El abc del
medio ambiente escolar incluye el ahorro energético y de agua, el
reciclaje de materiales, la introducción de los tuppers y los
Boc'n'roll o el mantenimiento del huerto del patio.
ECOticias.
Parece que no es fácil ser innovador en educación ambiental en las
escuelas de educación infantil y primaria. Cuando se trata de trasladar
conceptos complejos como sostenibilidad, decrecimiento o pensamiento
crítico a los más pequeños, a menudo acabamos hablándoles de reciclaje.
Quizás por eso la campaña "Envàs on vas?" tuvo una acogida
especialmente calurosa entre los pequeños, que aprendieron en seguida
la canción.
El abc del medio ambiente escolar incluye el ahorro energético y de
agua, el reciclaje de materiales, la introducción de los tuppers y los
Boc'n'roll o el mantenimiento del huerto del patio. Esto toma todo el
sentido del mundo si hacemos la siguiente regla de tres: no podemos
enseñar economía a niños que aún no dominan la aritmética ergo no
podemos hablar de sostenibilidad a criaturas que no han interiorizado
el ahorro de recursos. La educación tiene su ritmo y cada vez hay más
defensores de la idea de que este ritmo se ralentice para dejar a los
niños que adapten el aprendizaje a su compás, con toda la paciencia y
tranquilidad que sean necesarias.
Pero, claro, eso choca de lleno con la inmediatez que caracteriza no
sólo el carácter infantil sino también las actividades y distracciones
que a menudo, también de forma inconsciente, suministramos a nuestros
pequeños. Y los acabamos rodeando de contradicciones. Nos pueden
convencer los argumentos de la educación lenta, pero ¿cuantos padres y
madres no miramos los informes trimestrales y, automáticamente,
juzgamos el niño, o el maestro o ambos para no haberse "espabilado"?
Defendemos ante los niños los principios y la moral del ahorro pero,
¿cuanta comida caducada y platos medio llenos van a la basura? Cuantos
juguetes sabemos, ya cuando las compramos a finales de año, que
quedarán arrinconados hasta la Navidad siguiente?
¿Así pues, hay que ir más allá del ahorro, el reciclaje y la
horticultura como aprendizajes ambientales básicos en las escuelas? ¿O
debemos asegurar estos principios fundamentales del respeto por los
recursos antes de aventurar a nuestros hijos en conceptos que incluyan,
por ejemplo, una mirada crítica hacia las decisiones que toman y las
acciones que emprenden? Es esto último demasiado avanzado en su momento
madurativo y ¿debemos darles tiempo, a través del ejemplo, para que
vayan construyendo estos criterios por ellos mismos tal y como
construyen su personalidad a través de las experiencias que los rodean?
Para hacerme una idea de qué se está haciendo sobre este tema y cómo
se está enfocando el nivel en la didáctica del medio ambiente (nivel
referido a exigencia intelectual-madurativa), he hecho uso de la web de
la Ayuntamiento de Barcelona ¿Qué Hacen las Escuelas?. Aquí se puede
consultar cómodamente una base de datos de Agendas 21 escolares por
cursos y temáticas. Pues bien, mirando sólo los títulos de los 263
proyectos del curso 2009-2010 se puede constatar que más del 50% son
sobre huertos y jardines; aproximadamente un 20% son proyectos
relacionados con los residuos y el reciclaje, en un cajón del 22%
encontraríamos acciones relacionadas con la movilidad, el consumo, el
agua o la energía, y un 8% lo constituirían proyectos con títulos
digamos más exigentes, o que contienen palabras, ideas o verbos que se
alejan de los comunes (basura, construimos, reciclamos, ahorramos) y
añaden complejidad (como solidaridad, sostenibilidad, avanzar,
profundizar, reflexionar, etc.).
Cuando una mayoría tan abrumadora de centros opta por el lenguaje
claro, directo, y por proyectos cómodamente alcanzables y de resultado
inmediato como mantener un huerto, ahorrar y reciclar, debemos pensar
que los profesionales docentes saben qué pueden exigir a los niños a
aquellas edades , que los puede motivar y estimular, y hasta donde se
puede ser ambicioso con lo que pedimos a los niños en términos de
compromiso y modelización del comportamiento.
Continuamente, salen innovaciones en materia de didáctica y
pedagogía infantil. Es siempre muy tentador pensar que la educación
tradicional de lo más formal, desde memorizar las tablas de multiplicar
o un poema, hasta aprender el respeto para las formas y normas básicas
de comportamiento, es aburrida para los niños, poco estimulante o
creativa, demasiado restrictiva.
Podríamos caer en la misma trampa pensando que la educación
ambiental en infantil y primaria va a caer siempre en los mismos
tópicos y no permite a los niños adentrarse en ideas y planteamientos
más profundos. Pero, si es así, quizás hay que poner atención a lo que
hacen y proponen los profesionales del ramo y plantearnos que no puede
ser casualidad que la gran mayoría opte por un modelo directo y cómodo
de explicar el medio ambiente, a través de acciones simples como
reciclar o cultivar. Sencillamente, a estas edades 2 y 2 son 4, raso y
claro, no se puede innovar más.
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