Mientras
nos encontramos en un Chile que está gobernado por un sistema político
pensado y diseñado para la inversión e influencia directa de los
empresarios en las tomas de decisiones, al más puro estilo neoliberal,
han desaparecido miles de hectáreas de bosque nativo sustituidas por
pinos y eucaliptus. Este proceso ha generado enormes impactos ecológicos
negativos que afectan incluso a la sostenibilidad misma de la sociedad
humana. Sobre este punto trata este escrito. Nos interesa entregar una
mirada panorámica al problema sintetizando los puntos que consideramos
más graves.
I.- Funciones e importancia del Bosque Nativo para los ecosistemas:
En
Chile hay 13,7 millones de hectáreas de bosques nativos [i],
aproximadamente un 17% se ubican en la Región de Magallanes, un 36% en
la de Aysén, 24% en las actuales regiones de Los Ríos y Los Lagos [ii].
El Bosque Nativo cumple funciones de protección del suelo, aporta
nutrientes y contribuye a un efecto esponja, es decir, permite que el
suelo retenga y filtre el agua liberándola lentamente durante todo el
año. En las cuencas con bosque nativo el agua permanece. Protege de la
erosión, nos provee de madera, energía, alimentos, de una riquísima
biodiversidad [iii], de oxígeno, flora y fauna nativa, y capta la
contaminación [iv]. Es complejo por su diversidad. Este es un problema
para el gran capital: no ha podido acrecentar sus ingresos por medio del
uso del bosque nativo en relación al lucro que le proporcionan otros
rubros sin riqueza (o con escasa) en biodiversidad e incapaces de cuidar
el agua.
II.- Implementación del actual Modelo Forestal Chileno
Hasta
1950, el 90% de la materia prima forestal existente en Chile provenía
del bosque nativo. A partir de la segunda mitad del siglo XX, se crearon
empresas públicas madereras y de celulosa, con la idea de que los
beneficios fuesen para todos los chilenos [v]. El rubro se nacionalizaba
y durante la Reforma Agraria se instalaron asentamientos forestales,
siendo conocida la experiencia de Neltume, cerca de Panguipulli, que
fue brutalmente truncada por la dictadura militar de Pinochet.
El
gobierno militar asumió que era necesario apoyar a la industria
forestal capitalista estableciendo en 1974 un Decreto Ley N°701 para el
fomento forestal [vi]. Este se focalizó en la regulación del manejo y
uso de los bosques, otorgando incentivos para la forestación y
recuperación de suelos “agrícolas y degradados”. Tierras expropiadas a
latifundistas durante la Reforma Agraria [vii] para ser administrada por
campesinos, fueron traspasadas a empresas privadas. Esta contra-reforma
agraria y las privatizaciones desarrolladas durante la dictadura fueron
el inicio (y retorno) de la concentración de las tierras en pocas
manos. Además las empresas forestales implementaron los monocultivos
exóticos de pinos y eucaliptus por medio de subsidios que eliminaron la
tributación y bonificaron el 75% de los costos de plantación, manejo y
administración [viii]. Estos incentivos produjeron una enorme presión
sobre el bosque nativo como también ningún interés por recuperarlo. Ante
este escenario, las empresas forestales definieron una expansión de la
industria basada en plantaciones de pinos y eucaliptus.
Por
su parte, Conaf (Corporación Nacional Forestal) comenzó por medio de
programas de empleo, a incorporar el pino entre los campesinos, tal vez
pensando que tarde o temprano, esas tierras serian adquiridas por las
empresas forestales, fenómeno que efectivamente se produjo. En la década
del 90 se implementaron Programas Públicos de saneamiento de Títulos de
Dominio que era una de las tantas políticas del Estado que fomentó la
propiedad privada en contra de las asociaciones o trabajos sostenidos en
el apoyo mutuo de los campesinos. Sólo por medio de ese título, éstos
podían demostrar el control de la tierra y así acceder tanto a los
“beneficios” de las leyes, como de proyectos productivos y sociales del
Estado. Esta regularización de la propiedad conllevó también incorporar
al mercado las tierras de campesinos, siendo en muchos casos adquiridas
por empresas forestales. La migración campo ciudad se acentuó.
Una
breve pausa en el proceso de invasión forestal artificial, fue la Ley
Indígena implementada a principios de los años 90 del siglo pasado, que
no les facilitó a las empresas seguir apropiándose de comunidades
mapuches ya que no permitió que la tierra de un campesino y/o comunero
mapuche fuese vendida a no mapuches. Esto detuvo lo que había facilitado
la Dictadura Militar de Pinochet el año 1978, al dividir la tierra de
las mencionadas comunidades, insertándolas al mercado. Pero esa fue una
excepción. El Decreto Ley N° 701 aplicado desde 1974 a 1997, favoreció
sólo a un 5,8% de los campesinos o pequeños propietarios. Se induce que
esto es parte del fomento a la gran empresa. Entre el año 1980 a 1997 se
forestaron desde la Región del Maule a la de Los Lagos, 822.428
hectáreas [ix]. En 1997, el gobierno concertacionista propició la
modificación del Decreto 701, incentivando plantaciones en predios
campesinos, aumentado para el año 2004 al 38% los campesinos
“beneficiados”.
Respecto a las
comunidades mapuches, grande ha sido la oposición de muchas al modelo
forestal chileno, ya que comprenden que no es sólo un tema ecológico
sino de soberanía territorial, económica, social y cultural. Esto
explica en parte la represión estatal que sufren las comunidades,
motivada por la defensa de los intereses de las empresas forestales. Al
mismo tiempo se implementan Programas Gubernamentales destinados a las
comunidades entre los que se destacan los de fomento a las plantaciones.
Muchas comunidades están plagadas de pinos y eucaliptus. Los avances de
las plantaciones, ha sido en parte a costa de la disminución del bosque
nativo. Esto es lo que se denomina sustitución. Entre
1975 y 2000, por ejemplo, un 67% del bosque nativo disminuyó en la
región comprendida entre el Río Maule y el Bio Bio; en la Región de Los
Ríos entre el año 1998 al 2006, se sustituyeron 15.600 hectáreas [x].
En
la actualidad, las empresas generan políticas de buena vecindad, que
más allá de su lavado de imagen, es la incorporación de los campesinos
al modelo forestal chileno. Los campesinos proveerán con las cosechas de
sus plantaciones a las empresas, otros serán mano de obra de éstas para
la ejecución de las faenas de plantación o de cosecha. Es la estrategia
asumida por el capital y el Estado.
Las
empresas han desarrollado campañas como Bosques para Chile, con
patrocinio de Corma [xi], que engañan a la población. Se intenta
convencerla de que las plantaciones son bosques[xii],que las empresas
están al servicio de la comunidad local; o la más reciente, en que
mencionan que con sus plantaciones se harán cargo de salvar al planeta
proveyendo de oxígeno y captando la contaminación[xiii].
En
la actualidad, de un total de 2 millones 500 mil hectáreas de
plantaciones exóticas en Chile (pino y eucaliptus) [xiv],el Grupo Arauco
de la Familia Angelini posee 1 millón; CMPC del Grupo Matte posee 498
mil; Forestal Masisa del Grupo Nueva posee 88 mil [xv]. El destino de
estas plantaciones es la exportación, principalmente para la producción
de fibra de celulosa y papel. Desde una perspectiva económica, el sector
forestal es el segundo más importante del país (7%) después del minero
(63%) y se encuentra organizado en la Corma, instancia de importante
influencia para defender los intereses de las empresas y del modelo.
Las
zonas donde se concentran las plantaciones forestales son las más
empobrecidas, con los mayores índices de cesantía, emigración y sequía
progresiva [xvi]. Este modelo forestal chileno pretende para el año 2025
aumentar el patrimonio de las empresas forestales a 5 millones de
hectáreas plantadas con pinos y eucaliptus [xvii]. Una manera de
controlar desde el Estado a las empresas ha sido la creación de sistemas
de certificación como FSC [xviii], que buscan asegurar buenas prácticas
sociales y ambientales, que han tenido algunos resultados considerando
el apremio de empresas desprestigiadas para poder comercializar su
producción en el mercado europeo. Otra instancia de control
(autocontrol) es el rol fiscalizador de Conaf, denuncias de ONGs,
comunidades campesinas y mapuches.
III.- Conclusiones:
Definitivamente
donde el modelo forestal chileno penetra con más fuerza, el bosque
nativo retrocede, para ser sustituido por plantaciones de pino y
eucaliptus, especies exóticas de rápido crecimiento pero, al mismo
tiempo, destructivas de los ecosistemas locales.
Las
empresas forestales, sin importarles la disminución del agua en las
comunidades, han violado sistemáticamente no sólo a la Ley del Estado,
sino las buenas prácticas ambientales de producción (ellos desarrollan
la tala rasa, plantación en cuencas, uso de insecticida, etc). Han
instalado como una forma de amortizar el conflicto social, la práctica
de que si una empresa daña el medio ambiente, debe retribuirle a la
comunidad local con dinero o inversión, como si esto pudiese revertir el
daño causado. Instala una forma de ser que, peor aún, genera corrupción
solapada de compensación, por medio de sistemas que con buenas
intenciones buscan aminorar los efectos negativos certificando que se
cumplen buenas prácticas ambientales y sociales, que a la vista de los
campesinos y pobladores locales, no se realizan.
De
este modo, las empresas forestales chilenas ingresan al mercado de la
comunidad europea que les hacen ciertas exigencias al respecto. Parte de
sus campañas es mostrar folletos con personas sonrientes, ya sean
campesinos, pobladores funcionarios de instituciones públicas y no
gubernamentales, que desarrollan proyectos financiados por empresas
forestales. Se asimila a un neocolonialismo.
Y
el Estado, ahí está, con todas sus contradicciones, enarbolando la
bandera de que las plantaciones son bosques, que generan riqueza para
todos, que los eucaliptus no son responsables de la pérdida de agua.
Elabora leyes que parecen ridiculeces respecto a fomentar la
sostenibilidad del bosque nativo, leyes que son cheques abiertos para la
implementación de plantaciones exóticas. Para el Estado la alianza con
las empresas es prioritaria y eso denota la pobreza de las leyes de
fomento del bosque nativo, aunque existen pequeños programas de Conaf
que relativizan un poco esta sentencia.
La
institucionalidad pública ha sido ineficiente o permisiva en fiscalizar
a las empresas y eso explica la “supuesta” necesidad de la
Certificación, que habría sido un fraude grotesco si FSC (Forest
Stewardship Council) hubiesen certificado a Forestal Arauco y Forestal
Mininco (perteneciente a CMPC) con todos los evidentes problemas que
tienen con el Pueblo Mapuche [xix], los trabajadores, los ecosistemas
locales y comunidades campesinas. Otras empresas si han sido
certificadas, sin ser “santas”.
Y que
se puede “certificar” ante la insolente verdad del carácter cínico y de
la codicia de las empresas que solo les interesa hacer lo que les pide
el mercado, en que sus ganancias han sido a costa de la Contra Reforma
Agraria, de subsidios para familias como los ¡¡Angelini y los Matte!!,
de la desaparición de los campesinos, de la usurpación de tierras, de la
sustitución de ¡¡Bosques Nativos!! El pasado no se puede borrar con el
codo y las malas acciones no se pueden compensar con dinero. Las
decisiones y el accionar de las empresas y el Estado, están destruyendo
los ecosistemas y las comunidades campesinas. Ultraviolento y cínico es
su comportamiento social y ambiental, considerando la pérdida de agua,
biodiversidad, etc.
¡Qué hacer? La
educación de los niños respecto al bosque nativo, la sensibilización
entre la población rural y urbana de las riquezas de este y de los
impactos del modelo forestal chileno, la participación directa de las
organizaciones campesinas e indígenas en la generación de propuestas, es
vital, urgente. Hay que denunciar las malas prácticas ambientales,
desnudar tanto las falsas campañas que maquillan de responsables
ambientales a las empresas y la colusión que estas realizan. También
hay que movilizarse e incidir-invitar a otros actores sociales y
políticos. Todo esto teniendo en claro que se enfrentará a un gran par
de amigos de este modelito forestal y neoliberal: El actual Estado y las
empresas forestales. Y ojalá que no se sumen a ellos, los que teniendo
buenas intenciones creen que este modelo no se puede revertir sino solo
mejorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario