Las sabanas  africanas prevalecieron en la mayoría de los lugares del este de África,  donde los ancestros del ser humano y sus parientes simios evolucionaron  durante los últimos seis millones de años. Así lo confirma en la  revista Nature un equipo internacional de científicos que ha  desarrollado un nuevo método de análisis para cuantificar la superficie  vegetal.
 ECOticias.
            Un grupo de científicos estadounidenses, australianos, y  keniatas ha  utilizado isótopos de suelo antiguo para medir la  superficie de árboles  prehistóricos y la sombra en el pasado geológico,  y ha determinado que  las sabanas cubiertas de pasto y salpicadas de  árboles estuvieron  presentes en la mayoría de los lugares del este de  África desde hace  seis millones de años.
“Existieron hábitats abiertos en los  entornos del este de África  donde se han encontrado algunos de los  primeros fósiles humanos de los  últimos millones de años”, afirma Thure  Cerling, autor principal del  estudio e profesor de geología, geofísica y  biología en la Universidad  de Utah (EE UU).
Según el geoquímico,  “donde hay restos de ancestros humanos, existen  indicios de hábitats  abiertos mucho más parecidos a las sabanas que a  los bosques”.
El estudio, que se publica esta semana en Nature,  ha  permitido desarrollar un método que ha correlacionado ratios de   isótopos de carbono en 3.000 muestras de suelo con fotografías por   satélite de superficies de árboles y vegetación en 75 ubicaciones   tropicales de todo el mundo (la mitad en África).
Las  localizaciones representaban cualquier medio: desde el bosque  cerrado  hasta el pasto abierto, lo que permitió a los científicos  determinar el  porcentaje de superficie de árboles y de arbusto frondoso  de hace  millones de años.
Esta nueva forma de cuantificar el grado de  apertura de los paisajes  tropicales es el primer método “que realmente  cuantifica la superficie  de canopea, que es la base para clasificar algo  como sabana”, afirma  el investigador.
Abundancia de pastos abiertos
Según  Cerling, aunque las sabanas del este de África se hicieron más  extensas  en los últimos dos millones de años, y los ancestros humanos y  sus  parientes pasaron épocas en estrechos “bosques en galería”  paralelos a  los corredores fluviales, el nuevo método demuestra que los  pastos y las  dehesas han prevalecido durante más de seis millones de  años en la cuna  de la humanidad, con una superficie de árboles de un  40%  aproximadamente en la mayoría de las ubicaciones.
Para el equipo  de investigación, durante los últimos 7,4 millones de  años, en la  superficie forestal el 75% eran arboledas cerradas y el 5%  o menos  pastos abiertos. Pero importantes áreas con superficie  forestal por  debajo del 40% (arboledas y pastos de sabana) han estado  constantemente  presentes.
La investigación ha permitido demostrar que más del 70%  de las  ubicaciones analizadas presentaba menos del 40% de superficie  forestal,  lo que indica que se trataba de dehesa arbolada o pasto. Menos  del 1%  de las muestras indicaron ubicaciones donde la superficie  arbolada  superara el 70%.
“Por tanto, los bosques ‘cerrados’ (más  del 80% de superficie  forestal) representan una fracción muy reducida de  los entornos  representados por estos paleosuelos”, detalla Cerling.
Espacios abiertos durante el bipedalismo 
A  esto se añade el que los fósiles de los primeros humanos y de sus   ancestros y parientes extinguidos se han encontrado en entornos  abiertos  y arbolados del este de África. Los Ardipithecus, por  ejemplo,  que vivieron hace 4,3 millones de años en bosques según sus   descubridores, presentaban un pequeño componente de pastos y otras   plantas en su dieta.
“El hecho de que incluyeran pasto significa  que se adentraban en la  sabana, a menos que estuvieran degustando comida  para llevar”, añade  Cerling. Según el estudio durante el paso al  bipedalismo (hace unos 4  millones de años), los espacios abiertos ya  existían, “incluso  predominaban”.
“En algunos periodos, había más  arbustos y en otras épocas, menos.  Casi nada podría haberse denominado  un bosque denso, pero podemos  observar ciertos periodos en los que  determinados entornos estaban  constantemente más poblados de árboles que  otros. Descubrimos homínidos  en ambos lugares”, declara el experto  quien añade que la forma en la  que los primeros homínidos repartieron su  tiempo entre hábitats “más  abiertos” y “más cerrados” sigue siendo una  cuestión pendiente.

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