El cáncer contagioso que está llevando a la población de demonios de Tasmania al borde de la extinción tiene la capacidad de evadir el sistema inmunológico al suprimir las moléculas que ayudan a identificar células extrañas, según un estudio divulgado hoy en Australia.
Este estudio, publicado en la revista científica "Proceedings of the National Academy of Science",
demuestra que el tumor cancerígeno del demonio de Tasmania "ha
evolucionado de tal manera que puede esconderse del sistema
inmunológico", explicó su coautora Kathy Belov, experta en genética de
la Universidad de Sídney.
En su investigación, Belov y sus colegas, Hannah Siddle y Jim Kaufman de la University de Cambridge,
buscaron "entender como se transmite estas células cancerígenas de
animal a animal y cómo son invisibles al sistema inmune del animal",
explicó la científica.
El demonio de Tasmania (Sarcophilus
laniarius), que a menudo contrae esta dolencia a través de las heridas
que se producen en peleas con ejemplares infectados, comienza a
manifestar síntomas visibles de este cáncer con la aparición en la boca
de tumores que aumentan de tamaño hasta causar unas deformaciones que
impiden al animal comer para sobrevivir.
Alarma desde 1990
La
alarma saltó a mediados de la década de 1990 cuando se detectó que este
marsupial carnívoro moría a causa de este cáncer que afecta sólo a esta
especie y se calcula que un 90 % de los ejemplares han muerto a causa
de este mal.
Hasta hace poco se creía que el cáncer se debía a la
poca diversidad genética del demonio de Tasmania, pero estudios
recientes hallaron que los ejemplares que son genéticamente distintos al
tumor también pueden contraer estos tumores, explicó Belov a la cadena
australiana ABC.
En este estudio, Belov y sus colegas se centraron
en un importante grupo de moléculas inmunológicas llamadas Complejo
Mayor de Histocompatibilidad (MHC, por su sigla en inglés) de Clase I.
El
sistema inmunológico interactúa con las moléculas MHC para reconocer
las sustancias foráneas presentando pequeños fragmentos de moléculas
llamadas antígenos en la superficie celular, según la fuente.
Estas
moléculas le dicen al sistema inmunológico que algo es propio o foráneo
y "también le dan antígenos tumorales", agrego Belov.
Al estudiar
las células cancerígenas de los demonios de Tasmania en el laboratorio,
Belov y sus colegas hallaron que ciertos genes que se necesitan para
que se activen los MHC habían sido suprimidos.
Aunque ese cáncer
que ataca el demonio de Tasmania también logró evadir otras parte del
sistema inmune que normalmente ataca a las células foráneas sin las
moléculas MHC.
Aun así, los investigadores esperan que su trabajo
ayude a abrir las puertas para desarrollar una vacuna que potencie un
sistema que produzca antígenos y quizás ayuden a entender enfermedades
cancerígenas humanas. EFEfuturo
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