Investigadores de la Universidad de Sevilla han dado a conocer este hallazgo en la prestigiosa revista Quaternary Research.
ECOticias.

Las rutas de expansión del Neolítico por el ámbito mediterráneo
desde sus focos de origen en el Próximo Oriente han sido discutidas
desde hace casi un siglo, aceptándose tradicionalmente dos vías de
llegada del fenómeno a la Península Ibérica: una primera, continental,
que discurriría por el margen septentrional de este mar, y una segunda,
marítima, que habría alcanzado el Levante español “saltando” desde
Chipre a las Baleares. Durante estos últimos años un equipo
multidisciplinar, liderado por el profesor de la Facultad de Geografía e
Historia de la Universidad de Sevilla Miguel Cortés Sánchez, y con
participación de investigadores de distintas universidades españolas,
portuguesas y estadounidenses, así como miembros del CSIC, ha puesto en
evidencia una tercera ruta, el Magreb, que explicaría los rasgos
identitarios del mundo neolítico en el sur de Iberia.
Estos científicos, que acaban de dar a conocer el hecho en la
prestigiosa revista Quaternary Research
(http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0033589411001608),
radiodataron, en un primer momento, numerosas muestras orgánicas de
indiscutible procedencia neolítica, caso de los huesos de animales
domésticos y los granos de cereales cultivados. Con ello lograron fechar
la entrada del Neolítico en el sur peninsular hacia los 7500 años antes
del presente. Se trata de una cronología sorprendentemente sincrónica
con las obtenidas para otras zonas peninsulares, si bien su cultura
material, tan diferente a la documentada en las restantes regiones
ibéricas, indica que estamos ante un fenómeno independiente del resto.
Los resultados obtenidos con diferentes registros paleoambientales
-con el concurso de algunas de las más sofisticadas técnicas analíticas
(p.ej., tafonomía, foraminíferos, carpología, análisis isotópicos,
etc.), así como análisis paleoclimáticos a escala regional, indican que
cuando se produjo la llegada a este territorio peninsular de gentes
neolíticas se estaban produciendo notables alteraciones climáticas y
ecológicas en el Mediterráneo occidental y zonas colindantes. Dichas
alteraciones se han reconstruido partiendo de los datos ofrecidos por
distintos registros climáticos de alta resolución, tanto marinos como
arqueológicos. Entre las evidencias más llamativas destaca la
sustitución de especies piscícolas del Atlántico Norte que, como del
bacalao, aún pervivían en la costa de Málaga en aquellas fechas, por
otras estrictamente mediterráneas que son las que hoy habitan este mar.
Todos estos cambios ambientales parecen haber afectado a las
poblaciones mesolíticas ibéricas, cuya economía se fundamentaba en la
caza, recolección y los recursos marinos, siendo este el momento cuando
se constata el abandono de los más emblemáticos yacimientos
pre-neolíticos de la zona. Pero la crisis paleoambiental afectó, sobre
todo, a las poblaciones Neolíticas saharianas, en cuyos yacimientos se
han descrito también fenómenos de cambio climático que condujeron, según
todos los indicios, al abandono masivo de los asentamientos.
Los autores de este estudio postulan que fue esta coyuntura ambiental la que generó una sinergia que, por una parte, impulsó a las poblaciones neolíticas norteafricanas a cruzar el estrecho y, por otra, a que las poblaciones de cazadores-recolectores del sur peninsular incorporasen rápidamente el modo de vida asociado con el sistema de producción. Las sociedades neolíticas pioneras encontraron de esta suerte nuevas tierras donde asentarse al tiempo que indujeron a las poblaciones mesolíticas a incorporarse activamente al proceso de cambio. Es en este contexto, donde, durante un breve lapso temporal, la expansión de los nuevos modos de vida, en sus aspectos económicos, sociales, simbólicos y de cultura material, se difunden y reelaboran activamente generando una etapa neolítica de gran pujanza y marcada personalidad cultural, en la Iberia meridional.
Los autores de este estudio postulan que fue esta coyuntura ambiental la que generó una sinergia que, por una parte, impulsó a las poblaciones neolíticas norteafricanas a cruzar el estrecho y, por otra, a que las poblaciones de cazadores-recolectores del sur peninsular incorporasen rápidamente el modo de vida asociado con el sistema de producción. Las sociedades neolíticas pioneras encontraron de esta suerte nuevas tierras donde asentarse al tiempo que indujeron a las poblaciones mesolíticas a incorporarse activamente al proceso de cambio. Es en este contexto, donde, durante un breve lapso temporal, la expansión de los nuevos modos de vida, en sus aspectos económicos, sociales, simbólicos y de cultura material, se difunden y reelaboran activamente generando una etapa neolítica de gran pujanza y marcada personalidad cultural, en la Iberia meridional.
Basándose en la diversidad de especies vegetales y animales
implicadas, así como en determinadas pautas de la cultura material, los
autores sitúan este origen magrebí en el entorno de Orán (Argelia),
punto de partida para estos colonos neolíticos de la Península Ibérica.
El Neolítico constituye uno de los fenómenos arqueológicos de mayor
repercusión social y transcendencia evolutiva. Tal circunstancia se debe
a la revolución socio-económica y demográfica que el desarrollo que las
técnicas de producción, esto es, la agricultura y la ganadería,
desencadenaron en las sociedades humanas.
El proyecto ha sido financiado en el marco de la European Science
Foundation y del European Research Council, así como por el Ministerio
de Ciencia e Innovación y la Consejería de Cultura de la Junta de
Andalucía
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