En los últimos
años ha ido surgiendo numerosa literatura acerca de la importancia de
la agrodiversidad en su relación con la seguridad alimentaria de las
diversas poblaciones humanas
ECOticias.
Para asegurar su supervivencia las sociedades humanas han
desarrollado multitud de estrategias bien diferenciadas en sus
mecanismos de apropiación de los recursos naturales. En esta continua
tarea de apropiación, cabe resaltar la actividad que probablemente ha
generado la mayor revolución de uso de estos recursos: la agricultura.
La actividad agrícola ha tenido una repercusión tal sobre los
ecosistemas del planeta que ha dado lugar al desarrollo del concepto de
agrosistemas y agrodiversidad. Se ha definido la agrodiversidad como las
múltiples formas por las cuales los agricultores usan la diversidad
natural del ambiente para la producción agrícola, incluyendo no
solamente la selección de especies y variedades de plantas para el
cultivo, sino también el manejo de las tierras, aguas y de la biota
como un todo (Brookfield y Padoch, 1994).
En los últimos años ha ido surgiendo numerosa literatura acerca de la
importancia de la agrodiversidad en su relación con la seguridad
alimentaria de las diversas poblaciones humanas y se ha visto que la
mayor parte de los alimentos producidos en el planeta se consiguen en
modelos de agricultura de pequeña escala. Y es en este contexto
histórico -en el que se cuestiona la capacidad del planeta para
alimentar a los 9000 millones de personas que se estima habrá en 2050-
donde la agroecología emerge como una solución hacia un desarrollo
sostenible y equitativo ya que aporta las bases científicas,
metodológicas y tecnológicas para una nueva “revolución agraria”
(Altieri et al 2011). No en vano, la mayor parte de la comida
consumida en el mundo se produce bajo el modelo de agricultura
campesina. Concretamente, la agricultura de pequeña escala en América
Latina está representada por 16 millones de pequeñas explotaciones que
contribuyen con, aproximadamente, el 41% de la producción destinada al
consumo doméstico. Esto significa que produce, a nivel regional, el 51%
del maíz, el 77% de judías y el 61% de patatas (Altieri, 2004).
Esta agricultura campesina, basada en los principios de la
agroecología, se caracteriza por: a) mantener elevados niveles de
biodiversidad en finca, b) utilizar ingeniosos sistemas y tecnologías en
el manejo del sistema y la producción de paisajes, c) contribuir a la
seguridad alimentaria local, d) aumentar la resiliencia de los
agrosistemas, e) utilizar el conocimiento campesino y sus habilidades
tecnológicas y f) mantener los valores culturales de la población
(Toledo y Barreda Bassols, 2008). La agricultura de pequeña escala está
bien definida en los países en desarrollo y hay numerosos trabajos que
visibilizan las experiencias más relevantes en cuanto a manejo
tradicional, manejo de recursos fitogenéticos e incluso utilización de
plantas silvestres en alimentación humana. Por contra, en Europa apenas
hay espacio dedicado a los estudios campesinos, hecho que está
experimentando grandes cambios puesto que en la última década se han
realizado trabajos cuyo objetivo fundamental ha sido visibilizar el
conocimiento campesino tradicional (Agelet et al. 2000; San Miguel,
2004, Rigat et al. 2009; Reyes-García et al. 2010). Incluso se han
estudiado experiencias protagonizadas por nuevos campesinos cuyas
prácticas agroecológicas son una reconstrucción de las ya existentes,
estimulando un desarrollo de conocimiento campesino actual (González,
2009); López y Badal, 2006). Estas nuevas prácticas hacen posible que la
actividad agraria retome sus funciones genuinas: por un lado se ejerce
una “socialización” de fracciones de la naturaleza y por otro, se
produce una “naturalización” de la sociedad en el proceso de producción y
reproducción de vínculos con el mundo natural. En esta situación se
explica cómo la dinámica ecológica está fuertemente asociada a la
aparición de estrategias de supervivencia campesina y del proceso de
producción del conocimiento, respecto al manejo de los recursos
naturales (Bedoya y Martínez, 2000).
Las plantas silvestres en los agrosistemas
En este contexto campesino es donde se observa cómo el manejo de la
agrodiversidad se hace de forma más cuidadosa y donde se tienen en
cuenta todos los recursos naturales disponibles. Entre todos estos
recursos naturales juega un papel muy importante la utilización de
plantas silvestres que crecen en los campos de cultivo.
Este manejo implica tanto una transformación de las plantas
cultivadas como de aquellas especies silvestres que las acompañan.
Estas hierbas han dado lugar a una clasificación cultural de las
diferentes especies que crecen dentro de los cultivos, denominándose
“malas hierbas” y que en términos botánicos se refiere a la vegetación
arvense, definida como aquellas especies que se desarrollan en los
sembrados, sobre todo cerealistas, por lo general de floración
primaveral y posterior recolección estival. Se debe tener en cuenta que
estas hierbas poseen los mismos biotipos, ciclos vitales y
características fenotípicas que las plantas cultivadas. Esto nos
indica que el concepto peyorativo adoptado para nombrar las especies
que crecen dentro de los cultivos tiene su origen en la competencia que
se establece entre las hierbas y las plantas cultivadas. En la
dimensión de la agricultura campesina el concepto de mala hierba pasa a
un segundo plano y aquellas plantas herbáceas que se encuentran
compitiendo con los cultivos tienen un uso. Se puede considerar que se
establece un proceso de coevolución entre las plantas que se han
cultivado desde siempre y las plantas favorecidas por el campesino que
habitan en convivencia con los cultivos.
Por otro lado, se ha demostrado que la presencia de malas hierbas
puede incrementar la eficacia de los métodos de control biológico de
plagas, lo que demuestra la importancia de las mismas para asegurar un
buen funcionamiento de los agrosistemas (Gliessman, 2002). Estas
funciones que ejercen las plantas silvestres en los agrosistemas entran
dentro de la propia definición de los servicios ecosistémicos,
entendidos éstos como los beneficios que proporcionan los ecosistemas a
los seres humanos (Constanza et al, 1997). Uno de estos
servicios corresponde al de aprovisionamiento; en este sentido el
referente a la producción de alimentos es de marcada importancia.
También es necesario resaltar que dichas especies silvestres se van
adaptando a las formas de cultivar. Esto ha dado lugar -tras la
introducción de arados como el de vertedera y desherbados químicos a
base de herbicidas- a que muchas especies que han desaparecido de los
cultivos se hayan trasladado a bordes de caminos o cunetas; dichas
plantas pasan a considerarse plantas ruderales en lugar de arvenses. En
definitiva esto significa un cambio de la estructura poblacional, como
consecuencia de esta novedad en la gestión de la vegetación arvense de
cada cultivo. Por otro lado, en cuanto a la influencia del uso de
diferentes variedades y el efecto sobre las hierbas, se ha observado que
la presencia de determinadas arvenses y su producción de semillas se
ve afectada en función de la variedad del cultivo (Navarrete et al,
2008). La explicación podría residir en que determinadas variedades,
en general seleccionadas para modelos productivos de bajos insumos e
incluso en modelos de agricultura campesina, coexisten con las hierbas
mejor que otras variedades de altos rendimientos, seleccionadas por su
gran adaptación a los paquetes tecnológicos que se implantan con la
agricultura industrial.
De plantas silvestres a “criptocultivos”
Con el desarrollo de la Agricultura, el hombre ha ido poniendo en
cultivo un gran número de especies vegetales, comenzando por aquellas
especies que, por una razón u otra, más le gustaban o se adaptaban más
fácilmente al cultivo como los cereales y las leguminosas. Sin embargo,
también se domesticaron verduras como la lechuga o la col, especies
que, a diferencia de cereales y leguminosas, son plantas aprovechadas
por sus hojas y se reproducen por semillas, por lo que su domesticación
fue peculiar (Ladizinsky, 1998). Sin embargo, hay numerosas especies
que se han consumido como verdura y nunca han sido domesticadas. Son
las que se vienen a denominar criptocultivos en referencia a que se
desarrollan en los campos de cultivo o en su entorno y son aprovechadas
por las personas sin dejar su condición de planta silvestre (Rivera y
Obon, 2006). Son plantas que se protegen y que nunca llegan a ostentar
el título de planta cultivada pero la intervención humana afecta a la
dinámica de sus poblaciones. Esto suele ocurrir en los sistemas
campesinos.
Como ya se ha indicado, la agricultura de pequeña escala es la que
realmente alimenta al planeta. Pero, además, es la que se muestra como
una vía posible en un mundo donde el petróleo escasea y los modelos
productivos -entre ellos el agrario- tienen que adaptarse a esta nueva
situación. Desde este punto de vista se hace necesario hacer uso de
todos y cada uno de los recursos naturales que están a disposición de
las pequeñas fincas agrícolas para poder producir alimentos con el menor
coste energético. En esta búsqueda de nuevos recursos juegan un papel
relevante las plantas silvestres utilizadas como alimento en los
sistemas tradicionales.
En la tabla 1 se representan algunas especies
consideradas malas hierbas de olivar, vid o cereales y cuyo uso como
verduras silvestres ha sido recopilado en los distintos estudios
etnobotánicos realizados en España. De entre todas estas especies
destaca Silene vulgaris porque su uso es reconocido en gran parte de las provincias españolas. Así lo indican Tardío et al (2006)
en la revisión que hacen de 46 trabajos etnobotánicos en España donde
la colleja se cita en 36. En este contexto se pretende presentar la
colleja como una especie utilizada como alimento que sirve de modelo
para comprender la interacción existente entre el conocimiento campesino
tradicional, el conocimiento campesino moderno y el conocimiento
científico.
Se trata, por tanto, de una especie arvense que se ha comportado como
mala hierba y que se ha recolectado como verdura silvestre. Incluso se
ha llegado a comercializar en algunas economías locales. Por último,
se han iniciado estudios sobre su biología, ecología y variabilidad
genética que permiten conocer, desde un punto de vista científico, las
posibilidades agronómicas que esta especie tiene. Por todo esto, es
posible afirmar que nos encontramos ante un criptocultivo que presenta
grandes posibilidades para convertirse en un cultivo.
Nombre científico | Nombre común | Ciclo biológico | Provincias * |
---|---|---|---|
Anacyclus clavatus (Desf.) Pers. | mojino | anual | Ab, Al, Hu, Mu |
Capsella busa-pastoris L. | Devaneras, chorrontelas | anual | Ab, J, M, Na |
Chenopodium álbum, L. | Cenizos | anual | Ab, Cu |
Eruca vesicaria Cav. | Orugas | anual | A, Ab, Al, Co, J |
Lactuca serriola L. | Lechuguilla pinchosa, herba plana, lechera | anual | A, Ab, B, Co, CR-To, Cu, Hu, J, M, V |
Papaver rhoeas L. | Amapola, babaol, rosella, ruelles | anual | A, Ab, Al, Ba, Co, Cs, Cu, Hu, J, M, Mu, Sa, Se |
Roemeria hybrida (L.) DC. | Babaoles dulces | anual | Ab |
Scandix pectin veneris L. | Agujas de pastor | anual | A, Ab |
Scorzonera laciniata L.S. | Arrucas, tetas de vaca, pochas, chichirimamas | anual-bianual | Ab, Al, Co, CR-To, Hu, J, M, Sa, V |
Silene vulgaris (Moench.) Garcke | Colleja, coletas, colissos, conillets | perenne | A, Ab, Al, Av, B, Ba, Ca, Co, CR, Cr-To, Cs, Cu, Gi, Gr, Gu, Hu, J, M, Mu, S, Se, Sg, To, V |
Sisymbrium irio L. | jaramago | anual | |
Sonchus oleraceus L. | Cerraja, cerrajon, lecheras, lletsó, Ilicso | anual-bianual | A, Ab, Al, B, Co, CR-To, Cs, Cu, Hu, J, M, Mu, V |
*A: Alicante, Ab: Albacete, Al: Almería, Av: Ávila, B: Barcelona, Ba:Badajoz, Ca: Cádiz, Co: Córdoba, CR: Ciudad Real, Cs: Castellón, Cu: Cuenca, Ge: Girona, Gr: Granada, Gu: Gudalajara, Hu: Huesca, J: Jaén, M: Madrid, Mu: Murcia, S: Cantabria, Sa: Salamanca, Se: Sevilla, Sg: Segovia, To,: Toledo, V: Valencia |
Características botánicas de la colleja
La colleja es una planta perenne, de origen euroasiático, ampliamente
distribuida en Europa, aunque en la actualidad se encuentra
introducida en gran parte del mundo. Mientras que en el Norte y Centro
de Europa se encuentra exclusivamente en hábitats alterados (bordes de
caminos, cultivos de secano), en el Sur de Europa y la región
mediterránea aparecen además otras “razas geográficas” en hábitats
montañosos naturales o semi-naturales. Probablemente esas poblaciones
más septentrionales se hayan extendido siguiendo la expansión de la
agricultura.
Es una planta de 35 a 80 cm, glabra, a veces estolonífera con raíz
gruesa, tuberosa. Los tallos floríferos son erectos, fuertes,
blanquecinos o verdosos en la mitad inferior. La parte basal de la
planta presenta un hábito de crecimiento erecto o ligeramente postrado.
Presenta hojas coriáceas, agudas; las inferiores, pecioladas, o
lanceoladas. La inflorescencia, en general, es multiflora y las semillas
son tuberculadas. Para esta especie se describen formas diploides y
tetraploides (2n=24, 48). Es perenne y se multiplica vegetativa y
sexualmente. En la reproducción sexual es predominantemente alógama, con
polinización por distintas especies de hymenópteros y lepidópteros.
También es importante en su reproducción la autogamia Además, es una
especie ginodioica, que presenta individuos con flores femeninas o
hermafroditas.
Utilización de las collejas como alimento
Como ya se ha indicado, Silene vulgaris es una especie
silvestre comestible muy apreciada en numerosos pueblos de la geografía
española. También es una planta utilizada en otros países europeos
como, Francia, Turquía, Austria, Italia (Hadjichambis et al, 2008). Se
recolecta en primavera y se utiliza como una verdura semejante a la
espinaca a la que sustituye en numerosas recetas gastronómicas como es
el popular potaje de Semana Santa, pero también se puede preparar en
tortilla o con huevos revueltos. Asimismo, se consume cruda en algunos
puntos de la región de Murcia, donde se prepara una empanada típica. Se
trata de una planta que en el pasado llegó a comercializarse, tras su
recogida silvestre, en lugares como Albacete.
Potencialidad agronómica de la especie
La potencialidad agronómica de una especie, entre otros factores, se
debe a que su grado de diversidad permite que se produzca un proceso de
selección tanto natural como artificial que da lugar a un producto
deseado por el campesino, cuando nos encontramos en sistemas
tradicionales de cultivo. En el manejo de especies silvestres es preciso
diferenciar entre el efecto que sobre la estructura de las poblaciones
ha tenido su recolección para uso doméstico y la selección ejercida
por los propios cambios de técnicas de cultivo que se han ido
sucediendo a lo largo de los 10 000 años de historia de la agricultura.
Esto se refleja en lo que se ha señalado sobre la distribución
geográfica actual de Silene vulgaris.
Se trata de una especie que ha inspirado numerosos trabajos. En
relación al estudio de su gran variabilidad y por su especial interés
botánico o taxonómico se habla del complejo “Silene vulgaris”,
lo que ha dado lugar a estudios isoenzimáticos. También se han
realizado evaluaciones agronómicas de la especie desde un punto de vista
de su comportamiento como mala hierba. En cuanto a la estructura
poblacional relacionada con su diversidad genética se han realizado
numerosos estudios sobre su ginodieoecia (flores hermafroditas y
femeninas en la misma población) como fenómeno capaz de explicar dicha
variabilidad.
El estudio de esta planta como recurso alimentario se inicia al
comprobar que se trata de una especie muy apreciada. Esto ha dado lugar a
que en el IMIDRA se cuente con una colección de semillas de Silene vulgaris que
engloba 74 entradas de poblaciones de diferentes localidades
españolas. Con parte de estas poblaciones se han realizado diversos
estudios de variabilidad genética y se ha visto que se trata de una
especie con gran variabilidad (Alarcón y García, 2006). También se han
realizado evaluaciones agronómicas de la especie en las que se concluye
que la diferencia entre las distintas poblaciones estudiadas permite
establecer un proceso de selección en función de la forma de la hoja,
de los rendimientos en hoja o del porte de la planta (García et al,
2002). (Tabla 2 y Figura 1)
VALORES | ÁREA (mm2) | LONGITUD (mm) | ANCHURA (mm) | ALTURA PLANTA (cm) | DÍAS A FLORACIÓN |
---|---|---|---|---|---|
Media | 330 | 48 | 11 | 49 | 232 |
CV(%) | 14,2 | 7,1 | 5,9 | 12,4 | 0,9 |
Rango | 266-455 | 43-54 | 9,4-13.0 | 39,8-55,5 | 230-236 |
Por otro lado, se trata de una especie que presenta reproducción
sexual y vegetativa. Esto significa que la reproducción vegetativa puede
ser el punto de partida para poder introducir en cultivo determinados
genotipos de interés agronómico. La reproducción vegetativa de la
especie es sencilla: se tienen que coger tallos que no hayan
desarrollado ningún entrenudo y se pueden poner a enraizar bien en agua o
en un sustrato directamente. Esta puesta en cultivo puede llevarse a
cabo de forma directa, es decir, utilizando el propio material silvestre
mediante una selección realizada por los propios campesinos. No
obstante la reproducción sexual también es una opción. En este caso, el
proceso de selección se dificulta un poco más debido a que el elevado
grado de alogamia de la especie le confiere gran variabilidad genética
intrapoblacional como se ha demostrado en los diferentes trabajos
realizados hasta la fecha.
Como ya se ha visto se trata de una de las plantas silvestres
comestibles más apreciadas como verdura llegando a sustituir a plantas
de gran importancia culinaria como la espinaca o la acelga. Esta
especie, a su vez, se adapta perfectamente a diferentes condiciones
climáticas y edáficas siendo prácticamente una especie cosmopolita. En
cuanto a su calidad nutritiva, ya hay varios trabajos que la demuestran
(Alarcón et al, 2006; Morales, et al, 2007; Sánchez-Mata, M.C. et al,
2012; Egea-Gilabert, C., 2013). En este caso estaríamos hablando de la
importancia de una planta entre silvestre y semi-cultivada
(criptocultivo) que permite llevar a cabo un proceso de selección y
mejora in situ en un modelo de agricultura campesina o de pequeña
escala. En la actualidad esta práctica se viene realizando en pequeños
huertos donde se protege cuando aparece para ser utilizada en
autoconsumo. Después de esto la cuestión es: ¿por qué esta especie sigue
siendo silvestre cuando puede ser una alternativa a los diferentes
productos hortícolas actuales?
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