jueves, 29 de septiembre de 2011

‏Mas avances sobre los estudios científicos desde Península Valdés

Las gaviotas cocineras se alimentan de la piel y la grasa de las ballenas francas vivas en Península Valdés, afectando su comportamiento normal, interrumpiendo la lactancia, reduciendo el tiempo de descanso, y aumentando la velocidad de natación. Estamos monitoreando la frecuencia de los ataques de gaviotas sobre las ballenas en sitios de ambos golfos. Realizamos observaciones sistemáticas de estas interacciones desde 1995, por lo que el Programa Ballena Franca Austral del ICB/WCI cuenta con el registro de datos más largo que existe sobre las interacciones entre ballenas y gaviotas en la Argentina.
ECOticias.
Este año colaboran con la recolección de datos las estudiantes de biología e investigadoras Macarena Agrelo, Lorena Barranco, Belén Bukowski, María Laura Marcías, Julieta Martino, Carina Marón y Florencia Vilches. Su dedicación, esfuerzo y compromiso con este proyecto hace posible que sigamos actualizando la información sobre esta problemática. Va un especial agradecimiento para ellas por su colaboración sostenida a lo largo de los años.  
Estudios de plancton y nutrición de las ballenas
En su segunda temporada para su tesis doctoral en el Departamento de Biología de la Universidad de Utah, Estados Unidos, la investigadora del ICB Carina Marón está analizando el estado nutricional de las ballenas francas como una posible causa de las elevadas mortandades registradas en años recientes en Península Valdés. Sabemos que las ballenas francas tienen menos ballenatos que lo esperado durante años de baja abundancia de krill en sus áreas de alimentación. Las ballenas también pueden alimentarse de copépodos a lo largo de la plataforma continental Patagónica, pero el valor nutricional que estos copépodos representan para las ballenas aun no ha sido investigado.
Recolectamos muestras de plancton en Península Valdés, gracias al apoyo logístico de las empresas de avistaje Southern Spirit y Peke Sosa Avistajes de Puerto Pirámides. También analizamos muestras de zooplancton colectadas por investigadores del Centro Nacional Patagónico (CENPAT Puerto Madryn), del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO Bahía Blanca) y del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP Mar del Plata) en diversos sitios del Atlántico Sur donde las ballenas francas puedan estar alimentándose durante el verano. Realizamos este estudio en colaboración con Viviana Sastre del Programa de Monitoreo de Floraciones Algales Nocivas en Aguas Costeras de Chubut y Mónica Hoffmeyer del IADO.
Carina está comparando el valor nutricional de los copépodos con respecto al krill, para evaluar cuál representa el mejor recurso alimenticio para las ballenas, comparando estos valores con los de la grasa de ballenas vivas obtenidas mediante pequeñas biopsias de grasa, así como en los ballenatos varados muertos, para determinar si sus madres se alimentaron principalmente de krill o de copépodos. Las hembras reservan estos ácidos grasos en su capa de grasa y luego se los transmiten a su cría por medio de la leche materna, y son esenciales para la gestación y la lactancia.
Estudios de toxicología genética
Los océanos son considerados como el sumidero final de muchos compuestos químicos tóxicos y existe una preocupación creciente sobre el impacto de la polución química en el medioambiente marino y su probable efecto en la salud de los animales, plantas y humanos. Los metales afectan al sistema inmune y reproductivo de machos y hembras de mamíferos y pueden transferirse también al feto en desarrollo.
Las ballenas francas australes que visitan el área de Península Valdés cada año para reproducirse, podrían estar expuestas a altos niveles de metales y otros contaminantes químicos provenientes del alimento, aire o agua. Estos contaminantes podrían tener un rol en la alta mortalidad observada en esta población. Sin embargo, son escasos los datos relacionados a la presencia de metales en los tejidos vivos de estos animales y se desconocen los efectos que estos podrían tener en la salud de las ballenas.
La investigadora del ICB Julieta Martino realiza su Doctorado en la Universidad de Southern Maine, Estados Unidos, estudiando los niveles de metales en los tejidos de las ballenas francas australes de la península, así como los posibles efectos de éstos y su correlación con ciertos parámetros ecológicos tales como la edad y género, entre otros. En el laboratorio, Julieta creará líneas celulares a partir de biopsias de piel de estas ballenas para estudiar en mayor detalle los efectos de los metales sobre su material genético.
¡Gracias por el trabajo y el apoyo!
Son muchas las personas, instituciones y empresas que hacen posible que el Programa Ballena Franca Austral continúe operando en Península Valdés luego de 41 años ininterrumpidos de estudios. Muchas personas somos ahora parte de una familia extendida, unida por la pasión y la fascinación que las ballenas y el mar generan en todos nosotros. Cada uno de nosotros es un eslabón de una larga cadena, un par de manos que aportan trabajo para un proyecto que va más allá de cada uno de nosotros. A todos los eslabones de esta cadena, extendemos nuestro más sentido agradecimiento por hacer posible un sueño compartido: el de ver ballenas en su ambiente natural, recorriendo los mares del mundo.

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