El
recrudecimiento de los periodos de sequía es una de las principales
consecuencias del cambio climático, que afecta especialmente a los
cultivos. Sin embargo, la bióloga de la UPV/EHU Anabel Robredo ha
comprobado que, al menos en el caso de la cebada, el propio cambio
climático le ofrece mecanismos de resistencia ante la falta de agua.
ECOticias.
Y es que dicho fenómeno está provocando también un aumento notable de la concentración de CO2,
un gas que, paradójicamente, proporciona a esta planta unas
características con las que conseguiría paliar los efectos de la sequía.
Varias publicaciones internacionales se han hecho eco de esta
investigación, siendo la revista Environmental and Experimental Botany la más reciente.
Básicamente, Robredo ha analizado el efecto que produce en la cebada
la combinación de dos de las consecuencias principales que nos trae el
cambio climático: el enriquecimiento de CO2 y la sequía.
Según explica la investigadora, “la concentración atmosférica de este
gas ha aumentado en las últimas décadas de forma considerable, y se
prevé que va a aumentar mucho más. Entonces, hemos comparado plantas de
cebada que crecen con una concentración de CO2 igual a la
actual (ambiental) con otras cultivadas con el doble, que es a lo que se
prevé que vamos a llegar a finales del presente siglo”. El estudio se
ha llevado a cabo mediante la imposición progresiva de sequía,
determinando, además, la capacidad de estas plantas para recuperarse
tras la falta de riego, tanto con concentración de CO2 ambiental como con la prevista para el futuro.
Uso más eficiente del agua
En las plantas en general, los efectos de una concentración elevada de CO2
ya eran conocidos. La bibliografía referencial utilizada por Robredo
así lo demuestra: entre otras cosas, aumenta la biomasa, el crecimiento
de las raíces y el área total de las hojas, y altera las tasas de
fotosíntesis neta y la eficiencia en el uso del agua. La denominada
conductancia estomática es una de las claves, según explica la
investigadora: “Los estomas son unos orificios que las plantas tienen en
las hojas, y es por donde hacen el intercambio de agua y aire. Cuando
una planta se somete a elevado CO2, cierra los estomas en
cierto grado. Eso hace que el agua se pierda en menor medida, lo que se
traduce en una mayor eficiencia en su uso”.
Por lo tanto, aparentemente, una concentración mayor de CO2
coloca a las plantas en una situación ventajosa para afrontar periodos
de sequía. “Si utilizan el agua más lentamente, la usan más
eficientemente y pueden crecer durante más tiempo”, explica Robredo. Al
menos, así lo ha podido verificar en el caso de la cebada. Los
resultados muestran que, aunque la sequía perjudica, su efecto en la
cebada es menor cuando se combina con una concentración elevada CO2.
En comparación con una situación de nivel ambiental de este gas, su
aumento hace que el contenido hídrico foliar y del suelo desciendan
menos, las tasas de fotosíntesis se mantengan durante más tiempo, el
crecimiento sea mayor y la asimilación de nitrógeno y carbono se vea
menos afectada. Precisamente, la investigadora explica la importancia de
mantener el equilibrio entre el nitrógeno y el carbono: “Tanto la toma
de carbono como la asimilación de nitrógeno han aumentado de manera
equilibrada”.
Por otra parte, al restablecer el riego en plantas de cebada
mantenidas en sequía, se observa que su efecto revierte más rápidamente
bajo elevado CO2, en la mayoría de los parámetros analizados.
No es extrapolable
Por lo tanto, bajo las condiciones de CO2 previstas para
el futuro, las repercusiones negativas de la sequía derivada del cambio
climático se retrasarían más, en comparación con la concentración actual
de este gas. Esto, en el caso de la cebada, pero… ¿son estos resultados
extrapolables a otras plantaciones? Según explica esta investigadora,
no es tan sencillo: “Hay que tener cuidado, porque las distintas
especies de plantas responden a veces de manera muy diferente, incluso
contraria. Lo que sí podemos decir es que la mayoría de las especies
vegetales tienden a usar el agua de forma más eficiente en condiciones
de elevado CO2 y sequía, y que presentan un mayor crecimiento”.
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