La producción
de frutos como el endrino o el majuelo, que suponen una parte importante
en la dieta de especies amenazadas, como el oso pardo, se beneficia de
la presencia de abejas de miel.
ECOticias.
Igual que sucede en muchas partes de Europa, en España el
abandono progresivo del mundo rural ha provocado un declive en el
número de apicultores aficionados. Esto agrava un problema, la
disminución del número de abejas de miel (Apis melifera), una
especie ya afectada por enfermedades que merman sus poblaciones y que,
por su función como polinizadores naturales, tienen gran importancia en
el ecosistema local.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Environmental Management
señala además el importante papel de las abejas melíferas en la
producción de frutas silvestres como endrinos o majuelos, que suponen un
recurso alimenticio para especies protegidas, como el oso pardo.
El estudio, elaborado por investigadores de la Universidad Rey Juan
Carlos (URJC) junto a las ONGs Fondo para la Protección de Animales
Salvajes (FAPAS) y Fundación Internacional para la Restauración de
Ecosistemas (FIRE), pretendía, en palabras de Luis Cayuela (URJC),
responder a las siguientes preguntas: “¿Cuál es el papel ecológico que
juega la abeja en los ecosistemas de montaña? Si la abeja desaparece
¿suplen otros polinizadores el papel de la abeja en la polinización de
la flora de montaña?”.
Apicultura tradicional en España
España tiene, junto con Turquía y Rumanía, una de las colonias de
abejas melíferas más importantes de Europa, con alrededor de 1.800.000
ejemplares. Sin embargo, los apicultores profesionales solo representan
un 32% de los 24.600 colmeneros. En los demás casos, la apicultura
constituye una actividad económica secundaria, especialmente para muchas
familias del medio rural.
Para llevar a cabo su estudio, Cayuela y su equipo buscaron
colmenares aislados en valles de las montañas asturianas “para evitar
efectos solapados entre colmenares. En estas localidades se
seleccionaron especies vegetales, representativas de montaña y que
fueran importantes como alimento para especies como el oso pardo”. Las
especies seleccionadas fueron el arándano, el cerezo, el majuelo, el
castaño y el endrino, aunque finalmente sólo se pudieron obtener datos
suficientes para las tres primeras. Se marcaron distintos individuos de
cada una de estas especies a distintas distancias de las colmenas.
En cada planta se seleccionaron varias ramas, la mitad de las cuales
se cubrieron con una malla. Con esto se pretendía cuantificar el papel
de la abeja frente a otros polinizadores. Los resultados del estudio
mostraban que la presencia de abejas favoreció la presencia de frutos
silvestres. De acuerdo con Cayuela, “los datos obtenidos en campo
apuntan a un efecto importante de la abeja en la polinización del
arándano y el majuelo”.
Otros trabajos han cuantificado la importancia de estas frutas en la
dieta de especies como el oso pardo durante algunas épocas del año.
Por ejemplo, durante la época hiperfágica –entre junio y julio, en que
los osos aumentan de peso antes de entrar en hibernación– los arándanos
constituyen en torno al 11% de la dieta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario