En un día
soleado y con viento a finales de septiembre de 2005, don Ángel
Rodríguez, agricultor del pueblo de Zapotillo en la Amazonía peruana,
perdió la mayor parte de sus bienes familiares: una plantación de 20
hectáreasde la madera de construcción de rápido crecimiento Guazuma crinita, que
estaba próxima a ser cosechada, los campos de maduración de plátanos y
todo el ganado, debido a un incendio que avanzó rápido y que barrió con
el pueblo y su propiedad.
ECOticias.

Fue un impacto devastador para la situación económica de la
familia, pero no fue nada en comparación con las pérdidas de los vecinos
de la familia Rodríguez, los Pezo. Don Ramón Pezo, quien antes había
respondido a una llamada de auxilio de Ángel– salvando del fuego la casa
y el jardín de los Rodríguez– perdió la vida, según se informó,
mientras trataba de salvar su propia casa, sus campos de yuca y sus
naranjales y durazneros. Ángel encontró el cuerpo de don Ramón frente a
la casa de los Pezo. Ángel piensa que el humo lo sofocó cuando corrió
desde el huerto que estaba tratando de proteger hacia la casa que
acababa de prenderse en llamas.
Por largo tiempo, la Amazonía Occidental, incluyendo las tierras
bajas de la Amazonía peruana, había sido considerada segura frente al
tipo de incendios que han devastado la Cuenca Oriental del Amazonas por
décadas. Con altos niveles de lluvias, estaciones secas menos
pronunciadas y áreas extensas de bosques maduros, el estado de Acre en
Brasil, así como la Amazonía peruana y boliviana, raramente han sufrido
incendios extensos destructivos. Pero luego llegó la sequía del 2005.
Ese año se quemaron más de 300 mil hectáreas de bosques en el estado
brasileño de Acre, así como extensas áreas en el vecino Perú. Según se
informó, las pérdidas económicas llegaron a más de 50 millones de
dólares solamente en Acre.
El mismo año, fuentes del gobierno peruano informaron que más de 22
mil hectáreas se habían quemado solamente en una provincia en la
Amazonía. Si bien esta es un área grande, probablemente sea una
subestimación seria. Del área quemada oficialmente reconocida, alrededor
de 16 mil hectáreas eran bosques, más de cinco mil eran pastizales y el
resto fueron plantaciones frutales, campos de yuca, platanales y los
pueblos y hogares de las familias agricultoras. La sequía del 2005 y la
posterior y más extrema sequía del 2010 fueron eventos climáticos
excepcionales, pero sequías de magnitud comparable habían ocurrido años
antes en la Amazonía Occidental, con menos incendios y menor
destrucción. Y desde el 2005 los incendios han quemado bosques y granjas
cada año, sin importar si la lluvia es excepcionalmente escasa o no.
¿Qué ha cambiado?
La Amazonía Occidental, al igual que muchas áreas tropicales
forestales del mundo, parece estar al borde de la “perfecta tormenta (de
fuego)” de cambios que se han sumado para convertir al fuego, por mucho
tiempo una herramienta indispensable para los agricultores, en un
enemigo y en una creciente razón para dejar el campo totalmente y vivir
de forma precaria en los barrios urbanos. El fuego es también la razón
por la que muchas formas tradicionales de uso de la tierra desaparecen
en muchas zonas, especialmente las formas desarrolladas localmente,
altamente diversas, productivas y sostenibles del bosque Amazónico y el
manejo agroforestal al que le hemos dedicado décadas de estudio,
cediendo su lugar a campos de pastura o frecuentemente transformadas en
tierras degradadas que simplemente son abandonadas. Y cada incendio
destructivo hace cada vez más susceptible a los bosques de la Amazonía
Occidental, que alguna vez parecieron invulnerables a las sequías y al
fuego.
En la Amazonía peruana confluyen muchos patrones interrelacionados:
el uso de la tierra, la cobertura de la tierra, la propiedad,
residencia, migración y cohesión social están cambiando, junto con los
cambios de clima que pueden indicar una tendencia hacia estaciones secas
más pronunciadas. Los grandes ganaderos que ahora viven lejos en las
ciudades, tienden a emplear solamente unos cuantos encargados de
vigilancia que inician incendios para controlar el crecimiento de la
vegetación y las plagas, y no cuentan con el personal que detenga la
incineración cuando esta se extiende mas allá de los límites del rancho.
Igualmente, las pequeñas granjas familiares tampoco cuentan con
suficiente personal, y los miembros de la familia pasan más tiempo en
las ciudades y no están disponibles para controlar el fuego y construir
cortafuegos. Muchos de los que viven en los pueblos son inmigrantes
recientes de fuera de la región, y con frecuencia estas nuevas
poblaciones diversas no se juntan para formar grupos que ayuden en el
manejo del fuego, hasta que, como en el caso de Zapotillo, es demasiado
tarde.
Entonces, si bien la necesidad de una solución es cada vez más
urgente, las razones para la destrucción permanecen desconcertantemente
complejas y difíciles, impulsando a las autoridades responsables a
buscar soluciones fáciles. Una “solución” fácil es culpar al pequeño
agricultor y simplemente prohibir el uso del fuego. Si bien esta opción
puede ser tentadoramente sencilla, esta política frecuentemente adoptada
simplemente no ha funcionado en la zona. El fuego como herramienta está
fácilmente al alcance, es demasiado difícil seguirle el rastro, es muy
difícil de detener, mientras que las herramientas alternativas eficaces
para el pequeño agricultor y herramientas igualmente baratas para
grandes ranchos siguen siendo difíciles de conseguir.
La complejidad del problema realmente ofrece varios enfoques posibles
de intervención. Algunos gobiernos locales como el estado de Acre que
informan a los agricultores sobre de los peligros repartiendo
“calendarios de quema” y mantienen datos precisos de propiedad
fomentando la rendición de cuentas, parecen estar enfrentando más
eficazmente el problema que aquellos que utilizan la amenaza. Pero en
gran parte de la Amazonía Occidental la situación de los incendios
tiende a empeorar aun más y la familia Rodríguez junto con sus vecinos
enfrentará sin duda la destrucción y las tragedias personales una vez
más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario