La
capital uruguaya decidió apelar a gavilanes para combatir la
superpoblación de palomas en las plazas de la ciudad, tras declararlas
plaga por los daños que provocan a los monumentos y las enfermedades que
transmiten.
"El problema era la superpoblación de palomas,
que genera inconvenientes como el deterioro de monumentos, problemas de
suciedad en las plazas y de salud. Con la Intendencia (de Montevideo)
se había comunicado gente diciendo que había contraído enfermedades a
causa de las palomas", contó a la AFP Manuel Maier, director de
Intercepta Uruguay, empresa que entrena gavilanes mixtos y halcones
aplomados para el control de fauna con cetrería.
Miembros habituales de las plazas
de la ciudad, las palomas son consideradas una plaga a nivel nacional
desde hace años, dijo a la AFP Pablo Anzalone, titular de la División
Salud de la Intendencia de Montevideo (IM), porque "transmiten a traves de sus excrementos un conjunto de enfermedades" y parásitos.
La IM asesora a los edificios para que eviten que las palomas aniden
en sus techos y ventanas pero además la división de Espacios Públicos
empezó a fines del año pasado un plan piloto de control de las palomas
con cetrería, en tres plazas céntricas.
"Nuestro trabajo es el control natural. No matar la paloma sino crear
un lugar inseguro para que se traslade a otro lugar", explicó Maier.
Para combatir las palomas, el ave elegida es el gavilán, su depredador natural, lo que hace que ésta lo reconozca y lo evite.
"El gavilán es un ave muy inteligente y muy versátil para este tipo
de trabajo. Se acostumbra a cualquier lugar, ya sea un galpón chico o
una plaza y también es muy manso, lo que nos permite trabajar en lugares
donde hay mucha gente y ruido", añadió.
Para lograr ahuyentar a las palomas, un entrenador de Intercepta
libera en la plaza al gavilán, que sobrevuela la plaza durante un rato o
se posa en algún árbol. Su sola presencia alerta a las palomas, que se
alejan del lugar hasta que el ave rapaz se va.
"Las primeras veces que va el depredador la palomas se van, pero van a
volver", indicó Meier. "Al generar una frecuencia, las palomas van
entendiendo que esa es una zona de caza del gavilán y se van trasladando
a otros lugares que consideren más seguros".
Según Meier, esto no traslada el problema ya que "está estudiado que
no se trasladan en grupos, sino en individualidades o grupos pequeños".
"Nosotros trabajamos sobre la concentración de palomas, en lugares
donde hay superpoblación y mucha gente expuesta, como las plazas
principales", indicó.
Según el plan, y la cantidad de palomas, controlar un lugar puede
llevar "de uno a tres meses". Después el ideal es aplicar un programa de
mantenimiento, para evitar que las palomas regresen.
La llegada de los entrenadores con los gavilanes genera un revuelo en
las plazas, no sólo entre las palomas, que levantan vuelo, sino entre
los transeúntes, que no dudan en acercarse con curiosidad y piden para
acariciar a las aves rapaces.
"Estamos tratando de concientizar a la gente sobre lo que es la
cetrería, que es un arte milenario y acá no se conoce mucho, informando
sobre los controles naturales, que son eficaces", dijo Meier, que
defiende "el equilibrio biológico" en contraposición con los antiguos
métodos como envenenamientos o matanzas".
Un gavilán se posa sobre la mano de su adiestrador el 25 de abril de
2012 en Montevideo. La capital uruguaya decidió apelar a gavilanes para
combatir la superpoblación de palomas en las plazas de la ciudad, tras
declararlas plaga por los daños que provocan a los monumentos y las
enfermedades que transmiten.
Un gavilán se posa sobre la mano de su adiestrador el 25 de abril de
2012 en Montevideo. La capital uruguaya decidió apelar a gavilanes para
combatir la superpoblación de palomas en las plazas de la ciudad, tras
declararlas plaga por los daños que provocan a los monumentos y las
enfermedades que transmiten.
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