La
superficie del océano glacial Ártico podría ser el origen de
emanaciones de metano, un importante gas de efecto invernadero, según
un estudio realizado por expertos en clima y que fue divulgado este
domingo.
En numerosos vuelos, los investigadores midieron las concentraciones atmosféricas de metano en esa región hasta los 82 grados de latitud Norte, y constataron concentraciones de metano próximos de la superficie del océano, en especial donde aparecían enormes témpanos de hielo.
Así, por un mecanismo aún desconocido, las aguas de la superficie del océano Ártico podrían representar una fuente importante de metano "potencialmente sensible a los cambios en la cobertura glacial del mar", indica el estudio, conducido por Eric Kort, del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y publicado en el periódico Nature Geoscience.
Ya se había constatado que el metano, atrapado durante millones de años en el permafrost de Siberia o en América del Norte, escapa del suelo cuando éste aumenta de temperatura. Esto contribuye al calentamiento global, suscitando así, en un ciclo vicioso, una liberación suplementaria de metano.
De acuerdo con este nuevo estudio, los niveles de metano al nivel del océano son similares a los encontrados en la costa de Siberia Occidental luego de una erosión del permafrost.
Es la primera vez que un estudio revela una contribución al calentamiento por emisión de metano proveniente del océano y no de la tierra en latitudes árticas.
El proceso en sí aún no está claro. Según los investigadores, es improbable que el gas haya sido emitido por la plataforma continental. Es posible, en cambio, que provengan de microbios en la superficie del océano.
El metano es el más importante gas de efecto invernadero después del dióxido de carbono (CO2). Su concentración en la atmósfera en relativamente baja, pero es 20 veces más eficaz que el gas carbónico para captar el calor del sol.
Los niveles de metano han aumentado rápidamente con la industrialización surgida tras la Segunda Guerra Mundial, tuvo un período de estabilidad relativa en la década de 1990 y recientemente experimentó una nueva alza.
En numerosos vuelos, los investigadores midieron las concentraciones atmosféricas de metano en esa región hasta los 82 grados de latitud Norte, y constataron concentraciones de metano próximos de la superficie del océano, en especial donde aparecían enormes témpanos de hielo.
Así, por un mecanismo aún desconocido, las aguas de la superficie del océano Ártico podrían representar una fuente importante de metano "potencialmente sensible a los cambios en la cobertura glacial del mar", indica el estudio, conducido por Eric Kort, del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y publicado en el periódico Nature Geoscience.
Ya se había constatado que el metano, atrapado durante millones de años en el permafrost de Siberia o en América del Norte, escapa del suelo cuando éste aumenta de temperatura. Esto contribuye al calentamiento global, suscitando así, en un ciclo vicioso, una liberación suplementaria de metano.
De acuerdo con este nuevo estudio, los niveles de metano al nivel del océano son similares a los encontrados en la costa de Siberia Occidental luego de una erosión del permafrost.
Es la primera vez que un estudio revela una contribución al calentamiento por emisión de metano proveniente del océano y no de la tierra en latitudes árticas.
El proceso en sí aún no está claro. Según los investigadores, es improbable que el gas haya sido emitido por la plataforma continental. Es posible, en cambio, que provengan de microbios en la superficie del océano.
El metano es el más importante gas de efecto invernadero después del dióxido de carbono (CO2). Su concentración en la atmósfera en relativamente baja, pero es 20 veces más eficaz que el gas carbónico para captar el calor del sol.
Los niveles de metano han aumentado rápidamente con la industrialización surgida tras la Segunda Guerra Mundial, tuvo un período de estabilidad relativa en la década de 1990 y recientemente experimentó una nueva alza.
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