Los supervivientes del tornado de Oklahoma daban
gracias a Dios, a armarios resistentes y a la suerte para explicar cómo
consiguieron sobrevivir a la impresionante columna de aire que devastó
una localidad de Estados Unidos y mató a 24 personas, un balance sorprendentemente bajo dada la destrucción causada.
Al menos una familia se refugió en una bañera y otras
personas lo hicieron en refugios subterráneos en sus casas cuando el
lunes la poderosa tormenta barrió el suburbio de Moore.
Mientras los rescatadores con perros rastreadores
revisaban los escombros el miércoles, aquellos que sobrevivieron
contaron sus historias mientras trataban de recuperar lo poco que
quedaba de sus pertenencias.
"Ayer no sentía nada. Hoy he llorado mucho. Ahora me
siento en el lado vencedor", dijo Beth Vrooman, que se escondió en un
refugio en su garaje.
Los vientos del tornado superaron los 320 kilómetros
por hora, barriendo casas y demoliendo dos escuelas y un hospital en su
recorrido de 27 kilómetros y 50 minutos por el centro de Oklahoma.
De los 24 muertos, 10 eran niños de entre 4 y 9 años y
un bebé de cuatro meses. La víctima de mayor edad tenía 63 años. La
mayoría murió por lesiones graves que probablemente fueron ocasionadas
por fragmentos arrancados por el tornado. Cinco niños fallecieron por
asfixia mecánica - cuando un pecho es comprimido y no puede tomar aire,
explicó el forense.
La mayoría de los niños fallecidos se encontraban en la
escuela primaria Plaza Towers, que recibió el impacto directo del
tornado más letal en Estados Unidos en dos años. Incluido en la
categoría más alta de la escala Fujita, el fenómeno dañó o destruyó unas
12.000-13.000 viviendas y afectó a unas 33.000 personas, según el
alcalde de Oklahoma City, Mick Cornett.
El presidente Barack Obama acudirá a la zona el domingo, dijo un portavoz de la Casa Blanca.
EXPLICACIONES
Después de que los rescatadores sacaran a más de 100
supervivientes entre los escombros, las autoridades dijeron que sigue
habiendo seis desaparecidos en Moore, una localidad de 55.000
habitantes.
Los expertos atribuyeron el bajo número de muertos a
una advertencia relativamente amplia de tiempo, 16 minutos, y en la
elevada conciencia sobre los peligros en una región llamada valle de los
tornados.
Aún así, algunos supervivientes estaban conmocionados.
Tonya Williams, de 38 años, dijo que le puso sendos cascos de bicicleta a
sus hijos de seis y ocho años, cogió a sus tres perros y se metieron
todos en un armario grande en el vestíbulo.
"Rezamos. Sentí la presión, y una sensación de ser
aspirado. Puse mi cuerpo sobre ellos para protegerlos", explicó.
Los vecinos consiguieron desenterrarlos. El tejado y el
piso superior se habían hundido sobre el armario, pero solo sufrieron
heridas leves. Una gran cruz de madera que estaba en una escalera
apareció encima de ellos, contó Williams.
"Si no eras una persona religiosa antes, lo eres
ahora", aseguró. "Ninguna palabra puede describirlo salvo la de
milagro".
Más de 1.000 personas ya se habían registrado para
pedir asistencia de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, que
envió cientos de trabajadores a Oklahoma para ayudar con las tareas de
recuperación, dijo el miércoles un funcionario de la Casa Blanca.
La última vez que un tornado gigante azotó el área, el 3
de mayo de 1999, produjo la muerte de 40 personas y destruyó miles de
casas. Aquel tornado también encabezó la escala.
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