lunes, 27 de mayo de 2013

Innovación en la educación ambiental

El abc del medio ambiente escolar incluye el ahorro energético y de agua, el reciclaje de materiales, la introducción de los tuppers y los Boc'n'roll o el mantenimiento del huerto del patio.
ECOticias.
Parece que no es fácil ser innovador en educación ambiental en las escuelas de educación infantil y primaria. Cuando se trata de trasladar conceptos complejos como sostenibilidad, decrecimiento o pensamiento crítico a los más pequeños, a menudo acabamos hablándoles de reciclaje. Quizás por eso la campaña "Envàs on vas?"  tuvo una acogida especialmente calurosa entre los pequeños, que aprendieron en seguida la canción.
El abc del medio ambiente escolar incluye el ahorro energético y de agua, el reciclaje de materiales, la introducción de los tuppers y los Boc'n'roll o el mantenimiento del huerto del patio. Esto toma todo el sentido del mundo si hacemos la siguiente regla de tres: no podemos enseñar economía a niños que aún no dominan la aritmética ergo no podemos hablar de sostenibilidad a criaturas que no han interiorizado el ahorro de recursos. La educación tiene su ritmo y cada vez hay más defensores de la idea de que este ritmo se ralentice para dejar a los niños que adapten el aprendizaje a su compás, con toda la paciencia y tranquilidad que sean necesarias.
Pero, claro, eso choca de lleno con la inmediatez que caracteriza no sólo el carácter infantil sino también las actividades y distracciones que a menudo, también de forma inconsciente, suministramos a nuestros pequeños. Y los acabamos rodeando de contradicciones. Nos pueden convencer los argumentos de la educación lenta, pero ¿cuantos padres y madres no miramos los informes trimestrales y, automáticamente, juzgamos el niño, o el maestro o ambos para no haberse "espabilado"? Defendemos ante los niños los principios y la moral del ahorro pero, ¿cuanta comida caducada y platos medio llenos van a la basura? Cuantos juguetes sabemos, ya cuando las compramos a finales de año, que quedarán arrinconados hasta la Navidad siguiente?
¿Así pues, hay que ir más allá del ahorro, el reciclaje y la horticultura como aprendizajes ambientales básicos en las escuelas? ¿O debemos asegurar estos principios fundamentales del respeto por los recursos antes de aventurar a nuestros hijos en conceptos que incluyan, por ejemplo, una mirada crítica hacia las decisiones que toman y las acciones que emprenden? Es esto último demasiado avanzado en su momento madurativo y ¿debemos darles tiempo, a través del ejemplo, para que vayan construyendo estos criterios por ellos mismos tal y como construyen su personalidad a través de las experiencias que los rodean?
Para hacerme una idea de qué se está haciendo sobre este tema y cómo se está enfocando el nivel en la didáctica del medio ambiente (nivel referido a exigencia intelectual-madurativa), he hecho uso de la web de la Ayuntamiento de Barcelona ¿Qué Hacen las Escuelas?. Aquí se puede consultar cómodamente una base de datos de Agendas 21 escolares por cursos y temáticas. Pues bien, mirando sólo los títulos de los 263 proyectos del curso 2009-2010 se puede constatar que más del 50% son sobre huertos y jardines; aproximadamente un 20% son proyectos relacionados con los residuos y el reciclaje, en un cajón del 22% encontraríamos acciones relacionadas con la movilidad, el consumo, el agua o la energía, y un 8% lo constituirían proyectos con títulos digamos más exigentes, o que contienen palabras, ideas o verbos que se alejan de los comunes (basura, construimos, reciclamos, ahorramos) y añaden complejidad (como solidaridad, sostenibilidad, avanzar, profundizar, reflexionar, etc.).
Cuando una mayoría tan abrumadora de centros opta por el lenguaje claro, directo, y por proyectos cómodamente alcanzables y de resultado inmediato como mantener un huerto, ahorrar y reciclar, debemos pensar que los profesionales docentes saben qué pueden exigir a los niños a aquellas edades , que los puede motivar y estimular, y hasta donde se puede ser ambicioso con lo que pedimos a los niños en términos de compromiso y modelización del comportamiento.
Continuamente, salen innovaciones en materia de didáctica y pedagogía infantil. Es siempre muy tentador pensar que la educación tradicional de lo más formal, desde memorizar las tablas de multiplicar o un poema, hasta aprender el respeto para las formas y normas básicas de comportamiento, es aburrida para los niños, poco estimulante o creativa, demasiado restrictiva.
Podríamos caer en la misma trampa pensando que la educación ambiental en infantil y primaria va a caer siempre en los mismos tópicos y no permite a los niños adentrarse en ideas y planteamientos más profundos. Pero, si es así, quizás hay que poner atención a lo que hacen y proponen los profesionales del ramo y plantearnos que no puede ser casualidad que la gran mayoría opte por un modelo directo y cómodo de explicar el medio ambiente, a través de acciones simples como reciclar o cultivar. Sencillamente, a estas edades 2 y 2 son 4, raso y claro, no se puede innovar más.

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