Diseñadores japoneses han desarrollado un innovador sistema antirrobo
para los coches. El Instituto Avanzado de Tecnología Industrial (Tokio)
acaba de añadir al conjunto de 'llaves electrónicas' como las huellas
dactilares o el reconocimiento facial y de voz un método más: un sistema
que reconoce al propietario del coche analizando la presión de su
cuerpo sobre el asiento en cuanto se pone al volante.
El sistema, que algunos bromistas ya han denominado como '¿a qué culo pertenece este coche?', no es nada simple. Consiste en un sensor que está conectado al asiento del conductor en 360 puntos. Su función es analizar el nivel de presión que les impone una u otra 'sección' de las nalgas y los muslos, según una escala de entre 0 y 256 unidades. A partir de estos datos que se transmiten a un 'laptop', se forma una huella en forma de imagen 3D que sirve para que en el futuro el automóvil pueda 'reconocer' a su propietario.
El sistema, que algunos bromistas ya han denominado como '¿a qué culo pertenece este coche?', no es nada simple. Consiste en un sensor que está conectado al asiento del conductor en 360 puntos. Su función es analizar el nivel de presión que les impone una u otra 'sección' de las nalgas y los muslos, según una escala de entre 0 y 256 unidades. A partir de estos datos que se transmiten a un 'laptop', se forma una huella en forma de imagen 3D que sirve para que en el futuro el automóvil pueda 'reconocer' a su propietario.
Según comunican los diseñadores, durante las pruebas el sistema
identificó características tales como la presión más alta, el área de
contacto en el asiento y la presión promedio de seis participantes. Se
mostró capaz de distinguir a los individuos con una precisión del 98%.
Sin embargo, los ingenieros no comunican si su innovación es capaz de recordar y admitir posibles modificaciones. Con lo cual no está claro qué pasará si conduce otra persona el vehículo o si el mismo propietario engorda o adelgaza, por ejemplo.
Sin embargo, los ingenieros no comunican si su innovación es capaz de recordar y admitir posibles modificaciones. Con lo cual no está claro qué pasará si conduce otra persona el vehículo o si el mismo propietario engorda o adelgaza, por ejemplo.
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