La temperatura
ambiental incluye en la determinación del sexo de algunas especies.
Según un estudio con lubinas, la alta temperatura inhibe la acción de
la aromatasa, enzima que convierte los andrógenos en estrógenos.
ECOticias.
Una investigación española ha identificado el mecanismo
molecular que vincula el aumento de la temperatura con la inhibición de
la aromatasa. Esta enzima convierte los andrógenos en estrógenos,
hormonas sexuales esenciales estos últimos en la formación de los
ovarios en todos los vertebrados no mamíferos.
“En muchas especies de vertebrados, principalmente en peces y
reptiles, la temperatura ambiental influye en la determinación del sexo
de los individuos. Esta influencia se acentúa más en algunos casos, en
los que el hecho de que haga más o menos calor se impone a la
información genética escrita en el ADN”, explica Francesc Piferrer, el
investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC.
Ejemplo de este último caso es el de la lubina, pez cuya
determinación sexual depende de la combinación de factores genéticos y
ambientales. En estudios anteriores se había comprobado que es posible
conseguir que una población de lubinas con un porcentaje similar de
hembras y machos pase a tener un 100% de machos, a causa del aumento de
la temperatura.
Desde el primer día de vida
“Lo más intrigante era que los factores ambientales tenían su máxima
repercusión en un momento del desarrollo en el que las gónadas aún no
solo no estaban diferenciadas, sino que aún no habían empezado a
formarse”, comenta el investigador del CSIC.
Durante el trabajo, los investigadores expusieron a dos grupos de
larvas de lubina a diferentes temperaturas, normal y alta, durante las
primeras semanas de vida. “Los resultados muestran que el aumento
térmico conlleva la metilación del ADN del promotor del gen de la
aromatasa (denominado cyp19a), lo que equivale a su silenciamiento, al
bloquearse su activación transcripcional”, apunta Piferrer.
En el grupo de estudio había hembras afectadas en las cuales se
había inhibido la aromatasa parcialmente y que aún se habían
desarrollado como hembras. “Sin embargo, en otras hembras del mismo
grupo la inhibición de la aromatasa había afectado en un grado
superior, de forma que se habían convertido en machos”, detalla
Piferrer.
Según el investigador, el animal resulta afectado mucho antes de que
las gónadas empiecen a formarse, “lo que sucede a partir del día 35 de
vida, y mucho antes de que las diferencias entre sexos empiecen a ser
visibles a nivel histológico, cuando ya ha vivido 150 días.”
Se trata del primer estudio en animales que describe el
funcionamiento de un mecanismo epigenético entre el factor ambiental y
el mecanismo celular que lleva a la determinación sexual del animal.
Anteriormente, tan solo se había documentado un mecanismo similar en
algunas plantas.
Repercusiones del cambio global
Los resultados de este trabajo explican a nivel molecular cómo el
incremento de unos pocos grados lleva consigo la masculinización de
algunos animales, un aspecto relevante en un contexto de cambio global.
La investigación esclarece también por qué muchos peces de cultivo
son machos. “La explicación radica en que, al tratar acelerar el
crecimiento, los acuicultores cultivan las larvas a temperaturas
elevadas. La determinación del sexo por la temperatura es muy común en
reptiles y será interesante comprobar si un mecanismo similar está
presente también en los peces”, concluye Piferrer.
El estudio ha sido liderado por el CSIC, en colaboración con investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG).
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