La ola de calor de este verano seco ha cargado de azúcar el agua de la que mayormente se componen melones y sandías, las frutas más refrescantes y dulces de la estación.
Hidratantes "por naturaleza", con más de un 90 por ciento de
agua, además de aportar importantes vitaminas (A, C y E), potasio y
magnesio, el melón y la sandía han resultado más dulces este año por las
elevadas temperaturas y la falta de lluvia que ha permitido su plena
maduración en planta, al sol, al menos en cultivos extensivos.
Andrés Góngora, productor de sandías y portavoz de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG),
explicó a EFEverde que la clave está en mantener el riego, no cortar la
fruta antes de tiempo, no forzar la maduración con fertilizantes y
"dejar al sol que haga su trabajo".
MAS SOL, MAS AZÚCAR
El
sol y el calor no han hecho nunca daño a la fruta de verano, que
requiere más exposición a la luz y temperaturas estables para sintetizar
sus azúcares, apuntó Góngora, sin despreciar los efectos de la sequía
en puntos del país en los que el riego se dificulta.
La maduración
de la fruta de verano, añadió, tiene que ser en la planta, en cámara
"no cogen azúcar", precisó en referencia al proceso por el que las
plantas conocidas como climatéricas, como el plátano o la manzana,
pueden completar su maduración fuera del árbol.
Las no
climatéricas, como la sandía, el melón y, en general, las frutas de
"hueso", melocotón, nectarina, cerezas y hasta uvas, siguen mejor los
cambios químicos de la maduración, antes de ser cosechadas.
En
estas frutas, los almidones que deben transformase en azúcar durante la
maduración están generalmente en las hojas, por lo que el proceso se
interrumpe cuando se cortan.
Durante la maduración es cuando se
desarrolla el aroma y sabor de la fruta y las características
comestibles que anuncia el cambio de color y su turgencia y el calor
incide directamente en el tiempo que se toman para estar "a punto",
señaló Góngora
Según la fisiología de las plantas, cada fruto
necesita un determinado índice de calor/día para madurar, cuanto antes
se acumulan las horas de calor necesarias, antes estará listo para la
cosecha.
La temperatura determina la madurez de la fruta, agregó
el agricultor, que repite oficio de padres y abuelos, y para quien
"recoger sandía es un arte y es una a una que se descubre cuál está para
cosechar".
SANDÍA (DE MODA) Y MELONES DE VILLACONEJOS (LOS DE SIEMPRE)
Del tipo de sandía, "que éste año han sido buenísimas y han tenido un repunte de consumo", Góngora destacó la "fashion", negra y sin semillas, con un protocolo de calidad "de excelentes resultados".
El
melón, "piel de sapo" y de Villaconejos, con un "marchamo de calidad"
reconocido, que es el que prefiere el exigente mercado nacional,
aseguró, que además cuenta con museo propio.
Las fichas técnicas de información de fruta fresca de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) incluyen a la sandía y en melón entre los productos con usos medicinales.
La sandía
(Citrullus lanatus), debe el color rojo de su interior maduro al
licopeno, un antioxidante que ayuda a eliminar los tóxicos del cuerpo.
Es mineralizante, ayuda a limpiar los tejidos de la sangre, baja la
fiebre, aumenta la leche de las madres lactantes, es diurética y se
recomienda a los enfermos de próstata y riñones y contra el reumatismo,
artritis, acidez del estómago y presión arterial elevada.
El melón
(Cucumis melo), es diurético, demulcente (protege el tracto digestivo) y
rico en potasio (para el equilibrio electrolítico), vitaminas B y C,
con propiedades "beneficiosas" para la piel y los nervios, y
betacarotenos, antioxidantes aliados contra el cáncer y padecimientos
cardíacos. EFEverde
No hay comentarios:
Publicar un comentario