Un estudio a
gran escala en 600 campos de 41 sistemas de cultivos en todos los
continentes revela que los insectos de nuestros campos –mariposas,
escarabajos, abejorros…
ECOticias.
Mientras se presta mucha atención a las enfermedades de la abeja
doméstica, la reducción de otras especies de insectos polinizadores,
los silvestres, podría ser un problema mayor para la producción
mundial de alimentos.
Un estudio a gran escala en 600 campos de 41 sistemas de cultivos en
todos los continentes revela que los insectos de nuestros campos
–mariposas, escarabajos, abejorros…– polinizan las cosechas con más
eficacia que las abejas domesticas. Estas suman su ‘poder’ de
polinización al del resto de insectos, pero no pueden sustituirlos.
Los resultados de la investigación, que publica esta semana Science,
indican que la presencia de los insectos silvestres aportan el doble
de formación de fruto –flores que se desarrollan como semillas o
frutas maduras– que con las abejas.
"Nuestro estudio muestra que la pérdida de esos insectos silvestres
de los paisajes agrícolas impacta no solo en nuestro patrimonio
natural, también en nuestra agricultura”, explica Lucas Garibaldi,
investigador hispano-argentino de la Universidad Nacional de Río Negro
(Argentina) y coautor del estudio.
El científico y sus colegas aconsejan que, a largo plazo, “los
sistemas de producción agrícola debe incluir un hábitat tanto para las
abejas como para los diversos insectos silvestres, en el marco de unas
prácticas agrícolas más sostenibles”.
En el mismo número de la revista se presenta otra investigación,
liderada por científicos de la Universidad de Washington en San Luis
(EEUU), que confirma cómo el servicio que prestan algunos polinizadores
se resiente por la pérdida de sus especies y hábitats, así como por
el cambio climático.
Los investigadores examinaron las redes de interacción entre plantas
y abejas silvestres a partir de datos recogidos desde el siglo XIX
hasta la actualidad en los campos de Illinois.
Los datos muestran que la polinización ‘sufrió’ a causa de la
erradicación de la mitad de las especies de abejas originales de la
zona, así como por los desajustes entre la época de floración y el pico
de actividad de estos insectos, probablemente debidos a cambios en la
temperatura.
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