
Científicos de la Universidad Estatal de Ohio (EE. UU.) encabezados por Laura Fonken estudiaron el impacto de la contaminación sobre ratones y descubrieron que repercute en su capacidad de aprendizaje, en la memoria e incluso el estado de ánimo de los animales.
En un artículo publicado en la revista Molecular Psychiatry los investigadores confirman que, efectivamente, las partículas microscópicas liberadas a la atmósfera por centrales eléctricas, motores diesel e incendios forestales pueden irritar los pulmones y causar problemas de respiración y ataques cardíacos. Ahora bien, con su estudio los científicos han querido dar un paso más para averiguar si la polución también se nos 'mete' en la cabeza y afecta a nuestro cerebro.
Para demostrar sus suposiciones, los investigadores dejaron que un grupo de roedores respirase aire filtrado, mientras que otro grupo de estos mismos animales fue sometido a unas condiciones semejantes a la de las áreas urbanas fuertemente contaminadas durante seis horas al día, cinco días a la semana, y a lo largo de 10 meses; un tiempo equivalente a cerca de la mitad de la vida de un ratón.
Concluido el experimento, resultó que los ratones que respiraban aire contaminado, mostraron problemas de aprendizaje y de memoria (mostrándose algunos de ellos incapaces de hallar la salida de un laberinto durante cinco días), así como una mayor agresividad o ansiedad. El experimento reveló que la contaminación afecta al hipocampo, un área en el cerebro responsable de la memoria y organización.
Los investigadores indican que una larga exposición al aire contaminado puede tener efectos negativos palpables en el cerebro y acarrear problemas de salud, una conclusión desoladora para millones de personas en todo el mundo que viven envueltos por el aire poluto de las ciudades... y por los malos humos de sus habitantes.
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