sábado, 16 de julio de 2011

El Plan del Guadalquivir reparte agua inexistente

El día que finaliza el período de participación pública del Plan Hidrológico del Guadalquivir, WWF denuncia que el documento presentado por el Ministerio de Medio Ambiente ignora la normativa europea. El principal problema es que intenta ajustar el agua de los ríos a la demanda actual, sin garantizar el mínimo necesario para su supervivencia. Si al déficit actual de 876 hm3 le sumamos el problema del cambio climático, el resultado es que desaparecerá el agua disponible para muchas actividades, entre ellas la propia agricultura, que en la zona del Guadalquivir recibe del Plan el 87% del agua de la cuenca.

Hoy se acaba el periodo de consulta pública del PH del Guadalquivir, presentado hace 7 meses por el MARM. WWF observa con preocupación las propuestas del Plan del Guadalquivir, pues este primer texto se considera como adelanto de lo que va a ocurrir con los otros planes de la “España mediterránea”.

La principal petición de WWF en sus alegaciones es que el Plan Hidrológico sea realista y establezca medidas valientes que permitan reducir la demanda de agua. Las peticiones de la organización se centran en que se cumpla el principio de precaución y que no aumente la superficie de regadío, que se revisen las concesiones de agua y que se controle el uso ilegal del agua. Sólo así, y con la definición de un régimen de caudales ecológicos adecuado, podrán mantenerse con vida los ríos de la cuenca del Guadalquivir y asegurarse que continúan suministrando todos sus servicios a la sociedad.

El documento presentado reconoce una brecha de 876 hm3 entre el agua que se consume y la realmente disponible, considerando los efectos del cambio climático. WWF alerta de que esta cifra es mucho mayor, ya que la estimación de agua que necesita el regadío está infravalorada. Por ejemplo, se calcula que se necesitan 3.000 metros cúbicos para regar 1 hectárea de fresa, cuando en realidad la demanda mínima es de 4.000. Además, determina un caudal de agua insuficiente para los ríos, por lo que no podrán mantener los servicios ambientales dependientes de ellos, como el control de las inundaciones o el suministro de agua para la agricultura, la pesca y el uso recreativo. El tercer grave problema de este plan es que infravalora los efectos del cambio climático y no tiene en cuenta que la demanda de agua será mucho mayor en los próximos años.

A pesar de que el principal objetivo del plan es reducir dicha brecha, WWF denuncia que no actúa de forma decidida para disminuir el consumo de agua en la agricultura. La medida estrella del Ministerio es la modernización de regadíos, lo que supone un coste total de más de 1.200 millones de euros para conseguir un ahorro teórico de 260 hm3 de agua al año. Sin embargo, WWF recuerda que no hay constancia de que dicha modernización, en España, esté significando un ahorro real del consumo de agua por la agricultura.

El regadío en el Guadalquivir no sólo no reduce su consumo, sino que incluso aumenta su superficie en más de 35.000 ha, a pesar de no haber garantía de agua para la superficie ya existente. Este sector, además de recibir el 87% del total del agua disponible en la cuenca, no paga su coste real en función del gasto en volumen, como exige la ley. WWF  quiere recordar el peligro que supone que el desarrollo rural se apoye en la agricultura de regadío, ya que se trata de un sector con un futuro incierto en un escenario de reducción de subvenciones europeas y de disminución  de lluvias por el cambio climático.

En general, WWF está en desacuerdo con los objetivos que plantea el plan ya que parten de un diagnóstico erróneo que sobrevalora el estado ecológico de las masas de agua y, por lo tanto, no establece metas ambiciosas. Por ello, es imposible alcanzar el buen estado de los ríos, humedales y acuíferos, tal como señala la normativa europea.

Según Eva Hernández, Responsable del Programa de Aguas de WWF España: “Es imprescindible revisar los planes hidrológicos para que no perpetúen el actual modelo de desarrollo rural apoyado en el regadío; hay que cambiar hacia un nuevo paradigma, basado en la diversificación de las actividades económicas y en el apoyo a la agricultura de secano,  que sepa aprovechar el potencial de la naturaleza sin acabar con ella”. Y recuerda que: “Debemos evitar tomar decisiones irreversibles que comprometan el futuro de los ríos, humedales y acuíferos, ya que de ellos depende el agua para las generaciones futuras”.

Información complementaria:

·         WWF cree que es temerario el diagnóstico que hace este plan del estado del Guadalquivir, ya que considera que más de la mitad de su agua de superficie se encuentra “en estado medianamente aceptable”, cuando en realidad están “muy mal”. Por ejemplo, califica el estado del estuario del Guadalquivir como “moderado”, pero existe la evidencia científica de su mal estado ( CSIC, en su estudio Propuesta metodológica para diagnosticar y pronosticar las consecuencias de las actuaciones humanas en el estuario del Guadalquivir, pag. 6 punto 8).

Tampoco tiene en cuenta el problema que representa que el Parque Nacional de Doñana tan sólo reciba el 20% del agua que necesita para sobrevivir, ya que esto impide alcanzar el buen estado de esta zona protegida antes de 2015.

·         Respecto a la eficacia de las medidas de modernización de regadíos, WWF España expresa su preocupación por la falta de evaluación real de sus efectos reales sobre el estado de las masas de agua. El Defensor del Pueblo ha apoyado en reiteradas ocasiones a  la organización en sus peticiones de información sobre el volumen real de agua ahorrada con estas inversiones públicas.


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