que procesa 100 litros de agua por segundo en la ciudad de San Luis Potosí.
Sin embargo, el doctor Alatriste explicó que la Norma Oficial Mexicana NOM-004-Semarnat-2002 establece que los lodos activados obtenidos durante el tratamiento de aguas residuales deben cumplir con cierta calidad con respecto a los niveles de metales pesados y contenido de patógenos o parásitos.
Los metales que mide la norma son: arsénico, cadmio, cromo, cobre, mercurio, níquel, plomo y zinc, mientras que los indicadores de patógenos y parásitos son los coliformes fecales, huevos de helminto y Salmonella spp.
Cabe señalar que en función de los niveles indicadores de patógenos y parásitos, los lodos se dividen en clases A, B o C; por su parte, el contenido de metales se clasifican en dos calidades: buenos y excelentes. La clase y calidad de los lodos determinan el uso que se les dará a estos materiales biosólidos.
La clase A es para usos urbanos y es permitido el contacto directo con el público durante su aplicación, a diferencia de la B que puede emplearse de la misma manera, pero lejos de la gente. Por su parte, la clase C tendrá usos forestales, agrícolas y para mejoramiento de suelos. En los tres casos, los biosólidos deberán tener 85 por ciento de humedad y cumplir con una calidad de buena a excelente.
Alatriste Mondragón indicó que los lodos producidos por la planta de tratamiento son clase C y calidad excelente, por lo que es normativamente posible usarlos como mejoradores de suelos.
Alatriste Mondragón aseguró que además de medir la calidad de los lodos, en la investigación también evaluarán si los metales pesados permanecerán en los biosólidos, serán transferidos a alguna de las capas de los suelos o se dispondrán en las plantas nativas del lugar.
Medir el impacto de los lodos en la vegetación, agregó, corresponde al doctor José Luis Flores, de la UASLP, quien realiza su investigación a partir de las aplicaciones que han realizado en un terreno ubicado a 50 kilómetros de San Luis Potosí, y que fue prestado por los ejidatarios de la zona.
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