Las bases navales que Chile empezó a instalar en el territorio antártico en 1947 para apoyar su aspiración soberanista han ido abriendo paso, con el transcurrir de los años, a instalaciones científicas que en muchos casos comparten el mismo espacio que los recintos militares.
La base naval "Arturo Prat", situada en la isla Rey Jorge, es
la más antigua de las cuatro instalaciones chilenas que operan durante
todo el año, junto con ocho bases de verano y siete refugios repartidos
por el archipiélago de las Shetland del Sur y la península Antártica.
Inaugurada
en 1947, inicialmente recibió el significativo nombre de "Estación
Meteorológica y Radiotelegráfica Soberanía" respondiendo al deseo del
Gobierno del presidente Gabriel González Videla de marcar presencia en
un territorio que Chile consideraba suyo pero que también era pretendido
por otros países, como Argentina.
Una flotilla al mando del
comodoro Federico Guesalaga partió a comienzos de 1947 desde Valparaíso
rumbo a las Shetland del Sur, el área más próxima desde Sudamérica al
"continente blanco", para llegar a una zona de la isla Greenwich que fue
bautizada como bahía Chile.
Nacía así la primera expedición
antártica chilena, con el objetivo de recabar información geológica, de
la flora y fauna y de la geografía de un territorio que por entonces
comenzaba a descubrirse.
Más de medio siglo
después, Chile utiliza hoy día sus bases antárticas como plataforma para
desarrollar la investigación polar, especialmente en lugares que
encierran un gran interés científico.
Las instalaciones más
importantes son las bases "Profesor Julio Escudero" y "Guillermo Mann",
ambas del Instituto Antártico Chileno (INACH); "Arturo Prat" (de la
Armada), "General Bernardo O'Higgins" (del Ejército) y "Gabriel González
Videla" (de la Fuerza Aérea).
La principal actividad científica
se concentra en "Profesor Julio Escudero", recientemente ampliada, que
cuenta con capacidad para 36 personas y funciona principalmente en
verano, aunque también recibe investigadores durante el invierno.
Esta
instalación está situada junto a la base "Presidente Eduardo Frei
Montalva", la mayor de cuantas posee Chile, frente a la bahía Fildes, en
una área desprovista de hielo en la que funciona una pista de
aterrizaje de 1.300 metros, con 50 vuelos intercontinentales y 150
intracontinentales por temporada.
En este sector está enclavado un
pequeño pueblo llamado Villa Las Estrellas que dispone de un hospital,
una escuela, un banco y hasta un supermercado.
La base "Profesor
Julio Escudero", a la que también se puede llegar por vía marítima,
dispone de laboratorios, un completo equipamiento técnico y diversos
medios de comunicación, desde radio HF y VHF hasta telefonía e Internet.
Investigadores y militares
La
convivencia del personal de las fuerzas armadas con la comunidad
científica ha ido fortaleciéndose con el paso de los años. Las extremas
condiciones en las que ambos trabajan ha propiciado el desarrollo de un
fuerte vínculo entre investigadores y militares.
Los avatares
históricos y políticos también han afectado al funcionamiento de estas
instalaciones, como ocurrió cuando en febrero de 2004 el Gobierno
chileno cerró la histórica base "Arturo Part", una decisión que revirtió
cuatro años después a raíz de las reclamaciones británicas de
territorio antártico.
Y es que mientras el personal de la Armada
efectúa labores relacionadas con "la consolidación de la presencia de
Chile en el territorio antártico", los científicos realizan
investigaciones sobre geología, biología marina y sedimentología.
A
veces, el riesgo latente se hace presente, como sucedió en marzo de
2005 en la base "General Bernardo O'Higgins", situada en cabo Legoupil,
en plena península Antártica, donde un capitán y dos suboficiales que
realizaban una expedición en trineo cayeron a una grieta de 40 metros.
Calaveras para señalar las peligrosas grietas
Hoy,
los monitores GPS instalados en los equipos del personal de rescate
marcan una calavera en los lugares donde se ocultan esas mortales
grietas.
La colaboración científica entre los 28 países que hacen
investigación en la Antártica aún está en una fase embrionaria, explicó a
Efe el director del Instituto Antártico Chileno, José Retamales.
Sin
embargo, ya existe una base conjunta llamada "Concordia", operada por
Francia e Italia, y cada vez es más frecuente que los países que tienen
instalaciones contiguas se presten apoyo, como es el caso de Chile con
Polonia, Alemania y China.
"Yo no sé en qué va a terminar la
Antártica -dice Retamales refiriéndose al futuro del tratado suscrito en
1959-, pero para los chilenos la cooperación internacional debe ser un
valor tan grande como lo fue la soberanía en el pasado".
EFEverde/EFEFuturo
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