Atención a la paradoja: una política de la Unión Europea para
combatir el cambio climático ha dado pie a la creación de una polémica
ruta comercial transatlántica que corta y transporta madera desde
Estados Unidos hasta Europa para ser quemada en centrales eléctricas del
viejo continente.
Cuando la Unión Europea marcó para 2020 el
objetivo de que el 20% de la energía consumida en los países miembros
viniera de fuentes 'renovables' pocos imaginaron consecuencias como
ésta.
Y es que 'las políticas crean oportunidades y los
empresarios fueron rápidos al explotar el potencial de la energía a
partir de la madera, que en el Reino Unido pronto generará más energía
renovable que la combinación de la energía solar y eólica', comenta el
analista de la BBC de temas medioambientales Roger Harrabin.
BBC Mundo
"Tala de árboles"
Ahora,
varios grupos ecologistas del Reino Unido están tratando de cortar la
expansión de este comercio transatlántico de madera estadounidense, que
ya planea el envío anual a Europa de millones de toneladas de wood
pellets, balas de madera, o biomasa, que sirven como combustible.
Argumentan
que subsidiar la quema de madera es un despilfarro económico, que la
práctica no sirve para combatir el cambio climático a corto plazo y que
además está afectando a varios de los mejores bosques de Estados Unidos.
Temen
también que la demanda para alimentar a las centrales eléctricas haga
que los empresarios tomen tierras actualmente dedicadas al cultivo de
alimentos para plantar árboles que luego cortarán y exportarán, y que
eventualmente las plantaciones de bosques remplacen a los bosques
naturales del sur de Estados Unidos, que ya están menguando.
Pero las implicaciones de esta práctica son complejas y disputadas.
Producción intensiva de árboles
Roger
Harrabin, de la BBC, visitó en Georgia, Estados Unidos, una de las
plantas de producción de árboles más eficaces del mundo, de la compañía
Plum Creek, que es el mayor terrateniente privado del país.
Allí
primero se seleccionan las mejores plantas, las más robustas, y después
se plantan muy cerca las unas de las otras para estimular el crecimiento
de especímenes rectos y altos que busquen la luz.
'Las
plantaciones se cosechan con gigantescas máquinas que cortan y mueven
árboles enteros como si fueran ramitas', describe Harrabin.
Los
árboles que son muy finos o débiles son de poco valor. Tradicionalmente
se venden para la industria del papel y la celulosa, pero ahora hay un
nuevo mercado: el de las centrales eléctricas en el Reino Unido.
La
industria maderera sostiene que hay suficiente madera de baja calidad
como para alimentar la demanda de pasta de celulosa y de las centrales
de producción de energía.
Pero algunos estudios lo desmienten.
Otra
fuente de preocupación para los ecologistas, según explica Harrabin, es
la tala de árboles en bosques naturales, como el del Carolina del Norte
que él mismo visitó.
Muchos de los frondosos bosques del sureste
de Estados Unidos están en manos de pequeños terratenientes que tienen
escasas restricciones sobre lo que pueden hacer con la madera de sus
propiedades.
'Se dice que los dueños cortan los árboles dos veces:
la primera cuando sus hijas se casan y la segunda cuando ellos se
retiran', dice Harrabin.
La huella ecológica de la biomasa
Sin
embargo quienes apoyan esta práctica destacan que si la vegetación
quemada es remplazada por nuevas plantas que absorben dióxido de
carbono, CO2, esta política tiene ventajas sobre el uso de combustibles
fósiles.
Las cifras son polémicas y a medida que el mercado de la biomasa se expande el debate se acalora.
Según Harrabin las compañías eléctricas dicen que el ahorro en emisiones de CO2 vale la pena.
Mientras
la capacidad de los bosques para absorber CO2 compensa por la cantidad
emitida, hay un crédito de carbono, aseguran desde la central eléctrica
de Drax, la más grande planta generadora de electricidad del Reino
Unido, que está adaptando tres de sus seis gigantescas calderas para la
quema de biomasa.
Pero el Instituto para la Política Europea
Medioambiental (IEEP por sus siglas en inglés) dice que no hay motivos
para creer que el objetivo en la reducción de emisiones nocivas para el
medio ambiente se va a alcanzar mediante el uso de biomasa.
A
finales de 2012 un informe del Comité para el Cambio Climático advirtió
que para los árboles 'nuevos' toma demasiado tiempo reabsorber el
carbono emitido durante la quema de la madera.
'Los críticos dicen
que quizás lleve 50 años reabsorber ese CO2, mientras que los políticos
están de acuerdo en que las emisiones deben ser reducidas
inmediatamente para evitar que el carbono recaliente el planeta', dice
Harrabin.
'Parece que algunas políticas están más motivadas por la
necesidad de cumplir objetivos obligatorios que por un verdadero deseo
de reducir ahora mismo las emisiones de CO2', concluye el analista.
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