El estudio, publicado en Aquatic Conservation-Marine and Freshwater Ecosystems, ha permitido colocar transmisores vía satélite en los caparazones de 12 tortugas boba (Caretta caretta)
ECOticias.
A la captura accidental de tortugas boba debida a actividades
humanas le sigue un proceso de recuperación más o menos complicado en
función de las lesiones que presenten. Investigadores españoles han
analizado el proceso de reinserción al medio de estos animales y han
descubierto que hay alteraciones de conducta en los ejemplares que
sufren una rehabilitación complicada.
El estudio, publicado en Aquatic Conservation-Marine and Freshwater Ecosystems, ha permitido colocar transmisores vía satélite en los caparazones de 12 tortugas boba (Caretta caretta) sanas y salvajes, y en otras seis que habían permanecido varios meses en un centro de recuperación de las Islas Baleares.
“Los seis animales del centro estaban muy tocados cuando los
recogimos y tuvieron una recuperación muy lenta y complicada”, explica a
SINC Lluís Cardona, autor principal del trabajo e investigador del
departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona (UB).
Al ser puestas en libertad, tres de las tortugas rehabilitadas
presentaron alteraciones de conducta. “Una seguramente se murió y las
otras dos no nadaban bien y estaban muy desorientadas”, asegura Cardona,
quien ha comparado la adaptación al medio de estos ejemplares con el
comportamiento de los doce sanos de control.
“Recibimos una señal cada vez que salen a respirar y de esta manera
podemos saber a qué velocidad nadan y la ruta que siguen”, comenta el
investigador. Uno de los parámetros más informativos sobre la salud del
animal es el tiempo que pasa en la superficie del agua. “Las tortugas
suben para respirar y termorregularse. El rato que están en superficie
es un reflejo de su control de la flotabilidad”, subraya el biólogo.
El precio de la reinserción
Aunque el número de animales incluido en este
estudio no es muy elevado y se necesitan más investigaciones, los
resultados indican que cuando la rehabilitación es complicada hay un
porcentaje de animales que no se readapta a la libertad.
“La pregunta de fondo de este trabajo es cuándo vale la pena
recuperar y curar a una tortuga”, plantea el experto de la UB. En un
momento de recursos limitados y por el bien del propio animal, “los
científicos tienen que trabajar con los veterinarios de los centros de
recuperación para establecer protocolos capaces de determinar cuándo se
tiene que rehabilitar a una tortuga y cuándo no”, señala Cardona.
Capturas accidentales
Las seis tortugas del estudio fueron recuperadas en las Islas
Baleares por la Fundación Aspro-Natura entre 2004 y 2007. De ellas, dos
habían colisionado contra embarcaciones, otro par tenía heridas en la
garganta y el estómago por anzuelos de palangre, y las dos últimas
tenían lesiones en las aletas debidas a redes de pesca.
“La mayoría de estos animales quedan capturados de manera accidental
en anzuelos de palangre o atrapados en redes de arrastre o trasmallos
–detalla el científico–. Un porcentaje menor colisiona con embarcaciones
o se enreda en plásticos o redes abandonadas”.
Sin embargo, durante los últimos años el número de tortugas
capturadas por anzuelos de palangre se ha reducido. “Este descenso se
debe a que los pescadores calan a más profundidad y a que hay
seguramente menos tortugas, aunque aún se está investigando este último
aspecto”, señala el biólogo.
El 90% de las tortugas de las aguas de las Islas Baleares vienen de
EE UU. “En este país ha disminuido mucho el número de hembras
nidificantes de esta especie”, alerta Cardona.
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