Mejorar la
salud de las mujeres de comunidades que viven en los bosques puede
ofrecer incentivos poderosos para que ellas contribuyan en los esfuerzos
de conservación, asegura un estudio reciente del Centro para la
Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
ECOticias.

Sin embargo, debido a la escasa disponibilidad de servicios de
salud en áreas boscosas junto con las responsabilidades del hogar,
frecuentemente la salud y seguridad de las mujeres que dependen de los
bosques son ignoradas.
“En muchas áreas boscosas no existen servicios formales de salud –
sin doctores, sin clínicas, sin medicinas ‘modernas’”, dijo Carol
Colfer, Asociada Senior de CIFOR y coautora de “Bosques, mujeres y salud: oportunidades y desafíos para la conservación” (documento disponible en inglés).
“Frecuentemente el único servicio de salud es el que esté disponible
localmente, a través del conocimiento indígena y de las plantas del
lugar” dijo Colfer.
Una encuesta en las comunidades de Kalimantan, Indonesia, realizada por la ONG indonesa Alam Sehat Lestari
(ASRI) mostró que los pobladores gastan alrededor de 209 dólares al año
en el cuidado de la salud, excediendo por mucho los gastos de
alimentación (145 dólares anuales), debido en parte a la falta de acceso
a un lugar cercano.
De acuerdo con el estudio, estas facturas médicas exorbitantes han
obligado a algunos a practicar la tala ilegal. Otros han despejado áreas
boscosas, frecuentemente con apoyo del gobierno o de la industria, para
dar lugar a cultivos y plantaciones cargadas de pesticidas que han
contaminado el manto freático y que ayudan a diseminar enfermedades.
A falta de instalaciones médicas, la responsabilidad del cuidado de
los parientes enfermos recae típicamente en las mujeres. En muchos
lugares, las mujeres son las principales sanadoras y con frecuencia
cuentan con un mayor conocimiento de los recursos del bosque para la
cura y prevención de enfermedades y otros problemas de salud. Debido a
esta responsabilidad, las mujeres tienden a tener un interés especial en
mejorar la salud de sus comunidades.
Colfer insiste en que las mujeres deben ser incluidas de manera
significativa en las decisiones y políticas relacionadas con temas de
desarrollo y medio ambiente.
“Las mujeres saben lo que quieren y de lo que son capaces, y pueden
ser aliadas poderosas en los intentos para reducir los problemas de
salud relacionados con la reproducción”, dijo Colfer. “Esto puede a su
vez liberarlas para su participación en la generación de ingresos,
educación, acción colectiva y actividades políticas y de conservación.”
PRESIONES DELA POBLACION
Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial, y representan un enorme potencial de recursos humanos.
“Si bien el número de mujeres en los bosques es pequeño, sus
necesidades son grandes, debido a una serie de factores, incluyendo un
deficiente acceso a dispositivos que ahorran trabajo, poco acceso a
tecnología de control de la natalidad y una serie de limitaciones
específicas relacionadas con su cultura”, dijo Colfer.
Al igual que los temas ambientales, muchos problemas de salud son
exacerbados por el nacimiento y cuidado de un gran número de niños. En
los bosques tropicales, el embarazo presenta riesgos adicionales por
enfermedades infecciosas, disminución de la disponibilidad de alimentos y
la falta de servicios de salud responsables de la alta tasa de
nacimientos y mortandad.
A pesar de ser parte esencial del quinto Objetivo de Desarrollo del
Milenio – mejorar la salud materna – más de 350 mil mujeres mueren
anualmente debido a complicaciones relacionadas con el embarazo y parto,
lo que casi siempre ocurre en los países en desarrollo. El prolapso
uterino y la muerte fetal son también complicaciones que ocurren con
mayor frecuencia en los países en desarrollo y que pueden exacerbarse
por la edad de la madre, deficiente atención médica, número de
embarazos, nacimientos múltiples, infección materna no tratada (como
malaria y sífilis) y exposición a contaminantes.
A pesar de ello, en muchos países las poblaciones que viven en los
bosques continúan aumentando. Por ejemplo, en Indonesia las políticas de
transmigración auspiciadas por el gobierno han ofrecido incentivos
económicos para trasladar a personas sin tierra fuera de las áreas
densamente pobladas. Según los conservacionistas a nivel mundial, esta
población en continua expansión está ejerciendo una presión importante
sobre los recursos forestales. Por ejemplo, el estudio identificó que
algunas mujeres que enfrentan la escasez de leña, se han visto obligadas
a usar combustibles menos eficientes como ramitas, hojas, estiércol,
residuos de los cultivos y hasta plástico.
Estas presiones podrían disminuir si se atiende la gran demanda de
control de la natalidad en los países en desarrollo, donde alrededor de
215 millones de mujeres que quieren evitar el embarazo todavía no
cuentan con acceso a un método efectivo de anticoncepción. (Singh et
al., 2009).
“Muchos problemas pueden resolverse con un mayor acceso de las
mujeres al control de la natalidad, siempre que dichos esfuerzos se
realicen de una manera participativa donde las mujeres tomen la decisión
final sobre sus propios cuerpos” dijo Colfer.
Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo, ya que hay muchas
mujeres sometidas a culturas o exigencias que favorecen la natalidad (es
decir, esposos y familia política).
No obstante, el estudio señaló varios ejemplos de iniciativas en
marcha que integran la conservación y la salud humana, tales como la
planificación familiar, que buscan mejorar los medios de vida y entornos
locales, incluyendo a siringueros en Brasil y comunidades rurales en
Madagascar.
Si bien varios temas relacionados con el género han captado la
atención de los formuladores de políticas e investigadores, los temas de
salud de las mujeres que dependen del bosque en los países en
desarrollo ameritan una atención más seria, concluyó el estudio.
Abordar estos problemas eficazmente “incluirá la negociación
cuidadosa de las relaciones de poder local (tradicionales y modernas) en
apoyo de los deseos de las mujeres” dijo Colfer.
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